12/21/2009


Utopía

Golpe mediático

Eduardo Ibarra Aguirre

Tiene sobrados motivos el titular del Ejecutivo federal para estar muy contento por la muerte Arturo Beltrán Leyva, considerado uno de los tres delincuentes más buscados y peligroso, tanto por el gobierno mexicano como para el de Estados Unidos, al que el primero le hace el trabajo sucio.

A tres años de que comenzó la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, el 11 de diciembre con el operativo Michoacán, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa estaba más que urgido de dar “un golpe trascendental”, como él mismo lo llamó en Copenhague, Dinamarca, porque el anticonstitucional despliegue de las fuerzas armadas en tareas policiacas pierde de manera paulatina apoyo ciudadano, entre otras causas por el desastre ocasionado en materia de garantías individuales, pérdida de vidas inocentes por los desmanes castrenses y las casi 17 mil víctimas mortales que ya cobró lo que empezó, simplemente, como una estrategia para hacer frente a la necesidad de Calderón Hinojosa para ganar una legitimidad que no conquistó en las urnas.

En la víspera del aniversario, los combatientes vestidos de verde y de negro estuvieron cerca de detener a Servando Gómez Martínez, mejor conocido como La tuta, pero nada más. Fallaron los del Ejército y la Policía Federal y fueron relegados, a la hora de realizar el operativo a cargo de Marina que concluyó el día 16 en el condominio Altitude, de Cuernavaca, Morelos, pero que tiene como antecedente el viernes 11, en Tepoztlán, Morelos, y aún antes, el día 10 en Momoxpan y Cholula, Puebla, cuando Arturo Beltrán visitó a un cirujano plástico.

Esta vez le asiste la razón a Calderón cuando lo denomina “un golpe contundente contra una de las organizaciones criminales más peligrosas de México y del continente”. Pero exagera, embriagado de entusiasmo como estaba en el país nórdico, al ostentarlo como un “logro muy importante para el pueblo y el gobierno de México”.

Por supuesto que sería deseable que tuviera la razón. Pero recuérdese cuántos capos fueron detenidos, procesados, sentenciados y extraditados a EUA en las últimas dos décadas --desde Miguel Ángel Félix Gallardo hasta Osiel Cárdenas Guillén-- y el negocio que genera alrededor de 35 mil millones dólares de utilidades anuales y emplea más 500 mil mexicanos, se mantiene en vigoroso ascenso, con otros barones de la droga y alianzas nuevas.

Sin los recursos generados por el narcotráfico, las recurrentes crisis económicas difícilmente se hubieran remontado. Y esto lo conoce perfectamente bien el grupo gobernante y acaso por ello no realiza ningún trabajo sistemático para investigar las redes que cruzan a todo el sistema bancario extranjero. Vaya, ni siquiera tiene titular la dirección ministerial encargada de perseguir el lavado de dinero.

En el afán de exprimir mediáticamente el éxito, el abogado y economista elogió las tareas de inteligencia de la Armada y se llenó la boca “girando instrucciones” al secretario de Marina para que los heridos en tierra firme “reciban la mejor atención posible”, cuando es, o debiera ser, un derecho y obligación elementales.

Los días transcurridos tras el exitoso operativo pusieron en relieve que fue la Drug Enforcement Administration la que dio la información a las autoridades mexicanas, y que la Presidencia asignó la tarea a los marinos. Es decir, el señor mintió deliberadamente con tal de adornar a su criticado gobierno.

Adornos que se hacen añicos con el montaje macabro con el cadáver de El Jefe de jefes y que desnuda las conductas ilegales con que se combate al narcotráfico, mismas que significan una provocación a los amos y señores de las drogas ilícitas. Fernando Francisco Gómez Mont-Urueta pretendió negarlo, cuando el es el autor del risible desplante infantil “Aquí los estamos esperando”.

Acuse de recibo

Correspondo a los deseos para Navidad y 2010 de Unicef México, Hugo E. Beteta y Jorge Máttar --de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe--, Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales, Unidad de Educación Continua de Santa Cruz, Bolivia; Frente Único Nacional de los Pueblos del Perú, Fundación por la Libertad de Expresión, El PRI de hoy, Instituto Mexicano de la Radio, Liberaddictus, Ateneo de Cosoleacaque, José Cuevas, Manuel Hernández Granados, Adriana Barbosa Herrera, Carlos Chávez y Juan Ledesma –de Servicios Informativos y Publicitarios--, y Rubén Eduardo Soto Díaz, director del Museo de la Caricatura y la Historieta, de Cuautla, Morelos… También de Víctor Manuel Barceló R., Salvador González Briceño, la doctora Guillermina Krause, el certificador de medios Raymundo Rosas Pérez, la señora Tanny Garbuno, la columnista Aurora Berdejo Arvizu, María Lucía de la Garza Guerrero --hija del querido Andrés de la Garza--, Fausto Fernández Ponte, la también veracruzana Rosa María Cabrera Lotfe, Bettina Cetto, el regiomontano José Manuel Gómez Porchini, la escritora María Luisa Erreguerena, Edna Lorena Fuerte y Araceli Chávez –de Ciudad Juárez, Chihuahua--, Virginia Alfaro Pérez y Ramsés Ancira –del Grupo María Cristina-- y José Vilchis Guerrero.

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