Declaración de académicas por tomas feministas
The Clinic
Estamos ante un movimiento de trascendencia histórica. Se levantan en
nuestro país, en diversas universidades, asambleas, paros y tomas
feministas, configurando formas de acción colectiva que hace pocos años
atrás no eran siquiera imaginables y que hoy irrumpen en el escenario
público para impugnar los cimientos patriarcales y androcéntricos de las
instituciones universitarias.
Este nuevo ciclo de movilizaciones, que se inicia por denuncias de
acoso sexual y por la insuficiencia de los protocolos y normativas
existentes, abre una inédita posibilidad de poner en cuestión el sistema
de educación superior en su conjunto, en tanto la violencia machista y
la reproducción de las desigualdades de género denunciadas, están
estrechamente imbricadas con el carácter antidemocrático y mercantil de
las instituciones educativas.
Sabemos que la violencia de género es grande y compleja y que
atraviesa todas las esferas de nuestra vida. Por ello, transformar esta
dimensión en las universidades implica transformar estructuralmente la
educación, minando las bases del sexismo que reproduce, en las
instituciones educativas, la división sexual del trabajo, reforzando la
asociación de razón, poder y éxito en el mercado con lo masculino y de
emocionalidad, subordinación natural y precarización con lo femenino. En
este sentido, no es para nada casual que usemos la frase “casa de
estudios” para nombrar las universidades, si vemos cómo estas replican
los roles de género, constituyendo así una extensión de la casa
heteropatriarcal en la esfera de la educación formal.
La lucha contra el patriarcado y contra la reproducción de los roles
de género es también una lucha contra la educación de mercado, pues las
carreras feminizadas, asociadas a las labores de cuidado, crianza y
empatía, son precisamente las más precarizadas, mientras que las
carreras típicamente masculinas son las más valoradas socialmente, las
más exitosas en el mercado y las que cuentan con mayores recursos. Esto
sigue reforzando la reproducción de los roles de género y perpetúa la
violencia hacia los cuerpos feminizados. El feminismo, precisamente,
invita a impugnar esa reproducción y a entender que no podemos luchar en
contra del patriarcado en la educación sin luchar en contra del mercado
que refuerza las asimetrías de género y que orienta las instituciones
educativas.
Pensar la educación feminista significa pensar la democracia, la
libertad y la igualdad. Ideales que no son sinónimo de empoderamiento
individual y meritocracia, sustentada en privilegios socioculturales y
que tampoco pueden ser procesados mediante la adición cosmética de la
“perspectiva de género” en cursos, programas de perfeccionamiento o
formación contínua, capacitaciones u otros mecanismos propios de la
administración universitaria neoliberal. Una educación feminista
significa transformación desde la raíz, abarcando el orden jurídico
(cambio de estatutos desde una ordenación feminista), igualdad
sustantiva (procedimientos de paridad, igualdad de salarios, etc.),
perspectiva teórica feminista para el cuestionamiento general del
concepto de educación y de universidad, desde las disciplinas hasta las
jerarquías. La educación feminista significa también retomar las
históricas banderas de la lucha por la educación pública e insistir en
la educación como un derecho social y en la necesidad de financiamiento
directo a las universidades públicas, para poder materializar un
proyecto educativo transformador y garantizar condiciones de dignidad e
igualdad laboral para académicas/os y funcionarias/os, porque el
feminismo impugna también la precarización del trabajo.
El feminismo pone en cuestión las jerarquías, los privilegios y las
desigualdades, pues precisamente las asimetrías de poder y el carácter
estamental en los espacios sociales generan condiciones propicias para
el abuso y para su naturalización. En ese sentido, la democratización de
las instituciones educativas y el trabajo triestamental son condiciones
de posibilidad para llevar adelante la transformación de nuestras
universidades desde una perspectiva feminista.
Las movilizaciones estudiantiles que han estallado son una rebelión
contra la injusticia que imponen los mandatos del género en el
neoliberalismo. Por tanto, la recuperación de la educación pública de la
captura del mercado sexista no pasa por tener una universidad más
neoliberal con “perspectiva de género”, sino por derribar las bases de
la educación mercantil-sexista para construir desde el feminismo una
nueva educación pública.
Saludamos y apoyamos con entusiasmo a las estudiantes que han
levantado este movimiento y como diputada feminista, profesoras
universitarias, escritoras e intelectuales hacemos un llamado a asumir
un rol activo en esta movilización, organizándonos, creando espacios de
discusión y articulándonos en una alianza feminista amplia, que siente
las bases de un nuevo pacto social por una nueva educación pública,
democrática y feminista.
Firmantes: en la fuente de la nota > http://www.theclinic.cl/2018/05/09/declaracion-destacadas-academicas-tomas-feministas-no-buscamos-una-universidad-mas-neoliberal-perspectiva-genero-buscamos-transformar-la-educacion/
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