El caso de la activista saharaui Aminetu Haidar colocó a España contra la pared. El incidente no sólo tensó las relaciones entre Rabat y Madrid; también movilizó a los gobiernos de Francia y Estados Unidos. Ello explica por qué España trató “con pincitas” a Marruecos, dice a Proceso el documentalista Pedro Barbadillo. Detrás de todo, dice, está un proyecto para dotar de energía solar a Europa.
MADRID, 23 de diciembre.- Luego de descender de un avión en el aeropuerto de El Aaiún, la capital del Sahara Occidental, el documentalista español Pedro Barbadillo se formó detrás de la activista saharaui Aminetu Haidar para pasar la revisión migratoria. Era el mediodía del 13 de noviembre.
Dice que él vio cuando un policía marroquí vestido de civil “la apartó de la fila unos seis metros y, tras intercambiar algunas palabras, ella le entregó su pasaporte y la ficha migratoria de ingreso” –en ésta se leía “Sahara” en la casilla correspondiente a la nacionalidad– como lo hacía Haidar cada vez que viajaba.
“De inmediato fue rodeada por cinco policías que la condujeron hasta un asiento afuera de una oficina del aeropuerto. Ella nunca tuvo el gesto incorrecto de arrojar el pasaporte al suelo, como alega Marruecos”, relata el también periodista, quien se dice convencido de que esa versión es la que usa el gobierno de Rabat para justificar sus ataques hacia los activistas de la causa saharaui.
Haidar fue retenida durante más de 24 horas por las autoridades marroquíes, que la sometieron a un prolongado interrogatorio antes de expulsarla hacia el aeropuerto español de Lanzarote con el argumento de que no había cumplido con las leyes marroquíes al defender su nacionalidad saharaui, que Marruecos se niega a reconocer.
Barbadillo trabaja desde hace tres años en un documental sobre Haidar y su lucha por la defensa de los derechos humanos en los territorios ocupados por Marruecos. Titulado Con el viento en la cara, el documento fílmico trata “sobre esta mujer que trabaja a contracorriente y sobre la forma en que ella ha logrado el reconocimiento internacional”, dice Barbadillo en entrevista.
Tras su expulsión, Haidar inició una huelga de hambre que se prolongó 32 días. Su propósito era exigir a los gobiernos de España y Marruecos que le permitieran regresar a su casa en El Aaiún para reunirse con su familia, lo que finalmente se concretó el jueves 17 a las 23:22 horas, luego de que ambos países llegaron a un arreglo.
La activista permaneció en un hospital de Lanzarote durante varias horas debido al deterioro de su salud. Al salir se dirigió al aeropuerto de ese lugar y declaró que la suya era “una victoria del derecho, de los derechos humanos, de la justicia internacional y de la causa saharaui”.
Pese al acuerdo, España quedó inmersa en una batalla diplomática que deterioró sus relaciones con Marruecos a sólo unos días de inaugurar su cuarta presidencia semestral al frente de la Unión Europea (UE).
En este periodo, los gobiernos de Madrid y París impulsaron el Estatuto Avanzado UE-Marruecos firmado a finales de 2008, mediante el cual el país norafricano tendría acceso a algunos programas comunitarios, así como al disfrute de un marco privilegiado de relaciones políticas, económicas y sociales con Europa. El caso Haidar pone en riesgo la realización de una cumbre comunitaria sobre Marruecos programada para mayo de 2010 próximo en Granada.
Cámara oculta
El documentalista Pedro Barbadillo, quien grabó la detención y expulsión de Haidar con una cámara oculta, adelanta que este domingo 20 presentará un reportaje en TV3 de Cataluña.
El 13 de noviembre, dice, la policía marroquí le incautó una cámara donde guardaba las imágenes que había grabado su compañero Pedro Guillén durante el vuelo y sobre el momento en que Aminetu descendió e ingresó a las instalaciones del aeropuerto Hassan I de El Aaiún. Días antes había estado en Nueva York, donde la Train Foundation le entregó un reconocimiento por su activismo.
“Hace dos meses –repasa Barbadillo– Aminetu y yo nos vimos en Palma de Mallorca, donde fue a dar una conferencia. Meses antes acordamos grabar otro segmento del documental para el verano, pero se pospuso para septiembre. En esa reunión en Mallorca ella me dijo que las cosas se estaban complicando, y me expresó sus temores de que la detuvieran a su regreso. Por eso me decidí a volver a El Aaiún junto con ella y con un camarógrafo.”
Aminetu también hizo la misma confesión al periodista Ignacio Cembrero, autor del libro Vecinos alejados. Los secretos de la crisis entre España y Marruecos (Galaxia Gutenberg, 2006), quien relata a Proceso: “Estuve con ella en una cafetería de Madrid a principios de noviembre, cuando regresó de recibir el premio Civil Courage 2009. En esa ocasión ella mencionó que podrían encarcelara otra vez por las declaraciones que hizo en Estados Unidos.
“Yo le respondí que no lo creía… Pero ni ella ni yo sabíamos que Marruecos iba a buscar una tercera fórmula, que era la expulsión. Yo creo que la decisión estaba tomada desde antes de su regreso a El Aaiún.”
Barbadillo prosigue: “Tras apartar a Haidar e impedir al camarógrafo seguir filmando, yo pasé los controles de pasaportes y del equipaje y llegué hasta el hall del aeropuerto y continué grabando con la cámara oculta. Pero de inmediato vinieron unos policías a buscarme. Me preguntaron si venía con el camarógrafo. Al responderles que sí, me metieron a una oficina donde lo tenían confinado. Pasé frente de Aminetu que seguía sentada, y a partir de ahí no la volví a ver.
“Nos interrogaron durante siete horas. Yo les pregunté si estábamos detenidos, me dijeron que no, que sólo estábamos retenidos, también les pregunté en varias ocasiones dónde estaba ella. Me dijeron que no era de mi incumbencia y se negaron a contestarme.
“Desde que arribamos vimos que el aeropuerto (de El Aaiún) estaba tomado por unos 200 policías. Luego supimos que el mismo cordón policial se montó el día 11 (de noviembre), el día que Haidar tenía planeado viajar de regreso a su casa; sin embargo ella pospuso su vuelo para someterse a un chequeo médico. Todo estaba preparado para su llegada
“El haber escrito ‘Sahara’ (en lugar de Marruecos) en la casilla de nacionalidad fue sólo la excusa. Ella siempre lo hacía así. Los policías sólo tachaban la palabra y ponían ‘marroquí’; lo que querían era acallar al movimiento de derechos humanos en los territorios ocupados, pero no previeron la atención internacional que el caso tendría.”
Barbadillo y el otro camarógrafo fueron liberados tras el interrogatorio, y conducidos a un vuelo hacia La Palma ese mismo 13 de noviembre, a las 21:00 horas. “No sabíamos dónde estaba ella. Fue hasta el día siguiente que me avisaron que la habían expulsado a Lanzarote”, relata el documentalista.
Y agrega: “Días después la visité, cuando ya estaba en huelga de hambre. La observé muy deteriorada físicamente, pero firme en su postura.”
Brete diplomático
A lo largo de toda la crisis, Marruecos no sólo ató las manos a España al mostrarse inflexible para permitir el regreso de Haidar, sino que inició una ofensiva por distintos frentes para desacreditar a la activista, al acusarla de “traición”, de ser el origen del “problema” con su “chantaje”; de exigirle que pidiera “perdón” al rey alauí como condición para regresarle el pasaporte del cual fue privada; inclusive la acusaron de ser agente de Argelia y del Frente Polisario, a pesar de que ella no milita en ese movimiento.
Sin embargo, el ministro de Exteriores marroquí, Taieb Fasi Fihri, acudió a una reunión en Bruselas donde conversó sobre ese asunto con su homólogo español, Miguel Ángel Moratinos, el pasado lunes 7.
En esa cita, el funcionario marroquí amenazó veladamente a su interlocutor. Le cuestionó si España quiere mantener la relación de “interés recíproco” que se viene construyendo desde hace varios años (en referencia a la lucha antiterrorista y la política migratoria), o si prefiere encontrarse con un Marruecos “que no quiere ni Magreb ni Europa”.
La tarde-noche del jueves 17, Moratinos reveló ante diputados que a las 23:00 horas del 13 de noviembre, cuando Haidar estaba detenida en El Aaiún, recibió una llamada telefónica de Fasi Fihri en la que le anunció que la decisión de su gobierno era expulsar a la activista saharaui. Dice que él rechazó la actitud marroquí. Al día siguiente, cuando Haidar viajaba rumbo a Lanzarote, el ministro marroquí notificó a Moratinos que la expulsión ya se había efectuado.
Moratinos interrumpió su comparecencia legislativa y comentó que estaba en medio de “intensas negociaciones”. Y así era, pues tanto en Madrid como en París y Washington se estaba negociando con el gobierno marroquí. El rey Mohamed VI pugnaba por una solución en la que Rabat no sufriera una derrota, incluso envió a Washington a dos de sus hombres de confianza: el diputado Fouad Alí el Himma y Yassin Mansouri, jefe de su servicio secreto exterior (DGED), según publicó El País en su edición electrónica el mismo jueves 17. A instancias de Francia, el ministro Taieb Fasi Fihri negociaba en París.
El jueves 10, cuando Haidar cumplió 25 días en huelga de hambre, España se encontraba casi sola en las gestiones diplomáticas ante Marruecos. No había logros, pese al comunicado que ese día emitió la presidencia sueca de la UE, en el que instaba a Marruecos a cumplir sus obligaciones internacionales de derechos humanos y a cooperar con las autoridades españolas “para que se pueda encontrar una solución positiva.
Fue hasta el lunes 14, cuando el ministro Moratinos se entrevistó en Washington con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que hubo una discreta intermediación de Estados Unidos en el conflicto. Y Francia también decidió involucrarse.
El miércoles 16, al comparecer ante los diputados, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero advirtió: “No presionaré a Marruecos a través de la Unión Europea”. Expuso que él era partidario del “acercamiento” y no de “una política de separación”.
“Tengamos prudencia, porque la prudencia y la discreción suelen ser el camino para la resolución”, dijo a los legisladores, quienes el día anterior, el martes 15, aprobaron una proposición en la que se señalaba a Marruecos como el principal responsable de la crisis diplomática, también solicitaban al gobierno de Rabat que permitiera el retorno inmediato de Haidar a su país, mientras que a Zapatero le exigían cambiar de actitud hacia Marruecos.
Un reclamo similar le hizo a Zapatero un grupo de 100 intelectuales, entre ellos los premios Nobel, José Saramago, Günter Grass y Darío Fo, además de los escritores Mario Vargas Llosa y Eduardo Galeano, el director de cine Pedro Almodóvar y los actores Javier Bardem y Penélope Cruz, quienes pedían la intervención del rey Juan Carlos ante el gobierno de Marruecos.
Ante esa petición y otra formulada por el partido Izquierda Unida (IU), tanto la Casa Real como el gobierno argumentaron que “el rey siempre está dispuesto a colaborar”, pero que la política exterior “corresponde al ejecutivo español”.
Pedro Barbadillo dice a Proceso que “las claves” para entender por qué se trata a Marruecos “con pincitas”, es que el Sahara Occidental es una región de “interés estratégico” en temas de seguridad y económicos.
“El Sahara es el mayor depósito de fosfato del mundo, motivo por el cual España mantuvo ese colonia durante mucho tiempo. Hoy, la mina a cielo abierto Fosbucrá opera con capital marroquí y español”, sostiene.
Otro renglón de interés son los mil 400 kilómetros de litoral saharaui en el océano Atlántico, que cuentan con uno de los bancos pesqueros más importantes de África.
“Hay que recordar que tres días después de la expulsión de Aminetu, los príncipes Felipe y Letizia viajaron a Marruecos con el ministro Moratinos para inaugurar el Instituto Cervantes, viaje durante el cual (el ministro) cerró un acuerdo que España va a presentar durante el semestre que le toque presidir la UE para la explotación pesquera de esos litorales que darían trabajo a 800 barcos europeos. Por esa razón el caso de Haidar los pone entre la espada y la pared, pues se les puede caer ese acuerdo”, dice Barbadillo.
Además, según él, Europa puso en marcha el plan Desertec, en el que se invertirán 400 mil millones de euros para construir centrales solares en el norte de África. Según el acuerdo, para el año 2050 Desertec dotará a Europa de 15% de la energía consumible.
Y remata: “Marruecos ya brindó cinco licencias para esas plantas, tres de las cuales están en territorio saharaui.”
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