Escrito por Ileana Alamilla | |
lunes, 06 de julio de 2009 | |
Por: Ileana Alamilla El golpe militar ocurri-do en Honduras causó fracturas de todo tipo, violentó la democracia y cercenó un derecho humano fundamental: la libertad de expresión y de prensa, que resultaron víctimas de sistemas y contradicciones que tienen su origen en las indefendibles desigualdades sociales. Recreando escenarios pasados, los militares catrachos obligaron a cancelar de manera absoluta la programación de estaciones radiales, como Radio Progreso, dirigida por el sacerdote jesuita Ismael Moreno, instalaciones a donde 25 militares ingresaron y obligaron a cerrar las emisiones de ese medio. La emisora Radio Globo de ese país reportó que el 95 por ciento de los medios de comunicación en Honduras dejaron de transmitir información relacionada con el golpe de Estado. La prensa escrita es aliada incondicional de los golpistas. Periodistas del canal 36 de televisión mantuvieron la emisión hasta la llegada de los militares a las cinco de la mañana y escaparon después. Los uniformados rompieron las instalaciones, golpearon al único periodista que encontraron y retuvieron durante dos horas al personal administrativo. Numerosas entidades de prensa repudiaron la imposición del silencio y el golpe militar; convocaron a las y los periodistas, a las redes gremiales y a las organizaciones de derechos humanos a denunciar las maniobras para silenciar las voces. La solidaridad mundial con el gremio hondureño fue inmediata y de rechazo a la censura, al cierre de las radios, al control de los medios y a los cortes de energía eléctrica, dispuestos por las fuerzas armadas para evitar la libre expresión de las y los hondureños. Medios intervenidos, programas clausurados, periodistas acosados y ciudadanía perseguida por su derecho a opinar, son algunas de las consecuencias del flagrante atentado a la libertad de expresión. La violación se materializó también con la militarización de estaciones radiales como la Radio Católica, en Trujillo, argumentada como “medida preventiva” por los oficiales, como respuesta a la tarea informativa. También se constató la clausura total o temporal de emisoras como Radio Globo, Radio Progreso, el Canal 66 Maya TV, los canales 8, 11, 36 y 39 y varias operadoras de cable se vieron afectadas por interferencias, para evitar que emitieran la señal de CNN en español y Canal Sur de Venezuela. Los corresponsales de esta emisora y de la agencia AP fueron detenidos y liberados posteriormente. Periodistas de los diarios El Tiempo, La Tribuna y El Heraldo fueron agredidos, el caricaturista Allan MacDonald, fue detenido junto a su hija de 17 meses. La Relatoría para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó enérgicamente las limitaciones a la libertad de expresión y llamó a respetar este derecho fundamental. Igual llamado hizo el Relator de ONU para este derecho. El temor que causa la difusión de la realidad vuelve de inmediato la mirada hacia los medios, los ataca y busca desesperadamente silenciarlos, pero esa absurda intención se revierte y el interés por conocer la verdad se agiganta, rompe las barreras y las voces irrumpen por todos las rendijas. Guatemala, 6 de julio de 2009 |
7/07/2009
Otra víctima
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