2/07/2012

La boleta de 2012



Alberto Aziz Nassif
Con la elección de Josefina Vázquez Mota queda prácticamente lista la boleta de la elección presidencial de 2012, sólo falta saber qué decidirá Nueva Alianza, pero de cualquier forma sería sólo una candidatura testimonial. La elección de las candidaturas a la Presidencia deja una gama de métodos y culturas. En esta ocasión los tres partidos importantes definieron ya su opción: uno mediante encuestas (AMLO), otro por auto-postulación (Peña) y el último por elección (Josefina). Vázquez Mota es la quinta mujer que compite por la Presidencia (antes fueron Rosario Ibarra, Marcela Lombardo, Cecilia Soto y Patricia Mercado), pero ella es la primera que lo hace desde uno de los partidos con posibilidad de ganar.

En cada proceso hay signos que marcan, gestos que permanecen, frases que no se olvidan. Las contiendas internas dejan, sobre todo, heridas, divisiones y cicatrices. En la izquierda los pleitos internos son legendarios, pero ahora hicieron un proceso que los dejó sin raspones; en el PRI la designación de Peña fue contundente, pero después llegaron reacomodos y rupturas importantes con la salida de Moreira y la separación con Gordillo. En el panismo se dio una pugna fuerte entre el calderonismo que apostó todas sus cartas por Cordero y la candidatura de otros grupos que apoyaron a Josefina.

Es esta contienda panista hubo de todo, denuncias, acarreos, compra y coacción, inconsistencia en el padrón. Pero, al final de estos procesos lo importante es la cicatrización después de la batalla. El reparto de posiciones y candidaturas son un bálsamo que ayuda a la curación. Desde que hay alternancia y desapareció el tapado ha habido dos experiencias. En la memoria quedan las mañas que utilizó Vicente Fox desde la Presidencia de la República para dejar fuera a López Obrador en el año 2005 y el papel activo para desacreditarlo en la campaña, esa fue su obsesión; en el frente interno protegió a Creel y golpeó a Calderón.

Felipe Calderón abrió dos frentes, en el externo ya empezaron a circular los expedientes judiciales, pero Calderón también abrió un frente interno muy potente y durante la precampaña hizo un alineamiento del Gobierno en torno a la candidatura de Ernesto Cordero, que le garantizaba una continuidad de tiempo completo.

En los dos casos ser repite el hecho de que la candidatura de Los Pinos perdió. El grupo compacto del calderonismo no pudo sacar adelante su carta, Cordero se quedó 14 puntos porcentuales por debajo de Josefina, 53.9% contra 39.9 por ciento. Era un triunfo muy anunciado, pero había dudas sobre el tamaño del operativo calderonista.

La distancia se redujo a 14 puntos y Creel prácticamente se quedó al margen de la contienda con lejano 6 por ciento. La distancia permitió que la misma noche del domingo 5 de febrero se tomara la foto de la reconciliación panista, los dos perdedores le levantaron la mano a la triunfadora y ella apareció entre Calderón y Margarita Zavala. Ahora el panismo apunta sus baterías en contra del puntero, Peña Nieto y el PRI, como el nuevo objetivo a vencer. Con la definición panista empieza otra fase de la sucesión pero, con los nuevos tiempos y etapas de la contienda electoral, habrá que esperar hasta el mes de abril para el inicio formal de las campañas.

Las semanas que quedan serán un periodo estratégico para el reacomodo en las intenciones del voto. El puntero hará lo posible por no bajar mucho, pero la parte más activa la tendrán López Obrador y Josefina para ubicarse en la segunda posición y convertir esta sucesión en una contienda entre dos candidatos. En el prólogo de la sucesión presidencial hay humores que presagian una historia similar a la de 2006: un panismo beligerante que jugará con todos los instrumentos para conservar el poder. Así como no le importó hacer una guerra sucia en 2006, ¿le importará en 2012 usar los instrumentos de la justicia para fines políticos y electorales, o poner a trabajar las maquinaria del Gobierno para beneficiar a un candidato?

Es decir, lo que tanto criticó y padeció del priísmo, ahora lo reproduce desde el poder. La estrategia de los candidatos, que pronto serán oficiales, apunta a presentarse dentro del resbaloso tema del cambio como discurso, pero acompañado de dos ingredientes, la continuidad y la regresión: desde la oposición hay dos propuestas, el “cambio verdadero” de AMLO y la recuperación de la gobernabilidad del país por parte de Peña; desde el partido gobernante es la continuidad para evitar el regreso del PRI. ¿Qué significa la continuidad del panismo después de dos sexenios? Seguir por la misma ruta del estancamiento estabilizador; flexibilizar más las condiciones de trabajo; no combatir a los monopolios, ni regular a los poderes fácticos; y seguir con la estrategia de combate al crimen organizado. Por lo pronto, ya está lista la boleta de 2012…

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