En
la historia se realiza el hombre y solo el hombre. La historia, por
tanto, no es trágica, pero lo trágico está en la historia; no es
absurda, pero lo absurdo surge en la historia; no es cruel, pero la
crueldad se comete en la historia; no es ridícula, pero la farsa se
representa en la historia. (Karel Kosik, Dialéctica de lo concreto)
La mayoría de los análisis deterministas de la historia se basan en un
entendimiento parcial de la clásica esquematización marxista de las
etapas del desarrollo histórico, a modo de la expresada en el “Prologo a
la Contribución a la Economía Política”. Este esquema influenció
fuertemente en el marxismo de la II Internacional, predominando una
línea evolucionista de abandono de toda pretensión revolucionaria al
quedar planteado inexorablemente un rumbo progresivo hacia las etapas
superiores del desarrollo humano. Como plantea Bensaid (01),
sintéticamente, esta concepción evolucionista se funda en un
determinismo histórico en donde la superestructura “determina
estrechamente” la estructura correspondiente generando la idea de “una
historia bien ordenada donde todo llega a su justo tiempo”, derivando en
la tesis del carácter prematuro de ciertos impulsos revolucionarios que
serán “autolimitados” desde el mismo movimiento socialista. Dentro del
marco teórico planteado por esta visión determinista de la evolución
histórica, se van a plantear distintas estrategias en función del
objetivo socialista. Una de las principales arenas de disputa en torno a
la pertinencia de esta interpretación del marxismo se dio en el SDP
(Partido Socialdemócrata Alemán), faro teórico y partido mayoritario
dentro de la IIª Internacional. En la elaboración estratégica
desarrollada por el SDP a fines del siglo XIX, principios del XX, tuvo
fuerte peso el prólogo a la “Lucha de clases en Francia” de 1895 escrito
por Engels, en donde predomina una clara orientación hacia la
acumulación de fuerzas por vía pacífica.
Tomando como referencia
el desplazamiento del “centro de gravedad del movimiento proletario” de
Francia a Alemania planteado por Marx tras las derrotas de 1848 y de la
Comuna de Paris, las paulatinas condiciones de desarrollo de las masas
de trabajadores reflejadas en el crecimiento exponencial del número de
votantes socialistas en este país, y una acertada critica a posibles
intentos revolucionarios “blanquistas” cancelados por el aumento
cuantitativo de los proletarios, es que Engels va a plantear como clave
durante un largo periodo, la intervención en la lucha parlamentaria para
la acumulación de fuerzas por la vía legal. Junto con la posibilidad de
interpelar a las masas, Engels plantea que la herramienta parlamentaria
brinda a los socialistas “…el mejor instrumento posible para calcular
las proporciones de nuestra acción y precaviéndonos por igual contra la
timidez a destiempo y contra la extemporánea temeridad…” (Engels, 17:
2000). Tras esta perspectiva y la advertencia de no “poner en riesgo” la
acumulación por la vial legal en movimientos insurreccionales
prematuros -sumado a la desventaja en cuanto a técnicas militares de las
fuerzas revolucionarias-, se plantea una visión evolucionista en donde
se debe mantener constante este incremento de fuerzas para que se
desarrolle prácticamente de manera “natural” hasta el “día decisivo” en
que “…desborde por sí mismo el sistema de gobierno actual” (Engels, 22:
2000).
En este contexto de disputa teórica, será Rosa Luxemburgo
una de las figuras destacadas que sostendrá en alto la teoría y
práctica revolucionaria, aportando algunas de las páginas más lúcidas de
la teoría marxista, encabezando activamente la lucha del proletariado
alemán. Conviene entonces detenerse brevemente en algunos puntos que
atañen a su pensamiento, con la convicción de que es necesario
profundizar largamente en cuanto a su aporte a la teoría y práctica
revolucionaria. Rosa va a encabezar una lucha teórica a dos frentes
contra el reformismo dentro del SDP, que en sus últimas instancias va
tener su reflejo organizativo en la fundación de la Liga Espartaco
primero, y del KDP (Partido Comunista Alemán) después. Esta tendencia
“conservadora” dentro del partido, como señala Trotsky sobre la
socialdemocracia alemana (Trotsky, 117-118), repetida día a día en un
automatismo de actitudes desprovistas de un carácter crítico, terminaron
sedimentando en una “tradición” que no pudo ya torcerse ante el
“desequilibrio tradicional” que planteó la guerra.
Pero no todo
era mera adaptación a la tradición, sino también plantarse de cara y
combatirla, y en ese sentido, uno de los frentes a los que Rosa
Luxemburgo va a apuntar sus cañones críticos es al expresado por Edouard
Bernstein. Esto se va a ver reflejado especialmente en su primera gran
obra, “Reforma o revolución”. Sintéticamente debemos decir que la línea
desarrollada por Bernstein apuntaba a la posibilidad de avanzar hacia el
socialismo mediante reformas graduales, -para Bernstein el objetivo
final se había convertido en algo superfluo, siendo lo importante el
mismo movimiento- negando la agudeza de las contradicciones inmanentes
capitalistas y la consiguiente lucha de clases (02). En sus análisis, el
socialismo deja de tener una base objetiva, es decir que tras el
abandono de la lucha de clases se verifica una renuncia a la dialéctica
sujeto-objeto. Por lo tanto, como plantea Löwy (03) el fundamento del
socialismo para Bernstein no podrá ser sino ético, ahistórico y por
encima de las clases sociales. Tras este planteo se verifica un abandono
de la dialéctica materialista y un “retorno” a los planteos idealistas
kantianos, algo que ya había sido criticado por Lenin en “Materialismo y
Empiriocriticismo” (04)
Por otro lado, Rosa va a desarrollar
una disputa con Karl Kautsky, uno de las principales figuras teóricas y
políticas de la Internacional. Aun dentro del espectro de la dialéctica
materialista y del marxismo, en Kautsky “la iniciativa revolucionaria
tiende a desaparecer a favor de “las leyes de bronce que determinan la
transformación necesaria de la sociedad”, fatalismo que “es el producto
de la fusión…entre la metafísica iluminista del progreso, el
evolucionismo socialdarwinista y un determinismo seudo “marxista
ortodoxo” (05). Este progresivo apego a los condicionamientos de la
“leyes necesarias de la historia” va a resultar en una adhesión férrea
al parlamentarismo, reflejada en la tendencia socialdemócrata de ir
ocupando espacios en el Estado burgués, dejando de lado toda pretensión
revolucionaria. Esto también va a tener su expresión en la perspectiva
de mantención de las instituciones del estado burgués puestas “al
servicio del proletariado”, negando su necesaria destrucción, como se
manifiesta en la crítica de Lenin en el Estado y la Revolución. (06)
A pesar de sostener siempre en las polémicas mencionadas una estrategia
revolucionaria de ruptura con el orden burgués, Rosa Luxemburgo no va a
estar exenta de la influencia del determinismo histórico predominante
en la II Internacional. Este se va a expresar fuertemente en sus
primeros escritos, e irá siendo matizado en su teoría por la
intervención activa de las masas revolucionarias de manera inversa a la
medida en que la experiencia práctica de la socialdemocracia iba
determinando a la acción revolucionaria consciente del proletariado un
rol cada vez más secundario. En este sentido, Löwy (07) va a plantear
que esta evolución teórica -que verifica también en Lenin y Trotsky-, va
alcanzar un punto destacado después de la “debacle” socialdemócrata en
relación a su actitud sobre la Iº Guerra Mundial. De la actitud de los
socialdemócratas -especialmente de Kautsky- cuando votaron los créditos
de guerra el 4 de Agosto de 1914, Rosa va a extraer la conclusión que
era expresión del total “abandono del materialismo histórico”. Porque si
bien antes de la guerra sostenían -con excepciones como la expresada
por Bernstein-, aunque sea de palabra la vigencia de la lucha de clases,
una vez desatado el conflicto se verifica el desbarranque hacia una
posición social-imperialista de apoyo a las burguesías nacionales. El
abandono del materialismo histórico se problematizaba para Rosa en el
análisis de la situación concreta de las condiciones materiales, las
cuales no habían variado después del inicio de la guerra. Por lo tanto,
en la teórica determinación de la conciencia proletaria por las
condiciones materiales, aquella no debía variar en un sentido limitante
de la lucha de clases, sino todo lo contrario en relación con la
situación “política” abierta (Luxemburgo, 181: 2014). La crítica de las
posiciones social-imperialista, que en apariencia se reducía a un mero
economicismo, no debe hacernos desviar la atención de lo que expresa
esencialmente en cuanto al inmovilismo: el lugar destacado de la lucha
de clases como factor determinante de la revolución. En el fondo de la
cuestión en torno a la lucha de clases, reside la actitud consciente
activa y “autocritica” del proletariado, tema expresado para Rosa
Luxemburgo al definir que el problema principal de la debacle
socialdemócrata residió en que “…careció completamente del segundo
[junto a la teoría marxista] elemento fundamental del movimiento obrero:
la voluntad enérgica, no solo de comprender la historia, sino de
cambiarla (ibid, 186)
Esta orientación hacia una posición no
determinista se va a expresar también en su concepto de “socialismo o
barbarie”, planteado en “El folleto de Junius” (08). El elemento clave
aquí es la alternativa, lo cual perfila el hecho de que ya no hay un
desarrollo histórico determinado y lineal con fin en el socialismo de
manera ineluctable.
Si bien se mantiene una tendencia al
determinismo, el elemento principal para Rosa Luxemburgo en el proceso
revolucionario, las masas, van a marcar el eje sobre el cual entender el
proceso como abierto y sujeto a disputa. En el mencionado folleto se
plantea que: “La historia avanza por medio de contradicciones, y por
cada necesidad que trae al mundo, trae también su opuesto. La sociedad
capitalista es, sin duda, una necesidad histórica, pero también lo es la
rebelión de la clase obrera en su contra. El capital es una necesidad
histórica, pero en la misma medida lo es su sepulturero, el proletariado
socialista. El dominio mundial del imperialismo es una necesidad
histórica; que la internacional proletaria lo derribe también lo es. Las
dos necesidades históricas coexisten en constante conflicto. Nuestra
necesidad es el socialismo.” (Luxemburgo, 197: [a]). En la
revolucionaria polaca la necesidad histórica ya no es un “proceso
ciego”, sino que el proletariado es parte necesaria en la construcción y
desarrollo del proceso histórico. El dominio histórico del capitalismo
en su fase imperialista se presenta como una necesidad en conflicto, sin
una resolución necesaria, con la tarea revolucionaria de derribarlo.
Para Rosa Luxemburgo el proceso revolucionaria es un proceso de largo
aliento, que no se define en un único instante decisivo en que será
implantado el socialismo, sino que es desarrollado jalonado por
múltiples derrotas. Estas derrotas no son el mero fruto de “condiciones
históricas inmaduras”, sino que cumplen un rol clave las cuestiones
subjetivas como ser “la tibieza, la indecisión, la debilidad interna”,
causas que son atribuidas por ella al fracaso del levantamiento
espartaquista(Luxemburgo, 260: [b]). Si bien la victoria se presenta al
final como ineluctable (ibíd.), esta debe ser entendida en función de un
necesario aprendizaje de las masas revolucionarias de las sucesivas
derrotas que la conducirán hacia aquel destino, aprendizaje que incluye
tanto el análisis de cuestiones objetivas como de la propia
participación activa de los sujetos en esos procesos. Si hay balance
sobre las condiciones inmateriales en las que se da la participación de
los sujetos revolucionarios, no hay fin determinado, sino una continua
lucha en donde las masas a través de su praxis revolucionaria van
haciendo y aprendiendo de su propia experiencia. Para Rosa, como lo
demostró activamente, no hay otra alternativa, “El socialismo no puede
ni será creado por decreto; no lo puede crear gobierno alguno por
socialista que sea. El socialismo lo deben crear las masas, lo debe
realizar el proletariado. Allí donde estén forjadas las cadenas del
capitalismo, deben ser rotas. Eso es lo único a lo que se puede llamar
socialismo, y es la única manera en que este puede implantarse.”
(Luxemburgo, 99-100: 2009)
Referencias:
(01)Ver Bensaid, Daniel, -, “¿Una revolución prematura?”, http://www. democraciasocialista.org/?p= 3938
(02)Esto servía de sustento teórico a la línea reformista que
encabezaba la burocracia aferrada a los cargos políticos burgueses,
especialmente los del sur de Alemania -Württemberg, Bavaria y Badem- y a
la burocracia del movimiento sindical.
(03) En Löwy, Michael, “Las significación metodológica de Socialismo o Barbarie”
(04)Ver también la crítica de Lenin al revisionismo neo-kantiano en el
articulo Marxismo y Revisionismo de1890. Allí entre los neo-kantianos de
la socialdemocracia alemana, Lenin nombra a Bernstein y Schmidt, e
incluye entre sus filas en Rusia a los “eseristas” y a los mencheviques.
(05)Ibíd. (03)
(06) Allí plantea que: “Kautsky quedará
en la grata compañía de los Legien y los David, los Plejanov, los
Petrésov, los Tsereteli y los Chernov, que están completamente de
acuerdo en luchar por “un desplazamiento en la relación de fuerzas
dentro del estado” y por “ganar la mayoría en el parlamento y hacer del
parlamento el dueño del gobierno”, nobilísimo fin en el que todo es
aceptable para los oportunistas y todo permanece en el marco de la
republica parlamentaria burguesa”(Lenin,148: 1975 [b])
(07)En Löwy, Michael, “La significación metodológica de Socialismo o Barbarie”
(08)De acuerdo a Löwy (en Actualidad revolucionaria de Rosa Luxemburgo)
que en este punto específico se refiere a Mandel, el dilema de 1915
“Socialismo o Barbarie” cobra actualidad en el siglo XXI, pero con la
corrección de “Socialismo o Muerte”, derivado del riesgo de catástrofe
ecológica como consecuencia de la expansión capitalista mundial
Bibliografia:
Bensaid, Daniel, -, “¿Una revolución prematura?”, http://www. democraciasocialista.org/?p= 3938
Engels, Federico, -, “Introducción a la edición de 1895”. En: Marx,
Karl, Las luchas de clases en Francia, de 1848 a1850, Siglo Veintidós:
2000
Kosik, Karel, Dialéctica de lo concreto, https://marxismocritico.files. wordpress.com/2012/05/ dialecticadeloconcreto.pdf
Lenin, Vladimir, Materialismo y Empiriocriticismo, Ediciones en lenguas extranjeras: 1975[a]
-, El Estado y la revolución, Anteo: 1975[b]
Löwy, Michael, La teoría de la revolución en el joven Marx, Herramientas-El Colectivo: 2010
-, “Las significación metodológica de Socialismo o Barbarie”, http://www.socialismo-o- barbarie.org/revista/sob6/ lowy.htm
-, “Actualidad revolucionaria de Rosa Luxemburgo”, http://www. democraciasocialista.org/?p= 5489
Luxemburgo, Rosa, “Discurso ante el congreso de fundación del PCA”. En:
Rosa Luxemburgo, ¿Qué quiere la liga Espartaco?, La Minga: 2009
-, “La reconstrucción de la Internacional”. En: Marxistas en la Primera Guerra mundial, IPS-CEIP: 2014
-, El folleto de Junius, La crisis de la socialdemocracia alemana, pag.197. En: Rosa Luxemburgo, Obras escogidas, Antídoto [a]
-, El orden reina en Berlín, pág. 260. En: Rosa Luxemburgo, Obras escogidas, Antídoto [b]
Trotsky, León-, “Las tendencias filosóficas del burocratismo”. En: Escritos Filosóficos, CEIP
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