Jazz
Antonio Malacara

El pasado 27 de abril, en el Festival Primavera Jazz, Carbajal presentó Daydream, un álbum que bien podría extender su título a Catorce breves piezas para grandes emplazamientos, que sostiene un decir maduro y casi espontáneo donde nuestro pianista (multinstrumentista) continúa enlazando los aromas del rock progresivo –y ciertas exhalaciones mexicanistas– con ese etéreo y vaporoso ente que todavía reconocemos como jazz.
Daydream es sin duda el mejor trabajo en la amplia discografía de Carbajal. Guitarra, bajo y batería imponen condiciones desde el primer instante, con la solidez rítmica que penetrará a lo largo de toda la obra. De hecho, la batería de Mauricio Blass y el bajo de Alfredo Landa son los principales responsables de esta plataforma, con ocasionales (y extraordinarios) bajeos de Marcos Milagres y Miguel Rodríguez Chuck. Pero la batería de Blass es impresionante y discreta a un mismo tiempo; algo realmente fuera de serie.
La banda se complementa con la guitarra de Vladimir Alfonseca, el vibráfono de Gustavo E. Salas, la flauta de Jaet Garibaldi y dos alientos de primer orden: Abdiel Rodríguez (sax tenor) y Armando Servín (trompeta). Nos hubiera gustado una mayor intervención solista de la queretana trompeta de Servín, pues no fue sino hasta el séptimo track, Luna de mediodía, que se muestra a plenitud. En cambio, el sax de Abdiel arremete intensamente desde un inicio con Mirage y lo reitera en Constellations, 2 A.M. y Solar.
En Daydream Matías Carbajal presenta ocho nuevas composiciones de muy buena factura, pero en temas como Solar, Mi clima y El mercado de San Juan, que datan de 1995, 1997 y 2014, respectivamente, muestra nuevamente su madurez conceptual, con arreglos en los que se reinventa. Ya puestos a escoger, nos quedaríamos con Mi clima, en la que Chuck hace gala de su temprano virtuosismo.
Son los anhelos y los sueños diurnos de un compositor, que a una semana de haber presentado este trabajo con sabor a jazz, trabaja ya en un nuevo disco, pero ahora en la vena de la así llamada música clásica.
“Parte de esta onda de ser autodidacta, es no tener límites ni prejuicios y tomar la música como un todo –comenta–. Siempre he tenido la inquietud de fusionar mundos, de llevar lo que más me gusta del jazz al mundo del pop, y del pop a la música clásica; pero la parte de la clásica resulta muy seria por la cantidad de instrumentos a que te enfrentas, y por el hecho de ir conociendo las tripas de cada instrumento a fin de poder escribir para cada uno.”
No ha de ser sencillo para un músico autodidacta entrarle a todo esto de la orquestación clásica. Tiene que ver con varias cosas. La primera es que mi papá me llevaba a los conciertos de la Ofunam desde los cuatro años; eso fue una escuelota que se alojó en el subconsciente
Los temas de música clásica serán grabados con una base de piano y quinteto de cuerdas, a la que se le irán añadiendo maderas y metales en forma paulatina. El disco será presentado en octubre en el Lunario del Auditorio Nacional. Salud.
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