El proceso para crear la
Guardia Nacional avanza casi como un hecho, producto de la decisión
presidencial, si bien no exento de contradicciones en el Congreso de la
Unión y en abierto rechazo a lo expresado por organismos de derechos
humanos de la llamada sociedad civil, especialistas, la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y la Oficina en México del Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH).
Todos ellos ofrecieron argumentos en días pasados, en los foros en la
Cámara de Diputados, sobre los riesgos que entraña la militarización,
que en estos tiempos no se dice como lo hizo en su momento Felipe
Calderón, que era para controlar al crimen organizado, lo cual a todas
luces no tuvo éxito. Ahora se plantea que la Guardia Nacional es para
cuidar a la ciudadanía. El saldo de los mismos fue que el Ejecutivo
cedió en que la operación de la Guardia Nacional quede en manos del
Ejército, el control administrativo sea de carácter civil y se hizo
pública esta modificación sobre la iniciativa ya presentada . Lo cual es
en sí misma una anomalía, pues la iniciativa de reformas
constitucionales ya estaba en el terreno del Congreso.
Sin embargo, se está normalizando en estos tiempos que participen
instancias del Ejecutivo en el cabildeo y negociación de los dictámenes
de especial interés, incluso, como en este caso, que para ello acudan
legisladores a sus oficinas. Siempre ha sucedido así, cuando la
hegemonía en el Congreso fue por décadas priísta, el llamado
dedazotenía múltiples expresiones. Hoy, sin embargo, se enarbola el cambio como bandera, pero éste no parece incluir el respeto al principio de división de poderes. La CNDH cuestionó que estamos frente a una determinación ya tomada, pues ya se inició el proceso de reclutamiento para la Guardia Nacional, además de figurar en el Presupuesto de Egresos.
Jan Jarab, representante en México de la ONU-DH, sintetizó así: el
dictamen no brinda garantías de no repetición ni permite inferir que no
volverán a suceder las graves violaciones de derechos humanos cometidas
por las fuerzas armadas en el pasado; la fusión de la Policía Federal
con las policías militares debilitará muy probablemente los esfuerzos
por construir y fortalecer a las corporaciones civiles que el país
necesita; la preocupación por el impacto que en la investigación del
delito y el sistema de justicia penal llegaría a tener la reforma, y la
preocupación por la idoneidad y la efectividad de la medida propuesta
para abordar la inseguridad. En coincidencia con la mayoría de las
objeciones, se concluyó que desde que comenzó el despliegue de las
fuerzas armadas en tareas de seguridad, la violencia en el país se ha
disparado, por lo que esta no parece la forma idónea de lograr
seguridad.
El pasado 16 de enero, la Cámara de Diputados aprobó el dictamen con
las reformas a 13 artículos constitucionales para crear la Guardia
Nacional, con 362 votos de PRI, Morena, PES, PT, PVEM y algunos del PRD,
119 en contra, cuatro abstenciones y 15 ausencias . En los cambios a la
iniciativa, expresados en el dictamen negociado, perdón, aprobado, se
agregó que la estructura orgánica, estará bajo el control de la
Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, pero con un cuerpo
colegiado llamado junta de jefes de estado mayor, conformada por
integrantes de las secretarías de Seguridad, de Defensa Nacional y de
Marina, subordinada al mando civil de la corporación. Se define que los
delitos cometidos por elementos de la Guardia Nacional, en el ejercicio
de las funciones de la misma, serán conocidos por la autoridad civil
competente. En tanto que las faltas y delitos contra la disciplina
militar serán conocidas por las autoridades y tribunales militares. Por
si quedan dudas sobre su esencia, se dice que tendrá un régimen
homologado al de las fuerzas armadas, lo cual correrá a cargo de la
Secretaría de la Defensa Nacional. En transitorios se indicó que además
se dan 120 días para que el mismo Legislativo expida la ley
reglamentaria del uso de la fuerza y una ley para generar un registro
nacional de detenciones. Se indica que en tres años la Secretaría de
Seguridad Pública presentará un plan para restructurar las instituciones
de seguridad pública civiles, para que reasuman el ejercicio de su
función, de manera gradual y continua.
El Presidente de la República expresó su inconformidad con la
eliminación del artículo cuarto transitorio de la iniciativa, que decía:
De manera excepcional, en tanto la Guardia Nacional desarrolla su estructura, capacidades e implantación territorial, la fuerza armada permanente prestará su colaboración para la seguridad pública. Ya el Senado
corregirá. Hay que lamentar la militarización, incluso contra sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y un sinfín de denuncias internas. Hay regiones particularmente agraviadas, como Guerrero. Seguirán en las calles, ¿será que no estamos en tiempos de paz como señala el 129 constitucional?
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