Fuego en la llanura. Dividida en cinco cantos, Pájaros de verano (2018), la película más reciente de los colombianos Ciro Guerra y Cristina Gallego (El abrazo de la serpiente, 2015)
se presenta como la tragedia de un clan familiar destruido por su
ambición en el próspero negocio de las drogas. También señala el
abandono de una comunidad de las tradiciones ancestrales, hechas de
mitos y creencias, que mantenían intacta su identidad tribal frente al
embate modernizador del capitalismo salvaje. A partir de la seducción
que sobre el protagonista Rapayet (José Acosta) ejerce la sensual Zaida
(Natalia Reyes), y la fuerte dote que para contraer nupcias con ella
exige Aníbal, patriarca de un clan vecino, se agudizan las rivalidades
entre comunidades que convivían pacíficamente en el territorio caribeño
de la Guajira hasta el momento en que una bonanza del narcotráfico,
estimulada por el incremento de compradores estadunidenses llega a
separarlos violentamente. Los realizadores muestran, con claridad
meridiana, las etapas de esa degradación cultural y la forma en que
incluso los mayores guardianes de la tradición sucumben, uno a uno, a la
tentación de ese dinero fácil que en una escena emblemática se
despilfarra de manera extravagante.
Son notables los personajes de la matriarca Úrsula (Carmiña
Martínez), que con mano firme controla el clan familiar hasta naufragar
ella misma en el desvarío, o del hijo predilecto, Leónidas, energúmeno
machista que simboliza el arribismo y ambición desmedida que socavan
todo el equilibrio moral de su vieja comunidad. Cuando del primer canto
(Hierba salvaje) se transita al tercero (La bonanza) para culminar en
una guerra fratricida que hará de todo el territorio guajiro un limbo de
dolor y expiación imposible, el tono épico de la cinta alcanza su
máximo grado expresivo. Lo interesante es que la película ilustra con
sobriedad y sin una grandilocuencia pesada cada una de las estaciones de
esa trayectoria funesta, a la manera de una elegía de todo lo que han
perdido no sólo las comunidades de wayúus y alijunas guajiros, sino con
ellas también el continente entero, en el largo comercio y contubernio
del gran capital y el crimen organizado. Pájaros de verano es
una cinta sobresaliente, uno de los mejores momentos de esta Muestra. Se
exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional. 15 y 20:30 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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