James Petras es hoy uno de los más lúcidos analistas de la realidad política mundial. Estadounidense, 71 años, docente e investigador, toda su vida estuvo ligada a la causa de la izquierda. Siempre vinculado a las luchas latinoamericanas, participó en el gobierno de Salvador Allende en Chile, trabajó con el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil y con el movimiento de desocupados de Argentina. Igualmente formó parte del Tribunal Bertrand Russell contra la represión en América Latina.
Sus aportes académicos se cuentan entre los más profundos de las últimas décadas del siglo XX. Su obra es una obligada referencia para entender la sociedad contemporánea; entre algunos de sus numerosas publicaciones (más de 60 libros y varios miles de artículos traducidos a 30 idiomas) pueden citarse 'Gobernantes y gobernados en los Estados Unidos. Imperio: los banqueros, los sionistas y los militantes', 'El poder de Israel en los Estados Unidos', 'Imperio con imperialismo: la globalización de la dinámica del capitalismo neoliberal', 'Movimientos Sociales y Poder estatal: Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador', 'La globalización desenmascarada: el imperialismo en el siglo XXI', 'La Dinámica de Cambio Social en América Latina', 'Imperio o República: Poder Global doméstico o de extinción en los Estados Unidos', 'América Latina en los tiempos del cólera: la política electoral, la economía de mercado, y crisis permanente'.
Desde Nueva York, Estados Unidos, dialogó con Argenpress por medio de su corresponsal Marcelo Colussi.
Argenpress: Ante las futuras elecciones presidenciales en Estados Unidos, ¿cuáles son los escenarios que se abrirían para Latinoamérica si gana un candidato demócrata, y cuáles otros podríamos tener de ganar el ya nominado candidato republicano?
James Petras: En términos generales es más probable que gane un demócrata, particularmente Obama. Hillary Clinton ha ido creando muchos divisionismos en lo interno de su partido, lo cual le ha valido mucho rechazo. Todo indicaría que en las primarias demócratas gane él entonces, y en las elecciones presidenciales seguramente también. La población estadounidense está muy harta de las políticas republicanas de los últimos años.
Las guerras, la crisis económica, la recesión, la pérdida de las hipotecas inmobiliarias, etc., etc., todo eso puede hacer que la gente vote más como castigo a los gobernantes actuales que como una gran esperanza por los nuevos que pudieran venir. En cuanto a la política para América Latina es difícil hacer algo peor de lo que existe hoy día. Es decir: el gobierno Bush es tan de derecha, con tantos enemigos y tan pocas palancas que mover en estos momentos que forzosamente, quien lo suceda, tendrá que entrar en negociaciones más racionales para el hemisferio. Por ejemplo con Cuba, o con el presidente Chávez. Washington no puede seguir encerrado con su política de fomentar los separatismos, tanto en Santa Cruz, en Bolivia, como con el Zulia, en Venezuela.
Ni tampoco se puede seguir fomentando esa falsa separación en Argentina con el conflicto campo / ciudad, ni seguir agitando a Guayaquil en Ecuador buscando salidas regionalistas. Un nuevo gobierno demócrata debería replantearse todas estas políticas; seguramente, de triunfar en las elecciones, no se verían grandes cambios. Habría, tal vez, cambios en las políticas militaristas buscando una postura más negociadora.
Argenpress: Pero los sectores de la industria militar de la sociedad estadounidense, que se benefician con los grandes negocios que le significan políticas belicistas, ¿no seguirán intentando delinear la política exterior de Washington? ¿Qué perspectivas le ves a iniciativas como el Plan Colombia, o el Plan México?
James Petras: Sin dudas hay una estrategia de apoyar a Colombia como punta de lanza para las políticas militaristas en la región. Eso va a seguir. Cualquier presidente que gane en Estados Unidos no va a descartar a Uribe ni al Plan Colombia con todo lo que eso significa como política agresiva ya trazada, y que se mantendrá. Pero al mismo tiempo hay que ver que la política de Washington ha perdido muchos mercados en la región por la diversificación comercial que se vive en la actualidad; hay una sensible pérdida de influencia del Fondo Monetario Internacional en toda el área. Si la nueva administración va a continuar con la política de confrontación mantenida hasta ahora, debe partir por reconocer, al mismo tiempo, que no ha logrado grandes avances con la construcción de áreas de libre comercio con América Latina. La clase dirigente de Estados Unidos nunca pudo implementar el proyecto continental del ALCA; sólo consiguió acuerdos bilaterales con algunos pocos países, como Colombia, Perú y Chile. Seguramente Washington va a seguir jugando sus cartas agresivas, pero dentro de un marco de fracasos. El único éxito conseguido por la administración Bush en los últimos tres años es el proceso de Bolivia gracias a la impotencia del gobierno de Evo Morales, y la oportunidad que se ha abierto para las fuerzas separatistas en Santa Cruz. Ese se podría decir que es el único lugar donde las políticas del gobierno norteamericano se han impuesto abiertamente en estos últimos tiempos.
Argenpress: El proyecto del ALBA –la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe– que se viene gestando en estos momentos, si bien bastante débil todavía, pequeña, ¿consideras que puede ser una perspectiva real de alternativa contra los tratados de libre comercio?
James Petras: El libre comercio de hecho ya se está practicando en toda América Latina, en el sentido de que hay pocas barreras para la entrada y salida de productos. Nicaragua no es más que un gobierno liberal en todo sentido; la actual administración sandinista no ha cambiado ninguna de las políticas económicas de los gobiernos anteriores. Creo que la diferencia actual en América Latina no es entre una política liberal y una no liberal. Brasil, por ejemplo, es tan liberal ahora con Lula como anteriormente con Cardoso, o en Argentina cualquiera de los Kirchner practica una política de total apertura liberal. Lo que hay que decir es que hoy, un porcentaje mayor de los ingresos se está acumulando dentro de estos países, por eso tienen excedentes en sus presupuestos. Todo lo cual significa que Latinoamérica también ha diversificado sus mercados, porque sus clases dominantes pueden conseguir mayores ganancias comerciando no sólo con Estados Unidos sino con Asia, o Medio Oriente, u otros países en otras regiones del mundo. Pero creo que no hay una ruptura en lo sustancial con el neoliberalismo en los países latinoamericanos; más bien diría que ese neoliberalismo ha permitido una cierta base de acumulación. Es más: se podría decir que hay una nacionalización del neoliberalismo. Por ejemplo, en Argentina el liberalismo, esa marcada economía abierta que se viene aplicando ahí desde hace un tiempo, sigue siendo igual ahora a como fue años atrás, pero con la diferencia que una importante porción de los ingresos está reciclada dentro del país. Pero igual que en años anteriores, siguen las profundas desigualdades sociales. De todos modos está claro que el eje de la política argentina para nada es anti-neoliberal; es, en todo caso, un neoliberalismo que ayuda a fortalecer a las clases dominantes en su interior. En este sentido la lucha entre la presidenta Kirchner y los agroexportadores no es sino la expresión de cómo repartir las enormes ganancias que se están acumulando en el país.
Argenpress: ¿Cómo piensas que va a repercutir, económica y políticamente, en los distintos países latinoamericanos la recesión económica que comienza a manifestarse ahora en Estados Unidos?
James Petras: Por supuesto los países más afectados por esta situación de recesión serán aquellos más directamente relacionados con la economía estadounidense. Es decir, al menos en primera instancia: México, Centroamérica y el Caribe. En segundo término, los perjudicados serán los sectores de Estados Unidos más vinculados al ámbito financiero, negocios inmobiliarios, seguros y todo lo que se conoce como servicios, incluida la informática. Por otro lado, quien se va a perjudicar más en esta dinámica, será la industria de la construcción, directamente ligada al negocio de la especulación inmobiliaria. Y con la caída de estos dos sectores: finanzas y construcción, indirectamente será golpeado también el comercio. En otros términos: es una cadena de sectores que se irán perjudicando, todos muy relacionados unos con otros. Creo que es muy prematuro decir que ya hemos tocado fondo. Me parece que no, porque los efectos están extendiéndose ahora mismo desde las finanzas hacia todos los demás sectores de la economía.
Argenpress: En estos momentos hay en Latinoamérica unos cuantos procesos que podríamos decir que tienen 'carácter popular'. Son distintos, muy diversos en algunos casos (además de la Cuba histórica, ahí están Venezuela, Bolivia, Ecuador, quién sabe qué comenzará a suceder en Paraguay, etc.), en todos los casos abriendo la esperanza de caminos alternativos. ¿Se podría pensar que está dándose un viraje hacia la centro-izquierda en términos políticos? ¿Cómo ves estos procesos?
James Petras: Pensar que Latinoamérica está encaminándose hacia la izquierda es una exageración triunfalista poco seria. Podríamos decir que el matrimonio Kirchner ha tomado medidas consistentes en restricciones sobre las tarifas, que ha habido un tibio mejoramiento de los términos macroeconómicos; pero las desigualdades sociales en Argentina se mantienen igual o peor que hace años atrás. Creció el producto bruto, en todo caso, pero las desigualdades se mantienen con la misma injusticia de siempre. En Uruguay hay un gobierno ultra liberal, eso es innegable. En Brasil, en concreto el gobierno de Lula no ha hecho nada a favor de los 'sin tierra' y, por el contrario, ha favorecido especialmente a los grandes terratenientes agroexportadores. Con todos estos procesos no podemos hablar, para nada, de un viraje hacia la izquierda. Si vemos algunos movimientos hacia la izquierda podríamos decir que están con Chávez en Venezuela, en primer término. O, en segundo lugar, con algunas medidas reformistas que ha tomado el presidente de Ecuador Rafael Correa. Pero más allá de esas medidas tibias no podemos decir que estamos ante una ola de izquierda. El presidente Evo Morales, en Bolivia, ha pactado buenos negocios para un gran número de multinacionales del petróleo y del gas. No se ha hecho ninguna reforma agraria. Veamos que 65 % de los bolivianos continúa viviendo en situación de miseria. Se habla del presidente indio, pero los indios en Bolivia siguen postergados como siempre, salvo algunos cuantos que ocupan puestos en el gobierno de Morales y que son los que han permitido el avance de la derecha, de la oligarquía racista y separatista. Por todo ello hay que ser realista con lo que está sucediendo en términos políticos: es difícil decir que todos estos mandatarios son realmente de izquierda. Si bien es cierto que hay un rechazo a la super dominación de Estados Unidos en el área, también hay que decir que no se está creando una verdadera alternativa popular. La mayor autonomía que buscan todos estos gobiernos no significa forzosamente que a lo interno sean más progresistas. Ser más independiente del Fondo Monetario Internacional no significa que se ha dejado de priorizar la banca privada. Por todo eso no creo que podamos decir que se va hacia un real planteo de izquierda con todos estos procesos.
Argenpress: Para justificar sus intervenciones, el gobierno de Estados Unidos fabrica mediáticamente sus acciones inventando los demonios del caso; para ello existe, por ejemplo, el fantasma del 'terrorismo islámico'. ¿En Latinoamérica podría ser 'el narcotráfico' ese nuevo demonio que le permite actuar? ¿Qué opinas de la relación de Washington con el negocio del narco?
James Petras: Hace muchos años que el gobierno de Estados Unidos está totalmente metido con los narcotraficantes, y más que nada, en Colombia. Los principales militares de ese país, entrenados en territorio norteamericano, están implicados en el negocio del narcotráfico. Hay pruebas contundentes que muestran que Washington colaboró con diferentes carteles colombianos, por ejemplo: el cartel de Medellín. Tanto la embajada como la CIA y la DEA colaboraron con Pablo Escobar y siguen haciéndolo hoy con el cartel. Aquí, en Estados Unidos, sabemos que los principales beneficiados por el negocio del narcotráfico en Latinoamérica son los bancos de Nueva York y Miami. Eso es un negocio fabuloso que mueve miles de millones de dólares. Casi todos los presidentes colombianos reciben dinero tanto del gobierno estadounidense como de los narcotraficantes. Eso no es ninguna novedad. El dinero del narco va a parar a las campañas presidenciales, y el que llega de la embajada y de otras agencias norteamericanas es para fortalecer los escuadrones de la muerte y el Ejército.
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