La Jornada
El servicio de mensajería
WhatsApp, que por su extensión, prestaciones tecnológicas y capacidad de
manejar contenidos ha ido evolucionando en una suerte de red social,
anunció que ha reducido el límite de destinatarios de cada mensaje de 20
a cinco, a fin de combatir la desinformación, los rumores y el spam o
publicidad no deseada. Al anunciar la medida, Victoria Grand,
vicepresidenta de Política y Comunicaciones de la subsidiaria de
Facebook, señaló que con esa medida, WhatsApp espera que la mensajería
se enfoque a contactos cercanos de los usuarios.
Si se considera que un grupo de WhatsApp puede tener hasta 256
integrantes y cada uno tenía la posibilidad de mandar un mensaje a 20
destinatarios, el contenido podía llegar a más de 5 mil personas en un
solo renvío. Con la nueva medida, los destinatarios quedarán reducidos a
mil 280.
En la década reciente la expansión acelerada de los servicios de
mensajería digital y la eclosión de las redes sociales han empoderado a
la gente en general en el ámbito mediático y han hecho posibles nuevas
formas de activismo en todos los terrenos, pero también han creado un
enorme territorio para la desinformación, las campañas de intoxicación
de la opinión pública, el acoso y el desprestigio de inocentes, la
difusión de virus, así como los fraudes cibernéticos.
Un caso de particular gravedad es el de la propagación de rumores y falsas noticias (fake news), un fenómeno que en India ha desembocado en varios linchamientos.
Sin duda, las maneras de distribuir información, que fueron
predominantes durante el siglo pasado, han cambiado para siempre. Lo
anterior se ha traducido en el surgimiento de nuevos sujetos
informativos y ha generado un retroceso en audiencias en los medios
tradicionales, como los impresos, la radio y la televisión, los cuales
han debido, con éxito variable, adaptarse a las nuevas plataformas.
Paradójicamente, los profesionales, tanto los mencionados como los
que nacieron en Internet, son en la actualidad más importantes que nunca
para validar las noticias y confirmar o desmentir lo que se difunde en
las redes. En el nuevo escenario, las corporaciones propietarias de
éstas, como Facebook, Twitter, Google, Instagram y YouTube, así como los
servicios de mensajería que manejan crecientes cantidades de contenido,
como el referidoWhatsApp, están obligados a comprender y a aplicar
criterios editoriales para garantizar la libertad de expresión, pero
también para evitar que sus plataformas sean utilizadas en actividades
indebidas o claramente delictivas.
Cabe esperar que las direcciones de esos corporativos, que proceden
generalmente del mundo de los negocios y de la informática, pero no de
ámbitos periodísticos, sean capaces de superar semejante desafío.
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