escrito por Sinay Céspedes Moreno
Mumia Abu Jamal, otra víctima del sistema de segregación de Estados Unidos
Resumen Latinoamericano/Prensa Latina - Mumia Abu Jamal, cuya pena capital fue conmutada a cadena perpetua luego de 30 años en el corredor de la muerte, sufre hoy los vejámenes del sistema carcelario de Estados Unidos, que lo retiene en una celda de aislamiento.
El reo, quien se convirtió en uno de los condenados más reconocido dentro y fuera de su país, venció una batalla por la vida el pasado 9 de diciembre, cuando un fiscal de Filadelfia anunció que dejaría de solicitar la máxima pena para el periodista negro.
Justo a los 30 años de su encarcelamiento, el exmiembro de Panteras Negras supo la decisión de la corte de cambiar su condena.
Ese día, centenares de personas se congregaron en Pensilvania para apoyarlo y escucharon allí sus primeras declaraciones luego de conocer el fallo legal.
"Por primera vez en casi 30 años no estoy físicamente entre los condenados a muerte, estoy en otro sector llamado Bloque AC, con celdas idénticas a las del corredor de la muerte pero donde nadie está condenado a morir, entre ellos, yo mismo. Es algo a lo que hay que acostumbrarse, todavía me estoy aclimatando", afirmó.
Sin embargo, varios días después, nuevos obstáculos se le vinieron encima a Abu Jamal, transferido a la prisión estatal Mahanoy, en Frackville, Pensilvania, el 14 de diciembre último.
En ese correccional, en vez de ubicarlo junto al resto de los presidiarios, fue puesto en una celda de aislamiento, condenado al hueco, a la soledad, lo cual fue denunciado por sus seguidores.
Para algunos activistas pro derechos civiles, pese a que ya no morirá de manos de la ley norteña, la vida de Mumia, como se le conoce internacionalmente, peligra por estar expuesto al odio de quienes lo consideran una amenaza.
Según informaciones de los que intentaron visitarlo luego de su traslado, citados por medios locales de prensa, el periodista fue confinado en un local donde la luz eléctrica permanece encendida todo el día y solo baja un poco su intensidad en las noches.
Como compañía solo le dieron un bolígrafo de goma, ocho hojas de papel e igual número de sobres, de los cuales, a la altura de los primeros días de encierro, ya había utilizado cuatro para escribir a sus familiares.
Las posibilidades de salir al aire libre, están limitadas a una sola hora al día, y las visitas a una por semana, de acuerdo con declaraciones de sus simpatizantes.
Frente a las nuevas condiciones, activistas por los derechos civiles instaron a la población de Estados Unidos a enviar tarjetas y realizar llamadas telefónicas para garantizar la protección de su vida.
Asimismo, le hicieron saber a los directivos del correccional que cientos de personas se interesan a diario por el bienestar del preso, quien fue acusado de matar al policía blanco Daniel Faulkner en diciembre de 1981 y sentenciado, en 1982, a morir en la silla eléctrica.
No obstante, desde su nueva situación, Mumia se mantiene al tanto de las manifestaciones que se realizan en su país contra las injusticias y el sistema económico imperante.
A su llegada a Mahanoy, el luchador social envió un mensaje a los indignados agrupados en el Movimiento Ocupemos Wall Street, a quienes instó a profundizar y fortalecer sus demandas a favor del 99 por ciento de la población, golpeada por la crisis económica y la inequidad.
La causa de este hombre se convirtió en símbolo de los esfuerzos internacionales por la abolición de la pena capital en Estados Unidos y el extenso proceso en su contra derivó en un indicativo de las fallas e injusticias que se cometen en el país norteño.
En enero del año pasado, miles de personas de diferentes regiones del mundo se sumaron a una larga lista de firmas para pedir al presidente Barack Obama que se pronunciara en contra de la pena de muerte.
La fallecida exprimera dama de Francia, Danielle Mitterrand; el escritor alemán Günter Grass, y el lingüista y escritor estadounidense Noam Chomsky, se unieron a la solicitud, una de las tantas acciones realizadas a favor del reo y ahora de otros que también esperan el mismo final.
El pasado mes de octubre, la Corte Suprema rechazó una solicitud de fiscales de Filadelfia para volver a imponer el castigo máximo a Abu Jamal, luego de que en la primavera pasada un tribunal federal de apelaciones federal determinó la revisión de su condena.
Finalmente, luego de 30 años de lucha internacional, la sentencia fue conmutada al reo, cuya labor como periodista radial era bien conocida en los años de la década de 1970.
Pese a la dura situación que enfrentaba, Mumia no dejó de mantenerse activo en la cárcel, desde donde realizaba el programa de radio Live from Death Row (En vivo desde el corredor de la muerte), título que dio también a un libro editado en 1995, en el cual refleja la vida en el pabellón de los condenados a morir.
La vida del luchador, quien siempre rechazó los cargos que se le imputaron, constituye una muestra de las injusticias cometidas en el sistema judicial de Estados Unidos, donde abundan las denuncias por irregularidades, sobre todo contra negros y latinos.
Su nombre podría ser uno de los tantos que engrosan la lista de los informes anuales de Crímenes de Odio, elaborados por el Buró Federal de Investigaciones (FBI), el cual solo en 2010 registró seis mil 628 delitos por esa causa, de los cuales un 47,3 por ciento ocurrieron como resultado del color de la piel.
Otras investigaciones confirman que actualmente, más del 40 por ciento de los casi dos millones y medio de estadounidenses presos son negros.
Ante esa realidad, muchos coinciden en que la batalla de Mumia no ha terminado, más bien se encuentra en una nueva etapa, llena de desafíos, entre los cuales está continuar la lucha por quienes permanecen injustamente en el corredor de la muerte.
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