Enrique Calderón Alzati
Mucho se ha hablado durante
este proceso electoral en torno a la existencia de dos modelos
contrarios de país; el seguido por los anteriores seis sexenios con
diferencias menores, incluyendo al del
cambiode Vicente Fox, y otro que ahora es impulsado por López Obrador, como en su tiempo lo fue por el ingeniero Cárdenas, del cual se decía entonces que era el del comunismo, cambiándolo después por el del populismo, seguido por el modelo de la Venezuela de Chávez y de Maduro, para hablar del regreso al pasado nacional y, concretamente, a los tiempos del presidente Echeverría.
En realidad, si se trata de dos modelos diferentes, sólo que
descritos desde la perspectiva y los intereses de quienes hoy gobiernan o
pretenden gobernar, así como de los que imponen las políticas
económicas y sociales, quienes lejos de estar interesados en convertir a
México en una nación moderna, justa, eficiente y soberana, han hecho de
ella, un gran negocio para seguir incrementando su riqueza.
Quizá la mejor manera de entender las diferencias entre estos dos
modelos es a partir de una característica esencial que define a cada uno
de ellos, uno podría ser descrito como Modelo Concentrador y el otro
como Modelo Distributivo, porque en realidad el objetivo central del
primero ha sido la concentración tanto del dinero como de la producción y
de la población misma, modelo que surgió con la revolución industrial
en Europa, la cual concentró a la población campesina en las ciudades,
pagándoles con dinero que ellos no tenían, para convertirlos en obreros.
Los dueños de las fábricas pronto se dieron cuenta que al contar con
industrias y máquinas más grandes, la eficiencia industrial crecería y
sus utilidades serían mayores.
El problema de este modelo era el inevitable crecimiento de la pobreza, señalada con claridad en la obra literaria Los miserables
del escritor francés Víctor Hugo, asunto que terminaría llevando a ese
sistema a una crisis, cuando la pobreza impidiese a las mayorías comprar
los bienes producidos que ellas necesitaban, pero que no podían
adquirir.
El segundo modelo fue desarrollado por primera vez de manera
consciente para rescatar a la sociedad estadunidense de esa crisis, que
finalmente ocurrió en 1929 y fue conocida como
La gran depresióngenerada por la concentración industrial y financiera de Estados Unidos. Este modelo, propuesto e instrumentado por el presidente Franklin D. Roosevelt a partir de 1932 e inspirado en la tesis del economista John Maynard Keynes, al que se le comenzó a llamar
The american way of lifepromovió el desarrollo de las regiones agrícolas y rurales de esa nación, mediante inversiones gubernamentales orientadas a desalentar la concentración urbana, creando fuentes de empleo en materia comercial y de servicio en las zonas rurales, desconcentrando también los recursos económicos implícitos en esas nuevas fuentes de empleo.
Si comparamos el desarrollo económico y social de ese país con el
nuestro, algunos hechos saltan a la vista: Mientras la capital mexicana
concentra cerca de 20 por ciento de la población nacional, la de Estados
Unidos representa menos de 1 por ciento de su población total. De igual
manera si tomamos las 10 ciudades más importantes de México, nos
encontramos con una concentración poblacional mayor a 50 por ciento,
mientras que en Estados Unidos no llega a 15 por ciento.
Al escuchar a López Obrador decir que él es admirador del
presidente Roosevelt, es posible percatarnos de que en ello va su
proyecto de desarrollo nacional, totalmente diferente a todo lo que se
le viene imputando en estos tiempos ¿Será esto por ignorancia o por mala
fe?
Hoy se sabe que los aeropuertos son instrumentos fundamentales para
la concentración de la población urbana. Los promotores del NAICM
afirman que con ese aeropuerto se crearán medio millón de empleos, pero
callan las consecuencias demográficas y ecológicas que tendrá ese
proyecto ¿Cuál será su impacto en el crecimiento de Ciudad de México
durante los próximos años? ¿Será agradable vivir en una ciudad de 50
millones de habitantes? ¿No sería más inteligente pensar en una red de
seis aeropuertos de mayor calado y menor costo, que pensar sólo en uno?
Desde luego, al señor Slim le interesa tener un gran negocio para seguir
concentrando capital, pero ello no necesariamente habrá de beneficiar
al país en su conjunto.
La propuesta de López Obrador de
desconcentrarel gobierno, distribuyendo las secretarías de Estado y organismos públicos en ciudades más pequeñas no ha sido una ocurrencia, sino un proyecto socioeconómico que busca distribuir las funciones del gobierno para lograr un proceso de desarrollo equilibrado y menos centralizado.
Sin embargo, no se trata sólo de desconcentrar la población; también
es necesaria la desconcentración de la riqueza, siendo éste uno de los
problemas más graves del México actual (el cual va de la mano con la
corrupción). Hoy como nunca, la riqueza de las naciones está dada por
los capitales con que cuentan y por su capacidad de trabajo, necesarios
ambos para satisfacer los niveles de bienestar de su población. Por su
naturaleza, esta capacidad de trabajo se ha definido hasta ahora por el
número de sus trabajadores y por la preparación y niveles de competencia
de éstos.
Cuando el señor Anaya nos manifiesta que es necesario traer más
inversiones, diciendo que ello traerá más empleos, en realidad está
hablando de seguir incrementando la pobreza. Pues en el caso particular y
actual de nuestro país, un alto porcentaje de los capitales existentes
han sido ajenos al mejoramiento de los niveles de bienestar de la
población nacional durante más de tres décadas, caracterizadas por un
proceso de concentración del capital en un grupo reducido de personas;
si analizamos ahora los decires y propuestas de los candidatos del PAN y
del PRI, cuando afirman que ellos representan las posibilidades de
crecimiento y desarrollo con la incorporación de más inversiones, y
arguyen que eso permitirá crear más empleos, debemos percatarnos de que
eso es lo que no ha sucedido en estos años, en los que lo único que ha
aumentado es la pobreza, en virtud de que el modelo únicamente funciona
(y muy bien) para quienes sólo buscan beneficios económicos para ellos,
no para la colectividad.
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