Crecen las tensiones (16)
por Thierry Meyssan
La propaganda de la OTAN trata de restar importancia a los neonazis ucranianos comparándolos con los grupúsculos neonazis existentes en el resto de Occidente. Pero la realidad es que los “banderistas” ucranianos han venido incrustándose en el poder durante los últimos 30 años, imponiendo su versión de la historia, inculcando sus ideas a la juventud y modificando poco a poco todos los símbolos del Estado. Han adoctrinado a una tercera parte de la población ucraniana y ya son al menos un tercio de los efectivos de las fuerzas armadas. Como objetivo se plantean destruir Rusia y para ello están teniendo la ayuda de los “straussianos” estadounidenses.
Este artículo da continuación a los trabajos1. «Rusia quiere obligar Estados Unidos a respetar la Carta de la ONU», 4 de enero de 2022.2. «Washington prosigue en Kazajastán el plan de la RAND Corporation, que ya continúa en Transnistria», 11 de enero de 2022.3. «Washington se niega a escuchar a Rusia y a China», 18 de enero de 2022.4. «La increíble sordera de Washington y Londres», 1º de febrero de 2022.5. «Washington y Londres tratan de mantener su dominación sobre Europa», 8 de febrero de 2022.6. «Dos interpretaciones sobre la cuestión de Ucrania», 16 de febrero de 2022.7. «Washington hace sonar el clarín pero sus aliados retroceden», 22 de febrero de 2022.8. «Vladimir Putin en guerra contra los “straussianos”», 5 de marzo de 2022.9. «“Banda de drogadictos y de neonazis”», 6 de marzo de 2022.10. «Estupor de Israel ante los neonazis ucranianos», 9 de marzo de 2022.11. «Ucrania, otra gran manipulación», 22 de marzo de 2022.12. «El Nuevo Orden Mundial que nos preparan con el pretexto de la guerra en Ucrania», 29 de marzo de 2022.13. «Propaganda de guerra bajo una nueva forma», 5 de abril de 2022.14. «La alianza entre el MI6, la CIA y los banderistas», 12 de abril de 2022.15. «El fin de la dominación occidental», 19 de abril de 2022.
En un artículo anterior mostré cómo y por qué el MI6 británico y la CIA estadounidense adoptaron a los banderistas ucranianos como aliados durante la guerra fría [1]. Aquellos hombres y mujeres, que deberían haber sido llevados ante el tribunal de Nuremberg, se convirtieron en soldados de la sombra a las órdenes de los vencedores anglosajones. Al ponerlos a su servicio, Washington y Londres les dieron la oportunidad de seguir adelante con su obsesión antirrusa.
Para responder a numerosas reacciones de nuestros lectores, hoy quiero explicar aquí de qué manera esos elementos se apoderaron de la Ucrania actual y cómo han retomado e incluso proseguido la Segunda Guerra Mundial en varios países. Pero quiero mostrar sobre todo como en el año 2000 esos fanáticos pasaron de ser simples peones a ostentar la categoría de tropa de choque de Estados Unidos. El hecho es que hicieron un pacto con los “straussianos” –los discípulos del filósofo Leo Strauss sólidamente posicionados en las sucesivas administraciones estadounidenses– y ese pacto ha conducido a la guerra actual.
Banderistas de adentro y de afuera
Cuando se tambaleó la Unión Soviética, los cabecillas banderistas salieron de la sombra en Ucrania y pasaron a la legalidad. Algunos eran sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial y del agitado periodo que vino después de aquel conflicto, entre 1945 y 1950. En 1954, Nikita Jrushov –líder soviético nacido en Ucrania– había decidido perdonarlos e integrarlos al sistema. Así se incorporaron a la administración soviética. Pero aquellos individuos habían mantenido vínculos entre sí e incluso tenían contactos con los banderistas que se hallaban en el exterior –los que habían conformado el Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN) [2] y la Liga Anticomunista Mundial (WACL, siglas en inglés) [3].
En octubre de 1990, cuando la URSS ya se tambaleaba, un puñado de estudiantes, entre los cuales había algunos banderistas, organizaron en la plaza Maidan –entonces llamada “Plaza de la Revolución de Octubre”– un movimiento contra cualquier forma de asociación con Rusia. Aquel movimiento fue designado como la «revolución de granito» y marcó un periodo de gran confusión intelectual. En aquel momento, numerosos ucranianos pensaban que los rusos no aspiraban, como ellos, a liberarse del régimen soviético. Muchos veían la URSS como una forma de imperialismo ruso y creían que los rusos habían tratado de destruir Ucrania.
Cuando Ucrania proclamó su independencia, el 24 de agosto de 1991, los banderistas en general salieron a la luz. Por supuesto, no se presentaron como ex colaboradores de los nazis y responsables de crímenes contra la humanidad sino como «nacionalistas» y militantes antisoviéticos. Alcanzaron puestos importantes y lograron hacer que los jóvenes ucranianos que llegaban al servicio militar firmaran un documento donde se comprometían a luchar contra Rusia en caso de conflicto. En 1992, esos elementos internos organizaron en Kiev una manifestación pública celebrando el 70º aniversario del ejército banderista, con la participación de los banderistas del extranjero que habían regresado a Ucrania.
La reorganización de los banderistas(1990-1998)
Los banderistas que se habían mantenido en Ucrania –miembros de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN-B, la “B” significa precisamente “banderistas”)– se agruparon inicialmente en el Partido Nacionalista Social de Ucrania (SPNU) y más tarde en el seno de la organización Svoboda (Libertad) mientras que los más belicosos formaban la Asamblea Nacional Ucraniana y el grupo armado Autodefensa del Pueblo Ucraniano, clasificados como de extrema derecha.
Los paramilitares encabezados por Andrei Bilestky –quien se hace llamar «el fuhrer blanco»– acabaron por separarse administrativamente de Svoboda para crear su propia organización. Pero eso no modificó la línea de Svoboda, cuya plataforma partidista siguió proclamando que su objetivo era «liquidar físicamente toda la intelectualidad rusoparlante y acabar rápidamente con todos los ucraniófobos sin someterlos a juicio». Como partido, Svoboda comienza a hacer listas de «prorrusos», de «prorrumanos», de «prohúngaros» y de «protártaros» ya que «habría que reducir ese rebaño en alrededor de 5 o 6 millones de individuos».
La milicia llamada Autodefensa del Pueblo Ucraniano estaba bajo las órdenes de un banderista del exterior, Yuriy Shukhevych, hijo de un conocido autor de crímenes contra la humanidad. La Autodefensa del Pueblo Ucraniano se implicó con la CIA en varias guerras contra Rusia, a menudo junto a los islamistas. No se sabe a ciencia cierta si estuvieron junto a los georgianos en Abjasia (en 1998) pero sí está comprobado que estuvieron junto a los agresores rumanos en Transnistria (en 1992), con la Legión Árabe de Osama ben Laden en Yugoslavia (en 1992-1995), con los azeríes en el Alto Karabaj (hasta 1994) y principalmente con los islamistas en la primera guerra de Chechenia.
La fiscalía logró identificar a varios de sus cabecillas –como Igor Mazur, Valeriy Bobrovich, Dimitro Korchynsky, Andriy Tyahnibok (el hermano de Oleh Tyahnibok), Dimitro Yarosh, Vladimir Ma-malyga y Olexandr Muzychko. Esos individuos se caracterizaron por su ferocidad y su crueldad. Olexandr Muzychko fue proclamado «Héroe de la Nación» por el Emirato Islámico de Ichkeria (Chechenia), como recompensa por «haber roto los dedos a los oficiales [rusos], haberles sacado los ojos, arrancarles las uñas y los dientes y haber abatido a otros». El ucraniano Olexandr Muzychko se convirtió así en jefe de la guardia personal del “emir” Djokhar Dudayev.
El Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN), creado en 1943, en Munich, pero que después de la Segunda Guerra Mundial siguió teniendo su sede en esa ciudad alemana –en los locales de la CIA–, abrió oficinas en Kiev.
En 1994, la presidente del ABN –Slava Stetsko, viuda del Yaroslav Stetsko, el primer ministro impuesto en Ucrania por los ocupantes nazis– se presentó a las elecciones legislativas ucranianas y fue electa… aunque ni siquiera tenía la nacionalidad ucraniana. También fue electa en 1998 y en 2002. Como decana del parlamento ucraniano, Slava Stetsko presidió la sesión de apertura de la legislatura en 2 ocasiones –el 19 de marzo de 1998 y el 14 de mayo de 2002. Las dos veces pronunció sus discursos en medio de los aplausos de los demás diputados –los diputados comunistas habían abandonado el hemiciclo en señal de protesta. En ambas ocasiones elogió la lucha de Stepan Bandera y de su marido fallecido –el colaborador nazi Yaroslav Stetsko– para terminar con un «¡Gloria a Ucrania!», el grito de guerra de los banderistas. Slava Stetsko falleció a los 82 años, el 12 de marzo de 2003, en Munich.
El asesinato de Georgiy Gongadze
Como presidente de Ucrania, Leonid Kuchma privatizó todo lo que pudo. Las riquezas de Ucrania se concentraron en manos de 13 individuos, los llamados oligarcas, agrupados en 3 clanes, en las regiones de Donetsk, Dnipropetrovsk y Kiev. Estos individuos rápidamente se hicieron más poderosos que los políticos. Ese sistema perverso es el que actualmente rige en Ucrania, privando a los ucranianos de su soberanía y sembrando una constante confusión en el plano político.
En el 2000, desaparece el periodista Georgiy Gongadze, quien después de haber luchado junto a los banderistas en Georgia había comenzado a investigar la corrupción del presidente Kuchma y de los personajes a él vinculados. Cuando fue hallado el cadáver de Gongadze, decapitado para dificultar su identificación, el presidente del parlamento divulgó una serie de grabaciones en las que el presidente Kuchma, su jefe de gabinete y su ministro del Interior se concertaban sobre cómo “hacer callar” a Georgiy Gongadze. Aquello marcó el fin del mandato presidencial de Leonid Kuchma.
La «revolución naranja» de 2004
El fin de la presidencia de Kuchma no modificó el equilibrio entre los clanes. El propio Kuchma, vinculado al clan de Dnipropetrovsk, apoyó la candidatura de su primer ministro, Viktor Yanukovich, del clan de Donestk. Yanukovich ganó la elección presidencial pero tuvo enfrentar duras protestas orquestadas por el clan de Kiev –respaldado por la National Endowment for Democracy (la NED estadounidense) [4]. Se anuló la elección y se organizó otra, donde el ganador fue Viktor Yuchenko. Eso es lo que se conoce en Occidente como la «revolución naranja».
Pero el nuevo equipo de gobierno se dividió rápidamente entre partidarios Viktor Yuchenko y partidarios de Yulia Timochenko. Los banderistas aprovecharon esa división entre oligarcas para adelantar sus peones en ambos bandos.
El 8 de mayo de 2007, por iniciativa de la CIA, los banderistas de la Autodefensa del Pueblo Ucraniano y los islamistas fundaron en la ciudad ucraniana de Ternopol un «Frente Antimperialista», bajo la presidencia conjunta del ucraniano Dimitro Yarosh y del islamista “emir” de Ichkeria Dokku Umarov y con la participación de organizaciones de Lituania, de Polonia, de Ucrania y de Rusia, como los separatistas islamistas de Crimea, de Adiguea, de Daguestán, de Inguchetia, de Kabardino-Balkaria, de Karatchevo-Cherkesia, de Osetia y de Chechenia. Así renacían, bajo una forma diferente y bajo la protección del Estado ucraniano, el ministerio del Oriente del nazi Alfred Rosenberg y el Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN) de Stepan Bandera.
En 2010, la división del clan de Kiev favoreció la elección de Viktor Yanukovich, quien reemplazó el sistema de clanes poniendo a los miembros de su propia familia en los puestos claves del Estado. Así se hizo más importante mantener buenas relaciones con algún miembro de la familia de Yanukovich que representar a algún oligarca. Poco a poco, el presidente Yanukovich fue adquiriendo el control de toda la vida política y económica a través de su formación política, el Partido de las Regiones. Al verse excluidos del sistema, 5 oligarcas se convierten en aliados de los straussianos estadounidenses y de los banderistas para recuperar el poder.
Sin embargo, la propaganda se mantiene durante ese periodo y los ucranianos se acostumbran a la presencia de los banderistas, ya para entonces financiados por el oligarca judío ucraniano Ihor Kolomoiski. En 2011, esos elementos lograron imponer la adopción de una ley que prohíbe conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial porque en ese conflicto los sovieticos derrotaron a los banderistas. Pero el presidente Yanukovich se niega a promulgar esa ley. Furiosos, los banderistas atacan el desfile anual de los veteranos del Ejército Rojo y propinan golpizas a aquellos ancianos que habían luchado contra la ocupación nazi. Dos años después, las autoridades de las ciudades de Lviv (Leópolis) y de Ivano-Frankivsk prohíben las ceremonias por el Día de la Victoria y cualquier otra celebración por la derrota del nazismo. Anteriormente, en enero de 2010, justo antes de terminar su mandato presidencial, Yuchenko había otorgado a Stepan Bandera el título de Héroe de la Nación.
Cuando el Partido Comunista expresó su sorpresa al ver que el oligarca judío ucraniano Kolomoiski se dedicaba a financiar a los neonazis ucranianos, el Comité Judío de Ucrania se limitó a responder que los comunistas estaban haciéndose eco de una nueva versión de la afirmación antisemita según la cual los judíos habían puesto a los bolcheviques en el poder y desatado la Segunda Guerra Mundial.
El EuroMaidan, bautizado a posteriori como «revolución de la dignidad»
En 2014, la hoy llamada «revolución de la dignidad» –designada entonces como EuroMaidan– fue orquestada, desde el Departamento de Estado de Estados Unidos, por la también straussiana Victoria Nuland, con ayuda de los banderistas más violentos en el terreno. No analizaré aquí aquellos acontecimientos, que todos conocen. Después del EuroMaidan, fue un oligarca, Petro Porochenko, quien se convirtió en presidente de Ucrania, mientras que los banderistas se apoderaban de importantes cargos oficiales. Un tercio de los ministros ucranianos provenían de Svoboda o de la Autodefensa del Pueblo Ucraniano. Andriy Parubiy fue nombrado secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, con Dimitro Yarosh como segundo. El nuevo régimen no tardó en prohibir la lengua rusa, idioma que el 40% de los ucranianos utiliza normalmente en su vida cotidiana.
Rechazando ese retroceso de la historia, la población de Crimea optó por la independencia –mediante un referendo popular– y por reintegrarse a la Federación Rusa, mientras que los rusoparlantes del Donbass se declararon autónomos y proclamaron las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.
En marzo de 2014, las organizaciones Asamblea Nacional Ucraniana y Autodefensa del Pueblo Ucraniano cambiaron de nombre para convertirse en Pravy Sektor (Sector Derecho), formación neonazi encabezada por Dimitro Yarosh y Andriy Biletsky.
En abril de 2015, la Rada Suprema (el parlamento ucraniano) proclamó a los banderistas de la Organización de los Nacionalistas Ucranianos (OUN-B) «combatientes por la independencia». La ley en ese sentido fue promulgada en diciembre de 2018 por el presidente Petro Porochenko y los ex miembros de las Waffen-SS –que lucharon del lado de los nazis en la Segunda Guerra Mundial– obtuvieron retrospectivamente derecho a pensiones y a todo tipo de ventajas.
Hoy en día, los programas escolares, ya modificados, enseñan a los niños y adolescentes ucranianos la nueva versión de la historia: la Segunda Guerra Mundial no ha terminado y concluirá pronto con la derrota de Rusia y el triunfo del nacionalismo ucraniano.
Como las secciones de asalto de Adolf Hitler en los años 1930, los banderistas imponen su ley en Ucrania. Irrumpen en los tribunales, dándose el lujo de amenazar a los jueces, e imponen su voluntad a los alcaldes y gobernadores. El más conocido de sus crímenes es la masacre que perpetraron en la Casa de los Sindicatos de Odesa [5].
La elección de Volodimir Zelenski
Es Ihor Kolomoiski, el oligarca judío ucraniano y mecenas de los banderistas, quien trae al humorista Volodimir Zelenski al escenario político. Kolomoiski comienza financiando la serie de televisión Defensor del pueblo, con Zelenski en el papel central, posteriormente crea alrededor de Zelenski un partido político para finalmente financiar su candidatura a la elección presidencial.
Los ucranianos aprueban la cruzada que el joven humorista anuncia contra la corrupción así como su sueño europeo, sin entender el significado de su veneración por la OTAN, y le otorgan el 73% de los votos en la elección presidencial, el 21 de abril de 2019.
En marzo de 2021, la ciudad de Ternopol y posteriormente el oblast de Lviv rebautizan sus estadios en honor al general Roman Shukhevych –padre del fundador de la Autodefensa del Pueblo Ucraniano– y de Stepan Bandera.
El 2 de noviembre de 2021, el banderista Dimitro Yarosh es nombrado consejero del jefe de las Fuerzas Armadas Ucranianas, el general Valerii Zaluzhnyi. Todas las organizaciones paramilitares de los banderistas –en total 120 000 hombres– son incorporadas a las Fuerzas Armadas Ucranianas. Se elabora un plan de ataque contra Crimea y contra las Repúblicas Populares del Donbass. La OTAN, que ya tiene instructores militares en Ucrania, comienza a enviar armamento.
El 24 de febrero de 2022, el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, anuncia el inicio de una «operación militar especial» para «desnazificar» Ucrania.
[1] «La alianza entre el MI6, la CIA y los banderistas», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 12 de abril de 2022.
[2] Para conocer de primera mano la ideología y los objetivos de estos individuos, es particularmente útil consultar la colección casi completa de la publicación del Bloque de Naciones Antibolcheviques –ABN Correspondence, en inglés, y ABN Korrespondenz, en alemán. Si algún lector dispone de las ediciones que faltan, agradeceremos que nos las facilite.
[3] «La Liga Anticomunista Mundial, internacional del crimen», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de enero de 2005.
[4] «La NED, vitrina legal de la CIA», por Thierry Meyssan, Odnako Rusia, Red Voltaire, 11 de octubre de 2010.
[5] «La masacre de Odesa fue organizada en la cúpula del régimen ucraniano», антифашист, Red Voltaire, 17 de mayo de 2014.
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