Las nuevas caravanas de
migrantes que empezaron su tránsito desde hace unos días y ya están en
México han tenido un recibimiento totalmente distinto de lo sucedido con
aquellas que se produjeron a partir de octubre 16 del año pasado. En
primer lugar se ha establecido un mecanismo para conocer sus nombres,
sexo, edad y origen, y se les va a otorgar una visa humanitaria para
seguir el proceso, ya sea visas de asilo o de trabajo. Ha quedado claro
que se van a respetar los derechos humanos y serán albergados en las
mejores condiciones posibles hasta que se decida su situación
migratoria. El gobierno mexicano fue muy claro en el sentido de que los
migrantes iban a tener el apoyo de las autoridades, pero debían pasar
por el mecanismo mencionado. Sin embargo, si bien hubo cerca de un
millar de personas que entraron bajo ese mecanismo, entró otro conjunto
de personas que se negó a aceptar las condiciones impuestas por México,
lo cual llama la atención, pues no hay ninguna justificación para que
violen las condiciones propuestas por el gobierno mexicano en tanto que a
todos se les permite la entrada. Hasta ahora las autoridades mexicanas
han manifestado una enorme prudencia pues, en lugar de deportarlos tal
como se había señalado sucedería en caso de violentar las condiciones
propuestas, están tratando de hablar con los líderes y convencerlos para
que depongan esa actitud claramente transgresora.
Detrás de estas caravanas se encuentra Donald Trump que las aprovecha
para incendiar, aún más, los sentimientos de rechazo, racismo y
xenofobia de algunos sectores del país vecino, muchos de los cuales son
su base electoral y los azuza afirmando que México no está haciendo
suficiente para detener a los migrantes. Busca argumentos para que le
sean otorgados los fondos para la construcción del muro, que por inútil y
absurdo los demócratas se lo han negado. Y es tal su irresponsabilidad
que no le ha importado cerrar el gobierno, con lo cual 800 mil
burócratas llevan un mes sin cobrar, claramente un chantaje para salirse
con su capricho, pues diferentes estudios han mostrado que en la
frontera no hay problemas de inseguridad ni crisis humanitaria, y que la
droga seguirá fluyendo en tanto la demanda se mantenga. Parece
increíble que el país más poderoso de la tierra haya hecho presidente a
un personaje cuyo actuar responde a impulsos desprovistos de
razonamientos inteligentes o sentido común y de graves consecuencias
para la población estadunidense.
Detrás de estas caravanas también se encuentra el drama de todas
aquellas personas que se ven forzadas a dejar país, familias, bienes,
esfuerzos infructuosos por un futuro aceptable. Estas migraciones
responden al concepto de migraciones forzadas, por la falta de acceso a
los mínimos de bienestar, educación, salud, al empleo digno y una enorme
desigualdad social. Por ejemplo 57 por ciento del Triángulo Norte
(Guatemala, el Salvador y Honduras) vive en pobreza; 30 por ciento de
los jóvenes no estudian ni trabajan y el nivel de homicidios es de los
más altos del mundo, lo que hace de la inseguridad una vida en constante
zozobra.
Pero otro aspecto que no puede soslayarse es la falta de democracia,
que en el caso de Honduras se produjo dicha ruptura a partir del
derrocamiento del presidente constitucional Manuel Zelaya por un golpe
de Estado en 2009, hecho que fue calificado por la propia Unión Europea
como un
golpe military quien solicitó que se restaurara el orden constitucional. Hecho que no se produjo y las nuevas autoridades simplemente se han impuesto sin tener el consenso necesario para recuperar el camino de la democracia. Todo ello ha dado lugar a la crisis de los derechos humanos y a enormes niveles de represión, deteriorándose aún más las condiciones para alcanzar crecimiento económico y desarrollo. Por eso son inaceptables los comentarios del presidente hondureño Juan Orlando Hernández, quien señala que
hay que buscar a los responsables de las migraciones, afirmando que
estas caravanas están manipuladas y que tienen un matiz político, evadiendo así su propia responsabilidad y negando con ello la posibilidad de realizar los cambios necesarios que permitan un nuevo camino para toda esa población.
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