El clamor
Pascual Serrano
Rebelión
Pascual Serrano
Rebelión
Un reportaje sobre la entrega de un premio del diario El País es titulado en ese mismo diario, en su edición del 8 de mayo, “Clamor por el cambio en Cuba”. Me acordé entonces de los tiempos en que yo trabajé en ABC y del uso recurrente de la palabra “clamor” por quien entonces era su director, Luis María Ansón. Cuando se quería denunciar un caso de corrupción, por nimio que fuera, o pedir una determinada inversión en infraestructuras a la Administración, Ansón elegía titulares como “Un clamor ciudadano se indigna por el caso… “ o “Un clamor exige un nuevo carril en la carretera de La Coruña”. Evidentemente, uno salía a la calle y no veía el clamor, sólo existía en la mente del director del periódico.
La estratagema es muy habitual en los medios de comunicación: cuando poseen una línea ideológica, una posición política o una demanda no lo reconocen en su editorial sino que intentan presentar su cruzada como el reflejo de una masiva demanda ciudadana, “un clamor”. Se trata de un claro ejemplo de cobardía intelectual y de engaño a la audiencia, puesto que no lo presentan como su propio ideario o propuesta política sino que intentan hacernos creer que es la ciudadanía quien participa de esa posición y demanda acciones, sin existir elementos informativos rigurosos que lo sostengan. Es como cuando titulan “los españoles piden… “ o “los cubanos demandan… “, sin luego añadir ningún soporte estadístico serio. Recuerdo cómo un periódico venezolano titulaba que los turcos estaban preocupados por tener un presidente islamista dos semanas después de que lo hubieran votado por mayoría. Al único que le preocupaba era al director del periódico venezolano, a los turcos les hubiera preocupado tener a otro diferente del que votaron.
En el caso de El País, ha concedido su premio a una persona que pide cambios en Cuba, recoge el testimonio de los miembros del jurado que la han seleccionado –y, por tanto, comparten la demanda de los cambios- y ya tiene el clamor. El diccionario de la Real Academia tiene como primera acepción de clamor, “grito o voz que se profiere con vigor y esfuerzo”. Puesto que el grito o la voz la establecen en singular, basta una persona que dote a su voz de vigor y esfuerzo para crear un clamor. Por tanto, habrá sin duda un clamor a favor del cambio en Cuba, otro a favor del no cambio, otro que pida que santifiquen a Fidel Castro y otro que pida que lo fusilen. El periódico tomará el que más se ajuste a su propuesta política y creará un titular, que es lo que ha hecho El País.
Aunque quizás se trate de la segunda acepción de la Real Academia, “grito vehemente de una multitud”. En cuyo caso, simplemente es mentira, el diario no ha constatado ninguna multitud, sólo pedían cambios los miembros del jurado que ha concedido el premio a alguien que pedía los cambios y los que fueron a celebrar la concesión.
Y para más desparpajo subtitulan la noticia: “Los Premios Ortega y Gasset reconocen a los profesionales que luchan contra la corrupción y la mentira”.
Adenda final:
Dice la noticia que “también se cuestionó la mordaza que se impone a los reporteros en países como México, desde donde llegaron dos de las premiadas”. Se les olvidó otra periodista, Carmen Aristegui (1), expulsada por su línea crítica de W Radio, una emisora propiedad de Televisa y, casualmente, del grupo Prisa, el del diario El País y de los patrocinadores del premio.
(1) La periodista despedida por Prisa y Televisa habla de la libertad de expresión y libertad de empresa
Carmen Aristegui F.
(19-01-2008)
www.pascualserrano.net
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