7/01/2016

EPN no está dispuesto a negociar con la CNTE


Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre 

Desde Quebec, Canadá, el presidente mexicano informó a sus gobernados “para el gobierno lo que está muy claro y lo que es su deber es justamente aplicar lo que está en la legislación, el mandato que tiene la ley”, y no está “dispuesto a negociar ese ordenamiento ni ningún otro”, como la reforma educativa. De aquellos sólo 35 de cada 100 lo aprueban y 60 por ciento lo desaprueban, porcentajes inferiores a los que obtienen los legisladores, hecho sin precedente, al decir del encuestador Guillermo Valdés.
Sé que este oficio es para ofrecer respuestas a los lectores, no para formular preguntas, pero ¿por qué si los gobernantes están seguros de sus posiciones políticas aprovechan sus visitas al extranjero para abordar problemas que no se atreven a hacerlo en México?
Cuando Enrique Peña guarda silencio en México, 10 días después de la matanza de Nochixtlán –documentada por Jorge Arturo Pérez de Cuartoscuro que dirige Pedro Valtierra, y dos agencias internacionales con fotografías que obligaron al secretario de Gobernación, Miguel Osorio, y al muy titubeante jefe de la Policía Federal, Enrique Galindo, a cambiar su insostenible versión de que sus agentes acudieron desarmados a deshacer el bloqueo carretero. Peña sólo se atrevió a enviar tuits.
No negociará “la ley”, jura, como desde hace 11 meses lo dice su amigo y secretario de Educación, pero cabe la pregunta formulada por los cinco obispos de Chiapas: “nos llama la atención que el señor presidente de la república (Enrique Peña Nieto) regresó al Congreso la ley sobre transparencia, porque se lo pidieron los empresarios, pero se tiene resistencia para reconsiderar algunos aspectos de la reforma educativa que piden los maestros. ¿Tienen más poder e influencia los empresarios que los maestros?”
La respuesta es más que evidente, lo que importa, sin embargo, es la petición a los legisladores para que “abran algún canal de diálogo” con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, para tratar el tema de la reforma educativa, porque “escucharlos, por el bien de la educación, es un clamor de nuestro pueblo”. Exigencia que antes expresaron el presidente de la Comisión de Educación del Senado y el coordinador de los senadores del PRD, mientras el titular del Ejecutivo, Osorio Chong y Aurelio Nuño intentan minimizarla con juegos retóricos.
Los obispos piden “garantizar que no hay un proceso de privatización de la educación, sino que el Estado cumplirá su responsabilidad de dar educación gratuita”. Los juramentos gubernamentales no tienen credibilidad, tampoco sus propagandistas. José Narro, por ejemplo, puede jurar que el IMSS no se privatizará mientras se subrogan servicios diversos, pero los trabajadores de la salud en movimiento en 82 ciudades, el 22 de junio, también en apoyo a los vituperados profesores disidentes, anuncian que persistirán en su brega.
Como en el exabrupto cometido en la Universidad Iberoamericana (11-V-12) cuando era candidato presidencial, el mexiquense de Atlacomulco defendió las políticas de criminalizar la protesta: “Quiero decir que éste no es el primer evento (sic) en el que el Estado ha tenido que recurrir al uso de la fuerza pública para mantener el orden y la tranquilidad social”. Olvidó las nueve vidas humanas perdidas en Oaxaca, los 45 heridos de bala, los 22 desaparecidos y la repulsa que aún suscita  y lo obligó a revisar la cerrazón oficial ante la CNTE, con un diálogo donde el candidato presidencial Osorio Chong defiende a su par Nuño Mayer.
Utopía 1695. 29-VI-16

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