CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- México registra los “peores niveles” de asesinatos
desde 2011, el punto más álgido de la guerra contra el narco iniciada
por Felipe Calderón y, de continuar la tendencia, superará el total de
homicidios registrados en el ocaso del segundo gobierno panista,
advirtió el influyente semanario inglés The Economist.
Hasta
ahora, señaló en su reciente edición, el año más violento de México de
los últimos tiempos fue 2011, en plena guerra contra las drogas del
entonces presidente Felipe Calderón.
“Mientras las bandas de
narcotraficantes luchaban contra las fuerzas de seguridad -y para el
control de las rutas de tráfico hacia Estados Unidos- los estados del
norte eran los campos de exterminio de México. Ese año México tuvo 22
mil 852 asesinatos. El número cayó bajo el sucesor del señor Calderón,
Enrique Peña Nieto, quien desaceleró la guerra contra las drogas”,
reseñó el semanario.
Sin embargo, subrayó, “el asesinato está
ahora de vuelta a sus peores niveles” y si el año continúa como ha
comenzado, el número de asesinatos en 2017 será más alto todavía.
Durante
el primer trimestre de este año, señaló, hubo un 6% más de homicidios
que en el mismo período de 2011, sin embargo, la distribución de la
violencia está cambiando, dijo, pues a medida que las guerras de
pandillas del norte se reducen, “las batallas a menor escala estallan en
el sur”.
Con 18 meses que le quedan en el cargo, advirtió, “es
improbable que Peña comience cualquier programa de lucha contra el
crimen” al que se han sumado ahora las bandas de robo de combustible.
Esa
actividad que realizan los llamados huachicoleros, es “emblemática” de
un nuevo patrón de crimen y “Puebla es su punto focal. Los ladrones
perforan la tubería que pasa por el estado -donde es más accesible que
en los estados vecinos- instalan un grifo y drenan el líquido. Lo venden
en camiones en los caminos y en mercados como el ubicado cerca de San
Salvador Huixcolotla. El precio es de unos siete pesos por litro, menos
de la mitad de lo que cuesta en las gasolineras”, destacó The Economist.
La
influyente revista refirió que en 2006 la red de oleoductos operada por
Pemex tenía reporte de 213 tomas ilegales y el año pasado ese número
saltó a más de seis mil 800.
“Los robos costaron a la compañía 30 mil millones de pesos en ventas perdidas y facturas de reparación el año pasado”, apuntó.
Y
consideró que el alza en estas cifras deriva “en parte por la decisión
del gobierno a finales del año pasado de subir el precio de la gasolina,
que había sido subsidiada”.
El robo de combustible, añadió, ha
transformado Puebla –donde ocurrió una cuarta parte de los robos– y
Guanajuato, de estados relativamente pacíficos a moderadamente
violentos.
Otra de las razones que han contribuido al aumento de la violencia, señaló The Economist, es que el modo de operar de los grupos del crimen organizado ha cambiado ante su descabezamiento.
“Los
gangsters de nivel inferior luchan por el control o dejan de formar sus
propios grupos, lo que lleva a una reordenación violenta de la
jerarquía del crimen organizado”, indicó, además de que estos pequeños
grupos diversifican sus actividades al secuestro y extorsión.
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