Amylkar D. Acosta M1
“Nadie debería morir porque no puede obtener los
medicamentos”.
Lee Jong-wook, Dir. OMS (Q.E.P.D)
medicamentos”.
Lee Jong-wook, Dir. OMS (Q.E.P.D)
Uno de los temas más controvertidos en el transcurso de la negociación del TLC de Colombia con los EEUU fue el atinente al capítulo de la propiedad intelectual y sobre todo en lo relativo a la protección de las patentes de los medicamentos. Colombia en este aspecto empezó cediendo antes de sentarse a negociar, actitud esta que contraría los principios más elementales de la negociación, otorgar sin nada a cambio. En efecto, en el 2002 se expidió el Decreto 2582 como condición para la proclamación de la Ley mediante la cual el Congreso de los EEUU renovaba los beneficios del ATPDEA a Colombia, aprobada el 6 de agosto del mismo año2. No le importó al gobierno que esta norma contrariara flagrantemente la Decisión 486 que estableció el Régimen Común sobre Propiedad Industrial, aprobada por la Comisión de de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) el 14 de septiembre de 2000. Dado el poder vinculante de la misma, la Asociación de Industrias Farmacéuticas Colombianas (Asinfar), gremio que representa a los laboratorios nacionales, interpuso la demanda contra dicho Decreto ante el Tribunal Andino de Justicia (TAJ) y este se pronunció el 15 de diciembre de 2005 dejándolo sin efecto. Pero, ello no fue óbice para que el Decreto de marras le sirviera al gobierno de base para la negociación de las patentes de medicamentos en el TLC con los EEUU.
Luego, el gobierno de Colombia no sólo desacató el fallo proferido por el TAJ, sino que se las apañó para, junto con el Ecuador de Lucio Gutiérrez y el Perú de Alejandro Toledo, con mayoría simple en el seno de la Comisión modificar la Decisión 486 mediante la Decisión 632 de abril 6 de 2006, aclaratoria del segundo párrafo del artículo 266 de la misma. De este modo, allanaron el camino para el cierre de las negociaciones y la posterior firma del TLC, esta vez por parte de Colombia y Perú solamente, pues el Presidente Rafael Correa de Ecuador tomó distancia respecto a los EEUU. Claro, que el precio que se pagó por esta maniobra fue muy alto, pues este fue uno de los factores que más contribuyó a dar al traste con el proceso de integración andina que tuvo como gestor hace 39 años al ex presidente Carlos Lleras Restrepo3. A la postre, Colombia se ha quedado con el pecado y sin la gracia, pues todavía es hora que la ratificación del TLC por parte del Congreso de los EEUU sigue embolatada4.
Pero, allí no terminan las tribulaciones de Colombia con el espinoso tema de las patentes de los medicamentos. Después de firmado el TLC por los presidentes Bush y Uribe, las nuevas mayorías demócratas en el Congreso de los EEUU condicionaron su ratificación a la revisión de varios de los temas ya negociados, entre ellos el de las patentes para los medicamentos. Increíblemente partió de ellos y no de la parte colombiana la iniciativa de “restablecer un justo balance entre la promoción del acceso a medicinas y la protección de la innovación farmacéutica en los países en desarrollo”5. Ello, como respuesta al endurecimiento de las normas sobre protección de las patentes de los medicamentos, que favorece obviamente a los medicamentos de marca que sólo los producen las multinacionales farmacéuticas, en detrimento de los genéricos, en el texto ya suscrito y ratificado en volandas por parte del Congreso de Colombia. El texto como fue aprobado es lesivo tanto para la industria nacional, que produce sólo medicamentos genéricos y que provee más del 70% de unidades consumidas, como para la población de más bajos ingresos, que verá afectado su acceso a la salud por el encarecimiento de los medicamentos6. Es claro que al subir los estándares de protección, como se hizo en el Decreto 2085 primero y en la negociación del TLC después, por encima de los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ello redundara en menor competencia, mayor monopolio y alza inmoderada de precios al retardar la entrada al mercado de los medicamentos genéricos, que son mas asequibles al consumidor.
A QUIÉN SIRVE COLOMBIA?
Pero, lo más inaudito es lo que acaba de ocurrir en el marco de la Cumbre de la ONU para I + D en Salud celebrada recientemente en Ginebra, preparatoria de la Asamblea Mundial de la Salud auspiciada por las Naciones Unidas. Allí la delegación de Colombia7, cuya representación curiosamente se la arrogó la Cancillería y no el Ministerio de Protección Social, asumió el papel del patito feo, pues mientras el grueso de las delegaciones de los países en desarrollo trataba de diseñar una estrategia global y un plan de acción para facilitar el acceso a los medicamentos esenciales, Colombia se alineó con la postura recalcitrante de la delegación de los EEUU y parte de la Unión Europea (UE), e incluso fue más lejos que estos en la defensa de los intereses de las multinacionales farmacéuticas, acostumbrados como están a sacar las castañas del fuego con mano ajena. Lo más irónico es quien ha liderado la justa posición de los países en desarrollo, encabezados por China, India, Brasil, Tailandia y Kenia, es el colombiano Germán Velásquez, quien ocupa una alta posición en el seno de la OMS. Este bloque de países ha venido cuestionando el actual esquema por considerarlo perverso y contrario al interés de los pueblos, los cuales se ven excluidos de la posibilidad de acceder a la salud por cuenta de los precios exorbitantes de los medicamentos de marca. Como lo registró la revista Semana, “la posición de Colombia en un debate trascendental sobre medicamentos genera polémicas entre los 120 países miembros de la Organización Mundial de la Salud”8 y se preguntan sugerentemente “¿a quién sirve?”9.
Está en el interés de los países en desarrollo acordar una estrategia y un ambicioso plan de acción tendiente a promover la investigación y el desarrollo de la industria farmacéutica, con el fin de producir nuevos medicamentos para tratar las distintas enfermedades. Con tal fin, China y los países pobres se proponen crear un gran Fondo para su financiación. Esto no es mirado con buenos ojos por parte de las multinacionales farmacéuticas, que pretenden que sólo se circunscriban al SIDA, la malaria y la tuberculosis, enfermedades estas prevalentes en los países en desarrollo, reservándose ellas el resto del jugoso mercado de los fármacos, particularmente la medicación de enfermedades cada día más extendidas como el cáncer o las afecciones cardiovasculares. Su temor estriba en el hecho de que la producción de medicamentos y vacunas genéricos o nuevos procedimientos clínicos que se desarrollen, atenten contra las posibilidades de seguir abusando de su posición dominante en el mercado de los medicamentos.
COLOMBIA: REINCIDENTE Y CONTUMAZ
No es esta la primera vez que la delegación colombiana ante escenarios multilaterales como este asume el papel de villano, como fue calificado por parte de varias ONG su actitud al plantear que este tema no debe abordarse por arte de la OMS sino que debe remitirlo a las organizaciones mundiales de comercio y de propiedad intelectual, en donde se sabe la suerte que le depararía. Las intervenciones del delegado del gobierno de Colombia le merecieron una dura reprimenda por parte de ellas, calificándolas de “estúpidas” y en un duro pronunciamiento le sacaron en cara que “En Colombia hemos visto ya muchas veces cómo el gobierno está dispuesto a hacer casi cualquier cosa que pueda para lograr la aprobación de un TLC con Estados Unidos, y evidentemente (…) a bombardear un proceso de discusión sobre los beneficios de la innovación en salud y sobre los intereses de los países en desarrollo”10. Este incidente se vino a sumar a la negociación en solitario del TLC con los EEUU, llevándose de calle la CAN, ahora se reincide en el mismo desaguisado con la negociación en curso de otro TLC con la UE; al desdoroso papel de Colombia en el Consejo de Seguridad de la ONU al apoyar la aventura de Bush en Irak; la deserción del G-22 en plena Cumbre Interministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Cancún (México) a fines de 200311. Colombia insiste en comportarse como país satélite de los EEUU, el mismo que le ha dado reiteradas demostraciones de que ellos “no tienen amigos sino intereses”, como lo pontificó el ex canciller de los EEUU y otrora abogado de la tristemente célebre United Fruit Company, de ingrata recordación para los colombianos, John Foster Dulles. Ello ha llevado al país a asumir como propio el talante aislacionista y unilateralista que ha caracterizado a la administración Bush, como detestable y detestado palo en la rueda por doquier, con todas sus consecuencias. No me resigno a aceptar que Colombia siga siendo alfil sin albedrío en esta complicada partida de ajedrez que juegan las grandes potencias en la que se ha dejado atrapar la Colombia de tod@s. Démosnos nuestro propio camino, pues, los destinos son irrepetibles e inimitables. No olvidemos que, como lo afirmó nuestro laureado García Márquez, “nuestra virtud mayor es la creatividad y, sin embargo, no hemos hecho más que vivir de doctrinas recalentadas y guerras ajenas”12. La gran pregunta es: hasta cuándo?
Riohacha, mayo 18 de 2008
http://www.amylkaracosta.net/
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