1/26/2019

El Gobierno mexicano pide perdón 5 veces

Por: Teresa C. Ulloa Ziáurriz*

El lunes 14 de enero, tuve la oportunidad de acudir al Senado de la República a un conversatorio con la periodista Lydia Cacho, organizado por la Comisión de Igualdad de Género. Un evento muy significativo y lleno de sororidad, con la única excepción del discurso de la Senadora Jesusa Rodríguez, que muy desafortunadamente en un conversatorio donde estábamos festejando a una de las principales luchadoras contra la trata y la explotación sexual de este país, leyera el poema de Sor Juana Inés de la Cruz, “Hombres Necios”, un poema que exalta a las mujeres en situación de prostitución, como un mal presagio de su intención de legalizar la prostitución, cosa totalmente contraria al Código Moral de AMLO.
Como publicó “El País”, en su edición del 10 de enero de 2019, “es poco común que el Gobierno mexicano pida perdón y el jueves 9 de enero de 2019, lo ha hecho cinco veces. La periodista Lydia Cacho ha recibido una disculpa de parte del gobierno mexicano por la persecución que sufrió en 2005 tras la publicación de su libro “Los demonios del Edén”, una investigación sobre una red de trata y explotación infantil en el estado de Quintana Roo. El reconocimiento sobre las acciones y omisiones del Estado en su caso ha llegado después de que la Organización de Naciones Unidas, a través del Consejo de Derechos Humanos, haya reconocido que Cacho fue objeto de múltiples violaciones de sus derechos fundamentales.
“A nombre del Estado mexicano le ofrezco una disculpa pública por la violación a sus Derechos Humanos en el marco del ejercicio de su derecho a la libertad de expresión”, dijo el Subsecretario de Derechos Humanos Alejandro Encinas. Durante la disculpa pública ofrecida tuvo que enumerar las cinco violaciones graves a sus Derechos Humanos por los que el Estado se disculpó: violación del derecho a la libertad de expresión; detención arbitraria; tortura como instrumento de investigación; violencia y discriminación en razón de su género; e impunidad y corrupción alentada y ejecutada por el poder político y económico.
Lydia Cacho fue detenida ilegalmente en Quintana Roo, nueve meses después de publicar su libro, por diez personas que aseguraron ser policías ministeriales del estado de Puebla. Los agentes la llevaron desde el sureste mexicano hasta el centro del país en un trayecto de 20 horas en carretera.
La periodista fue víctima de tortura psicológica, tocamientos y amenazas de muerte. Todo ese episodio fue producto de la complicidad entre el empresario Kamel Nacif, involucrado en la red de pederastia encabezada por Jean Succar Kuri, y el entonces gobernador de Puebla, Mario Marín. Un audio de la conversación telefónica entre ambos, donde se exponía la colusión del poder político y económico para callar a la periodista, cimbró el 14 de febrero de 2006 a la clase política mexicana.
Las palabras del exgobernador y el empresario conocido como el rey de la mezclilla resonaron en la sala. Tras aceptar la disculpa del gobierno mexicano, la periodista puso las grabaciones que demostraron que su detención había sido ilegal. Las mismas que llevó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), donde los Ministros determinaron, en 2007, que las violaciones a sus derechos no habían sido graves.
“Si las mujeres como yo nos hemos jugado hasta la vida por los Derechos Humanos, lo menos que puede hacer este país es proteger a sus periodistas”, dijo Cacho tras escuchar la disculpa del Estado. La autora de “Los demonios del Edén” mencionó que durante todos los años que temió por su vida, también fue víctima de burlas misóginas. “Nos dijeron que el periodismo era de hombres y que los Derechos Humanos eran una sensiblería. He perdonado a mis torturadores porque no permití jamás que colonizaran ni mi cuerpo, ni mi espíritu”, añadió.
El gobierno mexicano tendrá que trabajar en los próximos meses para derogar los delitos de difamación y calumnia que todavía están vigentes en los códigos penales de ocho de los 32 estados. La Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, —que en 2007 votó en la Suprema Corte de Justicia de la Nación en contra de reconocer los actos contra Cacho como violaciones graves a sus Derechos Humanos— expresó que el Estado se dedicará a fortalecer la protección para los periodistas. “Nunca más la censura ha de tener cabida”, dijo. En 2017, 11 periodistas fueron asesinados; en 2018, al menos nueve murieron en homicidios relacionados con su trabajo.
Y esta disculpa pública cobra la mayor importancia porque, primero, se ofrece como producto de la primera recomendación emitida por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que nunca había emitido ninguna recomendación para ningún país, por ningún motivo. 
Segundo, porque la ceremonia de disculpa pública estuvo presidida precisamente por la Ex Ministra Olga Sánchez Cordero, hoy Secretaria de Gobernación, quien en su momento votó en contra de reconocer que los hechos perpetrados contra Lydia eran violaciones graves a sus Derechos Humanos, lo que permitió no desaforar a Mario Marín, exgobernador del estado de Puebla.
En los últimos años, el gobierno mexicano solo había ofrecido disculpas en dos ocasiones: en 2015 a dos soldados que fueron discriminados en las Fuerzas Armadas por ser portadores del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), y en 2017 a tres mujeres indígenas que fueron encarceladas por supuestamente secuestrar a seis agentes de la Policía Federal. En marzo, el Estado pedirá perdón a las familias de dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey asesinados por miembros del Ejército mexicano al confundirlos con miembros de un cartel de drogas.
Una lección recojo de estos hechos. No debemos echar las campanas al vuelo por la llegada de una mujer a un alto cargo del gobierno de nuestro país sin antes revisar su historia, porque más tarde o más temprano el destino nos alcanza y la alcanza y se la cobra, como fue el caso.
Lo que no podemos negar es el coraje, la valentía y la persistencia de Lydia Cacho, que acompañada por Artículo 19 estableció un precedente que nos abre una inmensa posibilidad a las víctimas de violaciones graves a nuestros Derechos Humanos. Larga vida a Lydia.
*Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, (CATWLAC por sus siglas en inglés).
Twitter: @CATWLACDIR
Facebook:  @CATWLAC

Foto: Rosario Nieto
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

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