3/09/2022

Lucha feminista regresa con fuerza a las calles

Sofia Cruz1-1

“Que tiemble el Estado, los cielos, las calles. Que tiemblen los jueces y los judiciales. Hoy a las mujeres nos quitan la calma. Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”. Es el himno que ayer, en el 8M, cantaban en coro las mujeres, con la voz en alto, “por aquellas que ya no pueden”.

“Ni una más, ni una más”, resonaba a lo largo de las calles aledañas al Paseo de la Reforma, conforme los grupos de manifestantes iban llegando para salir en punto de las 4:00 de la tarde. Se oían consignas y lemas, se veían pancartas y mantas en las que exigían respeto a sus derechos a vestir como deseen, a no ser agredidas, violadas, secuestradas y a no ser asesinadas.

Una glorieta del Ángel de la Independencia repleta de mujeres fue el preludio de lo que estaba por venir: 75 mil reunidas, donde el color morado marcaba el predominio.

Era imaginable el renovado brío de ellas en su lucha contra la violencia y por la igualdad, pues en el año 2020, al inicio de la pandemia de Covid-19, 80 mil asistieron a manifestarse, hace un año sólo fueron 20 mil, y esta vez, ya con una menguada contingencia, volvieron a hacer suyas las calles.

Mientras el carril izquierdo del Paseo de la Reforma, con dirección al Norte, sirvió como punto de partida, el del lado opuesto servía de llegada para organizar a los contingentes que saldrían detrás.

“El patriarcado está asesinado”, gritaban al unísono integrantes del contingente que salió pocos minutos antes de las 16:00 horas, y comenzó a avanzar. Jóvenes, señoras, adultas mayores, niñas, niños y hasta bebés, se unieron al contingente.

“Mujer, hermana, si te pega no te ama”, lanzaban esa consigna una y otra vez, tratando de hacer conciencia a las personas que se detenían a ver su paso sobre una de las avenidas más importantes de la Ciudad de México.

Fue en la glorieta de La Palma donde la vanguardia de la marcha cambió al carril derecho para continuar su ruta hacia el Zócalo capitalino. Ahí esperaban mujeres y hombres para ver su paso y externar su apoyo. Algunos tomaban fotografías, otros videogrababan la escena y, otros más, simplemente las veían pasar, con cierto desdén.

No debemos olvidar que es fundamental, básico, luchar en contra de la opresión, de la explotación, en contra del racismo, del clasismo, de la discriminación, que no haya la monstruosa desigualdad que existe desgraciadamente en nuestro país y en el mundo

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México

Así, conforme avanzaba la marcha, mujeres con tops, playeras, camisetas, paliacates, shorts, pantalones y, ¿por qué no?, cubrebocas color morado, se unían a la marea femenina, mientras aplaudían a las que pasaban delante de ellas, les tomaban fotos y después caminaban a su lado.

Jóvenes, en su mayoría con pancartas en la mano defendiendo el derecho a decidir sobre su cuerpo, su derecho a la vida, a la libertad, a decidir y a decir “no”.

Sin policías ni granaderos alrededor, el Paseo de la Reforma lucía vacío, para dejar el libre tránsito a las mamás, esposas, hijas, hermanas de algunas otras que hacen falta, porque “¡vivas se las llevaron, vivas las queremos!”, respondían las demás, quienes suplicaban por justicia para “Ingrid, Mitza, Rocío…”, cuyos nombres estaban plasmados en las cartulinas y mantas.

Las mujeres unidas, a una sola voz, fueron el escaparate para algunas jóvenes, que aprovecharon el momento para tomarse selfies y hacer constar en redes sociales su presencia para apoyar y hacer visibles a las de su género.

Mientras avanzaban y la gente que trabaja por los alrededores las veían pasar, las manifestantes gritaban: “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres delante de la gente”.

En las calles se podía observar las cortinas de los negocios abajo, pero aun así fueron graffiteados, y los hoteles que había en el camino tenían tablas de madera para evitar que rompieran sus vidrios.

Mamás que acompañaron a sus hijas tomaban fotografías mientras avanzaban y llegaban a la glorieta de Cuitláhuac, donde hicieron una parada y gritaban: “Mujer, escucha, ésta es tu lucha”, “mujer, consciente, se une al contingente”.

Hoy, Día Internacional de la Mujer, miles marcharon pacíficamente por la igualdad y por la erradicación de la violencia contra las mujeres. Las policías de la SSC de la CDMX hicieron una extraordinaria labor preventiva

Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México

En las aceras de la avenida, frente a la sede del Senado de la República, quienes protestaban sostenían carteles con la indicación de “que ser mujer no nos cueste la vida”, “con falda o pantalón, respétame cab...” o “calladita no me veo más bonita”.

Unos minutos y vuelven a avanzar mientras van gritando: “No somos una, no somos cien, pin... gobierno, cuéntanos bien”, y también gritaban: “El que no brinque es macho”, mientras iban caminando.

Las frituras como papas, chicharrones y refrescos ya estaban listos en un carrito del supermercado, empujado por una señora que fue muy socorrida, pues varias de las mujeres se acercaron a mitigar el hambre y la sed que provocaron los intensos rayos del sol.

Después de haber avanzado hasta la glorieta de las mujeres que luchan, las manifestantes lanzaban consignas como: “Justicia, justicia”, mientras se unieron algunas otras, quienes llevaban consigo flores blancas.

Metros adelante, mujeres bordaban un planisferio con hilos de colores que decía: “Ni una más”.

Hoy la Ciudad de México vivió una importante marcha. Esto fue posible por la determinación de 75 mil mujeres de marchar en paz y por la acción oportuna y eficaz del Gobierno de la CDMX para proteger a las manifestantes

Martí Batres, Secretario de Gobierno de la CDMX

Después de una hora y seguidas por un “cóndor” de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, llegaron a la Torre de El Caballito, donde metros adelante estuvieron estancadas, debido a que los contingentes que pasaron antes estaban detenidos en la avenida Juárez.

Ahí era el espacio perfecto para adquirir lo que hiciera falta: congeladas de 10 pesos, refrescos y aguas del mismo precio, paliacates con el lema “ni una más”, y gorras verdes o moradas por 50 pesos, así como banderas moradas. A lo lejos, agua de coco, raspados, frituras y algunas diademas de flores; también un puesto con sombreros, bolsas y billeteras.

Mientras esperaban, las consignas se seguían escuchando, una tras otra: “Mujer, escucha, esta es tu lucha”, “mujer, hermana, si te pega no te ama”, “hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal”.

Personas que salieron de sus lugares de trabajo a comer en el puesto de tacos o esquites en la esquina, veían cómo se manifestaban, mientras gritaban, unidas, aplaudían o echaban porras.

Ya en avenida Juárez, se podía ver la gran cantidad de mujeres que decidieron unirse para advertir que no están dispuestas a renunciar a sus derechos.

Muchas jóvenes, sí, pero también había señoras adultas, algunas de edad avanzada e incluso algunas en sillas de ruedas, que acudieron a apoyarlas y a decirles que no están solas.

Y a pesar de las advertencias de violencia que se podía generar en las manifestaciones, destacó la presencia de niñas, entre todas las mujeres, pequeñas niñas de mano de su mamá; algunas otras bebés de apenas unos cuántos meses, que venían en brazos de mamás muy jóvenes, pero también niños que fueron a apoyar.

Y el bemol, siempre el bemol: algunas de las feministas que vestían de negro se dedicaban a pintar las banquetas y lo que había a su paso: puestos de revistas y periódicos, puestos de dulces y de libros que, aunque estaban cerrados, quedaron graffiteados, pero advertían que nadie debía tomar fotos ni video “por favor”.

Metros adelante, una batucada con un grupo de jóvenes daban espectáculo y ponían el ambiente mientras se esperaba avanzar sobre la avenida. Y un numeroso grupo de personas las veían, las ovacionaban y les aplaudían, mientras ellas tocaban y bailaban con sus ritmos.

Después de casi 45 minutos, el contingente logró abrirse paso y seguía avanzando hasta dejar atrás el Palacio de Bellas Artes y llegar a la avenida 5 de Mayo, donde otros contingentes ya habían pasado y dejaron algunos destrozos en aparadores publicitarios.

Los gritos y consignas seguían escuchándose: “Mujer, consciente, se une al contingente”, “quiero ver, quiero ver, a las mujeres ejerciendo su poder”, mientras caminaban por la avenida 5 de Mayo, en donde ya se podían ver filas de policías a los costados para evitar actos de violencia.

Algunas personas en un edificio de la ruta gritaban, a través de las ventanas, su apoyo a las mujeres y se podía ver telas moradas que colgaban de éstas, por lo que las manifestantes respondían emocionadas en señal de que aceptaban y reconocían el apoyo.

Y mientras entraban diversos contingentes, en sentido contrario y por la derecha, otras mujeres salían ya del primer cuadro de la ciudad.

Algunas jovencitas y señoras con porte “fifí” marchaban a un costado, con la intención de llegar al Zócalo. Diferentes pancartas que cargaban decían: “Protesto porque no hay ninguna mujer que conozca que no haya sufrido acoso”; otras, con playeras que decían: “Chula, cabr..., chin..., mexicana”.

Cuando se escuchó al unísono: “Cantamos sin miedo, pedimos justicia. Gritamos por cada desaparecida. Que resuene fuerte: ¡nos queremos vivas! Que caiga con fuerza el feminicida. Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo, si un día algún fulano te apaga los ojos. Ya nada me calla, ya todo me sobra. Si tocan a una, respondemos todas. Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa. Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria. Soy la niña que subiste por la fuerza. Soy la madre que ahora llora por sus muertas. Y soy ésta que te hará pagar las cuentas. ¡Justicia, justicia, justicia!”, fue que por fin arribaron al Zócalo capitalino.

Una vez cumplido su cometido, muchas de ellas se tomaron fotos en grupo, individuales, guardaron sus cosas y buscaron la manera de salir de ahí.

Otras, prefirieron quedarse para comer algunos de los productos que vendedores ambulantes ofrecían, como cacahuates, algodones de azúcar y refrescos. Y unas más, de plano instalaron su picnic, en pleno asfalto, y ahí comieron algo de lo que llevaban para compartir.

Resisten a embozadas las vallas del Palacio

Frente a un Palacio Nacional totalmente blindado, manifestantes y policías sostuvieron una confrontación ríspida, aunque indirecta, durante casi cinco horas, en la protesta del 8M en la Ciudad de México.

Las participantes en la marcha se toparon con una muralla de metal que les impidió acercarse a la residencia oficial y tener contacto físico con la valla de policías que resguardaban el sitio.

La Plaza de la Constitución se convirtió en el punto de confluencia de 75 mil mujeres que pedían un alto a la violencia machista y, al mismo tiempo, fue el epicentro de confrontación en la protesta.

Varios contingentes salieron del Ángel de la Independencia y el Monumento a la Revolución, y en su camino algunas de sus integrantes realizaron pintas en las vallas metálicas y madera que protegían las decenas de establecimientos y monumentos. Sin embargo, a su paso evitaron el choque cuerpo a cuerpo con la policía.

“Vivas nos queremos”, “aborto legal” y “8M” fueron algunas de las pintas que plasmaron en la ruta.

Al llegar al Zócalo capitalino, al grito de “¡no se va a caer, los vamos a tirar!”, las manifestantes que iban encapuchadas, agrupadas en el bloque negro, corrieron hacia las vallas que resguardaban la Catedral y el Palacio Nacional para derribarlas.

Tomaron cualquier cosa a su alcance para forzar las barreras: martillos, fuego con aerosoles, y hasta patadas y golpes con el puño. En el recuento final, el Gobierno capitalino informó que recogió 293 objetos, entre ellos 53 martillos, nueve tubos, 12 cinceles y 140 bengalas.

Detrás de las vallas había un fuerte resguardo de los tres mil elementos policiacos capitalinos que se desplegaron para la marcha. La escena de choque se repitió decenas de veces en diferentes puntos de los alrededores del Zócalo, pero los muros no cedieron.

Una de las manifestantes encapuchadas intentó trepar la valla, con ayuda de una de sus compañeras, quien sostenía sus pies mientras la impulsaba para escalar. Tras lograr poner su mano al tope de la barda, se soltó luego de ser rociada con los extintores que portaban los vigilantes.

La policía respondía con esos rociadores, una y otra vez, a todos los intentos por penetrar el muro que protegía Palacio Nacional. La Plaza de la Constitución se llenaba de una neblina que el viento se tardaba unos minutos en dispersar.

Humo verde, naranja y gris invadía la escena de la protesta al centro del Zócalo.

Cuando el conflicto escalaba, el gas se intensificaba, obligando a las manifestantes a correr por los síntomas que éste ocasionaba.

Hacia el centro del Zócalo se observaba a algunas mujeres con los ojos rojos, irritados. Se rociaban agua en el rostro, buscando un alivio para los efectos del polvo químico que recibieron. Tras recomponerse, volvían a los muros.

Del otro lado de las vallas, la policía evitó el enfrentamiento directo; entre las rendijas asomaban el tubo del extintor, sin acercarse demasiado para evitar el fuego y martillazos que amenazaban.

Para evitar el gas, las mujeres buscaron lonas, carteles o cualquier cosa que les pudiera ayudar a tapar los orificios por donde las alcanzaban los extintores, lo que les daba tiempo para intentar descifrar nuevamente el blindaje de Palacio Nacional.

Al atardecer, y tras varias horas de un enfrentamiento constante, otro grupo de manifestantes comenzó a derribar postes de luz y semáforos como un nuevo instrumento para deshacerse de las barreras.

Cayó el primer semáforo en la esquina con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, luego un poste de luz y continuaron, hasta derribar cuatro en la zona.

Entre 15 mujeres lograron alzar uno y lo condujeron hasta la valla de Palacio Nacional. Comenzaron a golpear en un último intento por derribar el muro, pero fue en vano.

“La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”, gritaban a las uniformadas, cuando se retiraban de la marcha, a las 21:00 horas.

El saldo reportado por las autoridades capitalinas fue de 40 personas atendidas por el ERUM, de las cuales ocho fueron trasladadas a hospitales: seis policías y dos civiles.

Entre las manifestantes lesionadas están integrantes del bloque negro que tiraron una estructura de cristal en el Metro Hidalgo y les cayó encima, así como una agente con herida de picahielo en el pómulo derecho.

Lejos de la confrontación en Palacio Nacional, un grupo de policías se sumó a las consignas a la altura del Eje Central.

“¡Policía, consciente, se une al contingente!”, gritaron las oficiales, con el puño en alto, a su paso por Bellas Artes. Y las manifestantes civiles celebraron su acción con aplausos.

Las violentas también derribaron una estructura del metro Hidalgo, sin embargo, ésta al caer lesionó a dos de las manifestantes.

Marchas en los estados, con incidentes menores

Entre consignas, carteles, pero también algunos ataques vandálicos contra edificios públicos, miles de mujeres salieron a las calles en las principales ciudades de las 32 entidades federativas del país para gritar “ya basta de la violencia feminicida” y conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

En todas las marchas la constante fue la consigna de que el 8 de marzo no es para celebrar, sino para impulsar la lucha por los derechos, vidas y espacios que se les ha arrebatado a las mujeres.

Las protestas comenzaron desde temprano en lugares como La Paz y San José del Cabo, Baja California Sur, donde los monumentos de personajes históricos amanecieron con pañuelos verdes y morados anudados.

En Monterrey, Nuevo León, manifestantes se metieron al Palacio de Gobierno; rompieron cristales y vitrales y le prendieron fuego a las puertas de afuera. Sin embargo, los bomberos y la policía estatal controlaron la situación y no pasó a mayores.

Las exigencias se manifestaron en diferentes espacios, como en una preparatoria del municipio mexiquense de Ecatepec, donde las alumnas denunciaron actos discriminatorios por parte de los docentes.

En Chiapas, mujeres tzotziles recorrieron cerca de tres kilómetros para exigir un alto a la violencia generada por los enfrentamientos armados en la región de los Altos.

En Chilpancingo, Guerrero, decenas de trabajadoras del ayuntamiento municipal denunciaron acoso laboral por parte de funcionarios y acusaron que, a pesar de haber presentado las denuncias, no han obtenido respuestas.

Al grito de ¡El Estado opresor es un macho violador!, decenas se reunieron frente al Palacio de Gobierno de Campeche para exigir la legislación del aborto y un alto a las violaciones de sus derechos.

Grupos opositores a la ideología feminista también se hicieron presentes, como en Aguascalientes o el Estado de México, donde creyentes católicos lanzaron agua bendita contra los contingentes y se apostaron cerca de los catedrales para impedir que las mujeres se acercaran.

Los disturbios también se hicieron notar, como en Chihuahua, donde un grupo de mujeres rompió los vidrios del Palacio de Gobierno, el cual también intentó incendiar sin conseguirlo; otros estados en donde también se registraron destrozos considerables contra recintos y establecimientos fueron Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Tabasco y San Luis Potosí, donde las puertas de la Universidad Autónoma fueron incendiadas.

En Michoacán, las mujeres derribaron una de las vallas metálicas que resguardaban el Palacio de Gobierno, desde donde fueron dispersadas con gas lacrimógeno.

“La violencia va en aumento, convirtieron a Colima en el segundo estado con la tasa más alta de feminicidios y transfeminicidios, lo han convertido en un cementerio. Desde hace años, hemos denunciado la presencia de crimen organizado”, afirmó una de las participantes del mitin en la capital colimense.

En Zacatecas, con consignas de “nos oprimen, nos violan, nos matan’’ y mostrando carteles de mujeres desaparecidas, las mujeres hicieron retumbar la Plaza de Armas.

Mientras tanto, en Tlaxcala los colectivos acusaron presuntas detenciones arbitrarias y represión, luego de causar destrozos al Palacio de Gobierno, sin que hubiera consecuencias de gravedad.

Con información de Otilia Carvajal, Yulia Bonilla y Daniela Gómez

https://www.razon.com.mx/mexico/lucha-feminista-regresa-fuerza-calles-474030

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