La consecuencia de que las corrientes tradicionales de la izquierda
europea vean con entusiasmo al gobierno de López Obrador, es que los
zapatistas se han quedado sólo con el apoyo de los minoritarios grupos
antisistema, lo que podría reducir su influencia internacional.
Esto es parte del análisis que hace el sociólogo Bernard Duterme,
director del Centro Tricontinental (CETRI), un instituto belga que desde
1976 estudia la situación de los países en desarrollo.
En entrevista con Apro, el investigador y autor del
libro “Zapatismo: la rebelión que persiste”, considera que el interés en
torno al EZLN permanece en Europa, pero no tan fuerte como cuando se
levantó en armas.
“Todavía existe una red de organizaciones y grupos europeos
interesados en lo que pasa en Chiapas, pero sin el mismo vigor que tuvo
en los años 90 y 2000, después de la marcha zapatista al Distrito
Federal en 2001”, expone el también autor de numerosos ensayos sobre el
movimiento guerrillero que irrumpió el 1 de enero de 1994 en Chiapas.
Duterme es uno de los investigadores europeos que mejor conoce el movimiento zapatista y sus lazos con Europa.
En 1991 entró a trabajar con la ONG belga Entraide et Fraternité
(Ayuda y Fraternidad), que pertenece hasta la fecha a la plataforma
europea Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Solidaridad
(CIDSE), que agrupa ONG católicas de izquierda relacionadas con la
Diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Esas organizaciones brindaban aporte financiero a ONG mexicanas con
proyectos comunitarios en la zona de San Cristóbal de las Casas. Tal fue
el caso, recuerda Duterme, de la organización Desarrollo Económico y
Social de los Mexicanos Indígenas (DESMI) –a la que se otorgaban 10 mil
dólares anuales–, o el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las
Casas.
Tales fondos provenían de las donaciones de los feligreses y del
presupuesto para apoyar el desarrollo de otros países que destina el
gobierno de Bélgica.
La plataforma también colaboró en el financiamiento de la Comisión
Nacional de Intermediación (CONAI), que fundó el obispo Samuel Ruiz y
que de enero de 1994 a junio de 1998 medió el diálogo de paz entre el
EZLN y los gobiernos de los presidentes Carlos Salinas de Gortari y
Ernesto Zedillo.
***
Duterme estima que el factor decisivo en la pérdida de seguidores
europeos del EZLN es la división y confrontación que genera entre los
sectores izquierdistas los diferentes posicionamientos de sus pares
latinoamericanos.
En los primeros años de su existencia, el EZLN contó con la afinidad
del conjunto de las vertientes de la izquierda europea, desde la
socialdemocracia hasta los colectivos anarquistas.
Pero desde hace algunos años –advierte el investigador belga–, una
parte se ha inclinado a favor de la izquierda institucional que en
algunos países latinoamericanos ha llegado al gobierno, y otra con los
movimientos sociales de izquierda, como los indigenistas o
medioambientales, críticos de esos gobiernos.
Estos dos polos han terminado por enfrentarse.
“Muchos de estos gobiernos de izquierda –explica Duterme– aplicaron
políticas extractivistas (explotación intensa de los recursos
naturales), a las que se han opuesto otros grupos de izquierda. En
Ecuador, por ejemplo, organizaciones europeas apoyaron las luchas de las
comunidades indígenas que protestaban contra el gobierno izquierdista
de Rafael Correa (2007-2017), al que acusaban de presidencialista y
predador”.
Y ese mismo conflicto, apunta Duterme, sucedió durante los gobiernos
del Partido de los Trabajadores en Brasil o con el actual régimen de Evo
Morales en Bolivia, y reaparece ahora con el gobierno de López Obrador,
que ha encontrado la oposición del EZLN y su entorno a proyectos como
el del Tren Maya.
El miércoles 16 cerca de 700 intelectuales y activistas nacionales y
extranjeros –muchos europeos—firmaron una carta de apoyo al EZLN y a su
rechazo al Tren Maya.
Duterme explica que la consecuencia de esa división interna de la
izquierda ha sido que, actualmente, en Europa el zapatismo es más
popular “en los círculos libertarios y autónomos” que en la izquierda
tradicional.
“Hay muchos simpatizantes zapatistas europeos que no son anarquistas.
Pero la tendencia es que el zapatismo recibe más respaldo de sectores
anarquistas, que son muy críticos respecto al Estado y los actores
políticos tradicionales y sus sistemas verticales de poder”.
Se le comenta a Duterme que esta situación no parece favorecer el
peso internacional de los zapatistas, y se le pregunta si la capacidad
de estos grupos para ejercer presión a favor del EZLN es la misma que en
el pasado.
“Es difícil responder. Es cierto que el conflicto abierto con el
gobierno de López Obrador los aleja de los círculos que ponen mucha
esperanza en éste. En una parte significativa de la izquierda europea
fue muy buena noticia la elección de AMLO. Diez años después de que
ocurriera en otros países latinoamericanos, por fin en México fue electo
un presidente con un proyecto de izquierda neodesarrollista que tiene
por objetivo modernizar el país a través de una fuerte inversión estatal
y la realización de megaproyectos”.
El académico belga refiere que el zapatismo no es un tema central en
México, y menos en Europa. Comenta que cuando lo invitan a dar
conferencias en Francia o en Bélgica, se da cuenta que gran parte de los
asistentes, muchos jóvenes, no conocen el tema.
“En los años 90, muchos jóvenes se interesaron por la política
gracias al zapatismo”, señala Duterme, quien refiere que el grupo
guerrillero “tuvo un papel importante sobre toda una generación, para la
que fue una fuente de inspiración”.
Actualmente –puntualiza Duterme–, la red de aliados europeos del
zapatismo se conforma de colectivos “minoritarios, marginales, y con
dificultad para influir políticamente”.
El sociólogo belga, sin embargo, precisa que, “si mañana hay un
problema en Chiapas” que involucre al EZLN, “probablemente habrá una
nueva movilización europea con cierto poder de influencia, por ejemplo,
en el Parlamento Europeo”.
***
Este corresponsal contactó a algunas de las ONG europeas que desde el
principio apoyaron al EZLN o al entorno de organizaciones afines, y que
incluso podían enviar activistas a zonas zapatistas para realizar
distintas actividades de apoyo.
El Colectivo de Solidaridad con la Rebelión Zapatista, que estaba
basado en Barcelona y dirigido por Iñaki García, se disolvió en 2009
luego de que el EZLN declarara que dicha organización había perdido su
confianza, según anunció el mismo colectivo.
El colectivo tuvo una participación destacada en la creación y el
trabajo de la Comisión Civil Internacional de Observación por los
Derechos Humanos, cuyo vocero fue García. La comisión realizó varios
viajes a Chiapas, el primero en 1998 a raíz de la masacre de 45
indígenas en Acteal.
García declinó hacer cualquier comentario.
La asociación italiana Ya Basta! se comprometió a hablar con Apro, pero no lo había hecho hasta este martes 22.
Ya Basta! estuvo vinculada en algún momento con los llamados Monos
Blancos, un colectivo ya desaparecido de activistas que se vestían con
overoles de ese color y actuaron como servicio de seguridad del EZLN en
su marcha a la Ciudad de México.
El Colectivo de Solidaridad con los Pueblos de Chiapas en Lucha –un
colectivo de corte anarquista con sede en París y muy activo hasta la
fecha— no respondió a la solicitud escrita de entrevista.
La alemana CAREA respondió, a través de una de sus integrantes, que
no es un “colectivo de solidaridad con el zapatismo”. Puntualizó que
trabaja con el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas,
al que envía activistas para apoyar a las comunidades indígenas de
Chiapas, pero que no todas son zapatistas.
Aunque discretas, y en menor intensidad, estas y otras agrupaciones
guardan vivo el interés europeo por el conflicto en el estado sureño
mexicano.
Desde una perspectiva sociológica, afirma Duterme, el zapatismo plantea un caso extraordinario de perseverancia.
El citado libro Zapatismo: la rebelión que persiste, publicado por el
CETRI en 2014, exponía que una de las originalidades del EZLN era su
durabilidad como actor importante de la vida socio-política de México.
El volumen ya identificaba los elementos conflictivos que terminaron
por provocar la más reciente diferencia entre el EZLN y el nuevo
gobierno.
“La viabilidad de tal experiencia profundamente emancipadora, y
radicalmente democrática, es cuestionada. Fragmentación política de las
regiones indígenas, estrategias de contrainsurgencia y asistencialismo
gubernamental, penetración de las trasnacionales de la industria
extractiva, turística, agroexportadora… la adversidad del contexto es
tangible. Así como los límites internos de la rebelión, cuyas lógicas de
acción, sociales y políticas, pueden converger o chocar”.
Duterme reitera en la entrevista el estado de vulnerabilidad social,
política y militar que enfrenta el EZLN. Su régimen de autonomía,
afirma, es bastante frágil, además de que la guerrilla “sufre de un
aislamiento político bastante fuerte que se percibe estos días a través
de todas las críticas que recibe de varios sectores mexicanos”.
Explica que tras el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés
Larráinzar de derechos indígenas que el gobierno de Zedillo firmó en
1996, y el fracaso de sus múltiples intentos de articularse con otros
sectores de la izquierda mexicana, hace 15 años los zapatistas
decidieron atrincherarse y construir ellos mismos una opción de cambio
en las regiones bajo su influencia.
Para Duterme, el EZLN logró desarrollar sistemas educativos,
sanitarios y económicos alternativos, pero frágiles y dependientes de
apoyos externos, que son inestables.
“Es muy difícil construir un sistema anticapitalista en un mundo
capitalista”, comenta Duterme, que pone como ejemplo el hecho de que el
café que producen los zapatistas lo tienen que exportar y vender entre
las redes de solidaridad internacional.
El zapatismo, dice, “siguen esta dinámica, construir el otro mundo
que quieren; un modelo de desarrollo anticapitalista, más solidario, más
justo y respetuoso de la naturaleza, pero sólo en su región. Se dieron
cuenta que no había que esperar una ruptura de modelo a nivel nacional”.
Prosigue: “Es la crítica que hacen al nuevo gobierno, que ese cambio
no está en su proyecto político. López Obrador es muy diferente a los
últimos presidentes, pero según los zapatistas, no va más allá de una
crítica superficial del neoliberalismo.
“Nunca voy a idealizar el proyecto zapatista: su dinámica ha dado
logros y es interesante, pero muy vulnerable y confrontada a un contexto
actual muy difícil”, concluye Duterme.
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