La semiótica no es un campo indemne en la disputa del sentido.
Eso
que llaman “noticieros” (en las máquinas de guerra ideológica llamadas
“mass media”) son unidades de combate en la disputa semiótica que el
capitalismo impone para deformar y manipular la realidad su conocimiento
y su enunciación. La garantía de éxito radica en la lógica de los
monopolios y en la repetición -hasta la náusea- del canon de estulticia
refinado con chatarra ideológica. Silenciar a todos para imponer una
sola voz. Formatear cerebros con moldes de mansedumbre. ¿Quiere el
enemigo de clase mantenernos bien informados? ¿Para qué? ¿Según quién?
Todavía
cuesta trabajo (a no pocos) aceptar que vivimos bajo los proyectiles
ideológicos de una guerra mediática, incesante y multifacética, abierta
de “par en par” para hacernos aceptar, sin reparos, el mundo como nos
los imponen… para obligarnos a financiar sus maquinarias de mentiras y
aceptarlos con aplausos y sumisión desde el alma. Aunque es verdad que
los destinatarios no son “robot” que acepta linealmente toda basura que
le impone, es igualmente cierto que la mentalidad de los pueblos está
secuestrada entre jaulas de falacias monopólicas donde el pensamiento
crítico se persigue, se sataniza y se ridiculiza. Es, tal cual, una
guerra asimétrica. Y desde luego no se ignora que las masas están
fermentando, también, su emancipación informativa. No aceptar que se
trata de una Guerra nos condena a la ignominia y al silencio.
Dicho
de otro modo, la complejidad semiótica de las noticias burguesas radica
en la sofisticación ideológica y tecnológica de las mentiras y las
calumnias tejidas con protagonistas de ocasión y blindaje de sus (por
definición) corruptelas de forma y fondo. Su “maná” es el linchamiento
de los líderes sociales y la neutralización de las movilizaciones
populares. Es su orgasmo represor consuetudinario. Pagan mucho dinero
por lograr eso. Y todo es reductible a la mercancía (las propias
noticias lo son) en su mercado de competencias que a fuego abierto, con
horarios precisos, disparan contra la población hasta derrumbar todo
bastión democratizador del derecho a la información y a la comunicación.
Una “tomografía computada” de las noticias deja ver el catálogo
completo de las taras con que se fabrica el “equilibrio” informativo que
siempre se cae hacia la derecha.
Esa disputa por la producción de
sentido en las “noticias” tiene ingredientes que se repiten al antojo
de los escenarios en los que se lucha para reprimir u omitir al enemigo
de clase que incomode al libre ejercicio del hurto contra el producto
del trabajo. Es producto barnizado con alguna fuente de ilusionismo,
individualismo y egolatría burguesa; teñido por la moral de la propiedad
privada y de su fetiche multiforme en las mercancías. Es un gran
ejército para defensa de la propiedad privada.
Si la noticia
burguesa sirve para algo eso se reduce a convertirlas en expedientes de
canalladas serviles al interés más aberrante y no importa que se trate
de “noticias del espectáculo”, “noticias rojas”, “deportivas”… junto a
su ser mercantil que se basa en su poder de espejismo distorsivo
siempre. Sólo se salva el éxito burgués, sus dueños y sus sirvientes.
Todo lo demás es carne del infierno dantesco en el que el proletariado
ha de batirse entre detritus de “periodistas”. Cada día todas las horas.
Y sentir la satisfacción de “estar bien informado” por el enemigo de
clase.
A mañana tarde y noche la disputa (la guerra noticiosa) por
dominar las herramientas de producción de sentido se nutre con misiles
de táctica y estrategia burguesa. Quede eso bien claro. Ninguna
semiótica que se precie, ha de estar al margen de esta guerra y de su
alma mater la lucha de clases camuflada como “noticia”. No hay duda. La
ética burguesa es rigurosa y no tiene fronteras. Especialmente en el
campo de las ganancias. Sus más destacados adalides son los que más
pagan por mentir y los que más se aplauden a sí mismos. Incluso con
premios y ovaciones académicas de mercado. Cumplen con su deber
disciplinadamente, como soldados cuya precisión de ataque y odio de
clase se entretejen para mostrarse “ecuánimes”, “informados”,
“neutrales” y “profesionales”. En el alma de la noticia, en su
estructura interna la mentalidad burguesa sólo aspira a dar un golpe
certero, un crimen perfecto, una puñalada ideológica que anule al
destinatario. Que esconda la lucha de clases y haga invisible toda
fuerza transformadora en manos de los pueblos revolucionarios. La forma y
el género son sólo coartadas para desplegar munición y asegurarse
territorios de todo tipo.
En esto tenemos mucho por hacer
comenzando por reconocer nuestras debilidades revolucionarias en materia
de producción de información. Es frente concreto de batalla la batalla
de las ideas emancipadoras de las noticias. Es frente concreto desmontar
sus diccionarios y sus vocabularios, mayormente tributarios de
anglicismos léxicos e ideológicos. Es frente de disputa la sintaxis, el
orden de las ideas, los valores y las prioridades para la acción y las
formas de enunciar la transformación del mundo y al mundo mismo en todos
sus espacios. Contra la sintaxis paupérrima con que la burguesía
pregona sus verdades de escuelita bobalicona y contra la pedantería de
los dueños del dinero. Tenemos el desafío de romper el cerco monopólico
que viola todos los preceptos y leyes del mundo incluidas las leyes de
comunicación que creó Ecuador, Venezuela y Argentina, que se atrevieron a
soñar la democratización de los medios y la desmonopolización de sus
feudos “mediáticos”. Eso sí es noticia.
@FBuenAbad
No hay comentarios.:
Publicar un comentario