(apro).- La raíz de la palabra huachicoleros se deriva del
término huacho, que es el surco realizado en la tierra, de gran
profundidad, para ordeñar los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Durante décadas se trató de una actividad criminal menor, realizada por
bandas sin la capacidad delictiva y corruptora como la actual.
Curiosamente,
el crecimiento exponencial de esta actividad se registró en los últimos
tres sexenios (Fox-Calderón-Peña Nieto), hasta llegar a representar un
quebranto a las arcas públicas nacionales entre 15 mil y 20 mil millones
de pesos anuales, según informó este martes el titular de Hacienda,
José Antonio Meade.
Lo realmente grave es que desde 2003 el
gobierno de Vicente Fox creó una “coordinación” institucional para
frenar el robo ilegal de combustible. En casi 14 años han desfilado por
esa coordinación interinstitucional seis secretarios de Hacienda, ocho
secretarios de Energía, seis directores generales de Pemex, tres
secretarios de la Defensa, tres titulares de la Marina y ocho
procuradores generales de la República, y el robo de combustible se
incrementó en 10 mil por ciento, según los informes de Pemex.
La
gravedad del fenómeno ha ocupado la atención mediática a raíz del
enfrentamiento ocurrido la semana pasada en la comunidad de Palmarito,
Puebla, entre efectivos militares y pobladores acusados de robar
combustible en los ductos de Pemex.
El enfrentamiento dejó un
saldo trágico de al menos diez personas muertas, seis de ellas civiles y
cuatro soldados, 11 heridos, 14 detenidos y una situación de tensión
política y social. La Procuraduría General de la República (PGR) anunció
que abrió una indagatoria por los delitos de posesión, portación de
armas de fuego y los que resulten, al mismo tiempo que anunció que
trabajará de manera “coordinada” con las autoridades estatales. Una vez
más, se prometió la “coordinación”.
El propio presidente Enrique
Peña Nieto anunció el pasado viernes 5 una nueva estrategia que en
realidad se parece mucho a la que Fox instauró hace 14 años. Condenó los
ataques registrados en Puebla y defendió a “los familiares y compañeros
soldados del Ejército mexicano” que perdieron la vida.
Ni Vicente
Fox ni Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto han mencionado en su
estrategia contra los huachicoleros a quienes están más allá del llamado
Triángulo Rojo de Puebla y se siguen concentrando en la narrativa de
culpabilizar a los pobladores que dependen de los criminales.
Ninguna
coordinación o investigación se ha realizado para dar con los
huachicoleros de “cuello blanco”: altos funcionarios de Pemex,
integrantes del sindicato dirigido por Carlos Romero Deschamps y
autoridades de al menos seis entidades donde se concentra más del 90%
del robo a ductos: Puebla, Guanajuato, Veracruz, Hidalgo, Querétaro y
Tamaulipas.
Tampoco se ha investigado a profundidad si este enorme
trasiego ilegal de combustible es una forma de financiar ilegalmente
campañas electorales. Los priistas han acusado de eso al exgobernador de
Puebla Rafael Moreno Valle, aspirante presidencial del PAN, en cuyo
mandato se disparó la actividad delictiva.
Sin embargo, ven la
paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, ya que el crecimiento
más alarmante se ha registrado durante la administración federal del
propio Peña Nieto, en paralelo con un mayor desmantelamiento de la
vigilancia en los ductos de Pemex.
Desde 2016 se reportó una
disminución de 624 kilómetros diarios en la vigilancia de ductos e
instalaciones petroleras en el país, bajo el pretexto del recorte
presupuestal de 100 mil millones de pesos que aplicó el gobierno federal
a Pemex.
El reporte financiero de Pemex indicó que en 2016, en
coordinación con la Secretaría de la Marina, la Secretaría de la Defensa
y otras autoridades gubernamentales, patrullaron un total de 10.4
millones de kilómetros para inspeccionar las instalaciones y derechos de
vía de la empresa. Es decir, un promedio de 28 mil 693 kilómetros
diarios que resultó menor a los 29 mil 317 kilómetros diarios
patrullados durante 2015.
Tan sólo el año pasado la PGR abrió 2
mil 960 carpetas de investigación sobre el robo ilegal de hidrocarburos.
Guanajuato y Puebla son las dos entidades que concentran casi la mitad
de estas investigaciones: mil 322 carpetas en el caso de Guanajuato y
367 en el caso de Puebla, seguidos por Veracruz, con 235 casos; Hidalgo,
con 198; Tamaulipas, con 139, y Querétaro, con 138.
¿Cuál fue el
resultado de estas indagatorias? ¿Por qué no se tomaron las medidas
pertinentes en casos, sobre todo, donde el robo de combustibles se
vincula con otros casos de crimen organizado?
En efecto, es
preocupante el vínculo entre políticos de Puebla y el robo de ductos,
pero la “coordinación” no ha mencionado nada de este punto. Desde el 18
de abril pasado, la PGR, el Sistema de Administración Tributaria (SAT) y
el Ejército intervinieron tres gasolineras del alcalde de Palmar de
Bravo, Pablo Morales Ugalde, militante del Partido Social de Integración
(PSI). Este partido fue creado durante la administración del gobernador
panista Rafael Moreno Valle.
Según la propia información
periodística, dos días después del operativo contra las tres gasolineras
se encontraron al menos 60 bidones de combustible robado en un predio
cercano a la alcaldía de Palmar de Bravo.
Los avisos de que hay
una dimensión mucho mayor a la de las simples bandas locales del
Triángulo Rojo de Puebla en el robo de combustible han sido muchos y
persistentes, sobre todo desde 2015, cuando Pemex calculó que se robaron
800 mil barriles, tan sólo en el último trimestre, en el Poliducto que
une Minatitlán, Veracruz, con la Ciudad de México y que pasa por el
estado que gobernó Moreno Valle.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario