Desde que el entonces
candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, se
dedicó a intentar convencer a sus compatriotas de que los mexicanos,
somos todos criminales y violadores, fue que la Secretaría de Relaciones
Exteriores y su Canciller, comenzaron a tomar mayor relevancia para los
asuntos públicos. De acuerdo con fuentes oficiales, para quienes no lo
sepan (y para quienes sí, no viene mal el recordarlo), la SRE tiene
entre sus principales funciones, el dirigir las relaciones diplomáticas y
consulares, el impartir protección a mexicanos y el velar por el buen
nombre de México en el extranjero. Además, es la institución encargada
de conceder a los extranjeros las licencias y autorizaciones que
requieran conforme a las leyes para adquirir el dominio de las tierras,
aguas y sus accesiones en la República Mexicana; obtener concesiones y
celebrar contratos, intervenir en la explotación de recursos naturales
y/o para invertir en sociedades mexicanas civiles o mercantiles; e
incluso participar, por conducto de la Procuraduría General de la
República, en procesos de extradición conforme a la ley o tratados, etc.
Es por ello que cuando el 8 de noviembre del año pasado
se dio a conocer que el magnate se había llevado “la grande”, se hizo
urgente para la política mexicana, la necesidad de pensar nuevos
escenarios y mejores estrategias que permitieran a los funcionarios
mexicanos establecer canales de comunicación para con sus nuevos
homólogos estadounidenses. La respuesta del que por vox populi, sabemos
que es hasta ahora el presidente mexicano con el menor índice de
popularidad, fue jugar su mejor carta, o mejor dicho, a su “mejor
hombre”. El mismo que por un tuit del mismísimo Trump, sabemos que
cuando estuvo a cargo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público,
apostó y promovió al interior del gabinete presidencial la visita del
entonces candidato a México, y que por este motivo, y gracias a la
presión de la opinión pública tuvo que presentar su renuncia tan sólo
unos días más tarde.
Sin embargo, a partir del
mediodía del 4 de enero de este año Luis Videgaray Caso fue sacado del
retiro. Con una sonrisa de tamaño monumental, el ‘Doctor’ -apodo con el
que se conoce a Luis Videgaray al interior del PRI-, asumió el mandato
presidencial de “acelerar el diálogo con el gobierno de Donald Trump,
para tener un trabajo constructivo y de relación para fortalecer los
vínculos de seguridad, de comercio; promoviendo los intereses de México
sin ceder en la soberanía”.
Con este paso, se cumplió
el ‘capricho’ de quienes desde septiembre de 2016 exigieron la renuncia
de la persona al frente de la SRE, la priísta Claudia Ruiz Massieu, “
por no asesorar debidamente al presidente sobre las implicaciones
negativas de la visita de Donald Trump ” . El 6 de septiembre, Jenaro
Villamil, colaborador de proceso, informó que en un acuerdo firmado por
su coordinador, la bancada del PAN resolvió que la visita del magnate al
país ocurrida el 31 de agosto, “ dejó un saldo desastroso no sólo para
el presidente sino para la dignidad del país” por lo que miembros de
dicho partido, entre ellos, la senadora Mariana Gómez del Campo (prima
consanguínea de Virginia Gómez del Campo, ósea la mujer que desde 1995
es esposa de Luis Videgaray y que también es prima de la contendiente
por la candidatura presidencial al interior del PAN, Margarita Zavala),
aclamaban por la deposición de la entonces Canciller. En ese momento
nada parecía indicar que el primo político de la mencionada senadora,
fuera el hombre que poco más de cien días después sería llamado para
quedarse con el puesto.
Es ahora cuando se antoja
preguntar, ¿además de los lazos de parentesco que mantiene el actual
Canciller con algunos personajes de la vida política mexicana, qué otras
curiosidades habitan en el currículum de Luis Videgaray Caso que
permitieron al presidente otorgarle tal distinción? Fuera de las páginas
oficiales, es poca la información que circula respecto de la vida del
político que nació un 10 de agosto de 1968 en la Ciudad de México, casi
un par de meses antes de cuando otro priísta, Gustavo Díaz Ordaz, ordenó
la represión y el asesinato de un número hasta hoy desconocido de
estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas. Acerca de su formación
educativa, sabemos gracias al citado periodista, que “por las mañanas
estudiaba Derecho en la UNAM y por las tardes, Economía en el ITAM.
(...) La apretada agenda del joven Luis apenas tenía espacio para
fiestas, novias, amigos u otras cosas. Menos cuando cumplió 19 y
voluntariamente se afilió al PRI y, aún menos, cuando lo eligieron
presidente de la sociedad de alumnos itamitas, un cargo que lo llevó a
conocer a Luis Donaldo Colosio, quien hasta ahora sigue siendo un
ejemplo para él. (...) Esta dedicación llevó a su profesor del ITAM y
coordinador de asesores del entonces Secretario de Hacienda en el
sexenio de Carlos Salinas, Carlos Sales, a recomendar a Videgaray como
auxiliar en la dependencia federal. Pronto pasó de servir el café y ser
mensajero, a convertirse en el secretario particular de Aspe, quien a
veces le consultaba decisiones financieras”.
Bajo el
cobijo brindado por Pedro Aspe Armella, a quien el periodista Francisco
Cruz reconoce como “el máximo responsable de la catástrofe económica que
estalló en México a finales de 1994”, fue que Videgaray pudo pasar de
ser un mero economista, a un político en potencia. Su reclutamiento por
parte de Protego Asesores, firma que en palabras de Cruz se dedica a
“reinventar las deudas públicas de los estados mexicanos”, marcó el
rumbo del que por mucho tiempo solo fue conocido por ser el hermano
aburrido de un conductor de Televisa. A finales de 2004, el gobernador
del Estado de México Arturo Montiel, recurrió a Protego para renegociar
la creciente deuda pública que para ese momento se calculó en 30 mil
millones de pesos: “Tan bien le fue a Videgaray que pronto se codeó con
la crema y nata del grupo Atlacomulco y se integró sin dificultades a
los Golden Boys, el selecto club formado por Montiel que escogía a lo
más granado de la política mexiquense y que exigía ser joven, más o
menos guapo, pero muy ambicioso..”.
Así, poco a poco,
Luis Videgaray ingresó en las operaciones políticas, pasando de ocupar
la jefatura de la Secretaría de Finanzas del Edomex durante la
gubernatura de Peña Nieto, a ser el hombre que “la noche del domingo 1
de julio...sonreía mientras los reporteros lo acorralaban en la sede
nacional del PRI preguntándole: “qué se siente ser el cerebro detrás del
regreso del PRI a Los Pinos?” (...) La pregunta de la prensa englobaba
lo que se dijo de él en los 90 días de contienda electoral, 62 de
conflicto postelectoral y 91 de transición gubernamental: este hombre de
(entonces) 44 años asumió con eficiencia la función de la persona de
toda confianza del exgobernador mexiquense para operar el regreso del
PRI a la silla presidencial”.(Oscar Balderas, “Luis Videgaray, de
‘cerebro del PRI’ a titular de Hacienda”, ADNPolítico, 30 de noviembre
de 2012, consultado el 9 de mayo de 2017, http://www.adnpolitico.com/2012/2012/09/06/luis-videgaray-el-cerebro-detras-del-regreso-del-pri ).
Cuando hace un par de semanas me dirigí -hacia lo que fuera mi primera
visita- a la Secretaría de Relaciones Exteriores, aquel imponente
edificio anaranjado de más de veinte pisos de alto que sobresale al
interior de la Plaza Juárez y donde desde el piso 17 puede apreciarse
una perfecta postal del norte de la ciudad, comprendí lo que el hoy
Canciller Luis Videgaray Caso quiso decir cuando, gracias al favor
presidencial y con la prensa de testigo, se estrenaba como el nuevo
Secretario al frente de dicha dependencia: “ Yo no conozco la Secretaría
de Relaciones Exteriores más que como se puede conocer desde fuera. No
soy diplomático, nunca he tenido más allá de los encargos propios de la
Secretaría de Hacienda en la representación de nuestro país. Ustedes han
dedicado su vida entera a ello. Se los digo de corazón y con humildad:
vengo a aprender de ustedes, vengo a hacer equipo con ustedes en un
momento en que México nos necesita a todos más que nunca”. Si Peña Nieto
se hizo de la silla presidencial por guapo, Vigaray conquistó la SRE
por inteligente. En realidad, eso es lo de menos. Lo importante es dejar
en claro que el hombre que con ‘humildad’ aceptó el ‘regalo
presidencial’ de la Secretaría de Relaciones Exteriores y que admitió
abiertamente no ser un diplomático, está a años luz de ser inexperto o
una persona poco preparada, y es precisamente por este motivo que
estamos obligados a dudar de su modestia, y más aún, de su compromiso
político para con los mexicanos.
La reciente captura
de Javier Duarte en Guatemala resulta un claro ejemplo de ello, ya que
además de que el ex-gobernador de Veracruz fuera promovido por EPN como
una de las caras del nuevo PRI, viene bien traer a colación un tuit
publicado por el propio Videgaray en su cuenta oficial el 1 de diciembre
de 2010 en el que anunció que iba, “camino a Xalapa a la toma de
protesta como Gobernador de Veracruz de mi querido amigo y compañero
Javier Duarte.”. En esta línea, el periodista Juan Luis García sostuvo
una entrevista con la Fiscal General de Guatemala, Thelma Aldana, quien
declaró que: “ la detención de Duarte no pudo realizarse antes porque no
existía una solicitud de las autoridades mexicanas”. No cabe duda que
esta detención aparenta ser una prueba de credibilidad para algunas de
las instituciones mexicanas, entre ellas la SRE, pues como ya se vio,
entre sus funciones está la de poner en marcha solicitudes de
extradición conforme a la ley…
Es por ello que como
mexicanos de cara a este escenario no podemos evitar la pregunta: ¿hasta
cuándo vamos a seguir permitiendo que las decisiones y recursos de este
país sean gestionados por el mismo puñado de familias, que ya sea por
sangre o por filiación política, lo hacen desde hace al menos las
últimas cuatro décadas?
Itzel Donají Armenta Reyes. Mmiembro del Seminario “Periodismo para Historiadores”de la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM
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