1/15/2012

¿Por qué estamos así?


Antonio Gershenson

El domingo pasado, en el artículo sobre los niveles de producción hasta el año 2020, vimos que, por un lado, la mayor parte de Europa está casi estancada, y por otro, México tiene un papel singularmente deprimido en el seno de América Latina. En Europa, países como Francia y Austria fueron degradados por un evaluador financiero.

Según datos del Banco Mundial, vimos que dentro de Latinoamérica, México es el único país cuyo producto interno bruto (PIB) por habitante para 2006-2010 es negativo: –1.3 por ciento. En cambio, otros países de un tamaño considerable como el nuestro, como Argentina y Brasil, tuvieron 23.3 por ciento y 14.8 por ciento.

Uno de los factores fue que cuando la crisis de 2008-2009, tuvimos un crecimiento muy negativo en el PIB. Nuestra dependencia de Estados Unidos era y es tal, que esa dependencia se reflejó, y no es nuevo, en una caída mayor que la de ese mismo país.

La polémica internacional hace notar que en países europeos también se extiende la miseria. Que más gente perdió sus viviendas, ya no digamos su trabajo. Importan menos y exportan la crisis, también a nosotros. Cuando países, sobre todo asiáticos como Japón, China y países del sureste de ese continente, les quitaron el mercado de producción industrial. Las propias empresas de Estados Unidos y Europa producen muchos de los bienes allá. Entonces, en estos países mal llamados industriales tienen su centro en sectores no industriales, y los más fuertes están en el sector financiero. Éstos fueron los más afectados, y no de balde, en la crisis de 2008-2009. Hoy vuelven a un primer plano.

Desde que los tecnócratas llegaron al poder en México, en 1982, se hicieron merecedores a la crítica mencionada el pasado domingo, del Nobel Sen, de que gobernantes europeos impulsaban programas de austeridad. Decía este premiado que esos programas llevaban a una catástrofe en espiral. El ver las cosas en esta perspectiva nos recuerda que esos gobiernos tecnócratas fueron y son tanto del PRI como del PAN.

Hay una baja en los salarios reales; reducción de los empleos y en especial en los empleos regulares y permanentes. Hay daño a la educación y a la salud y, en general, al nivel de vida de la mayoría.

La producción y la inversión públicas se ven afectadas por la gran corrupción, por los privilegios de una minoría privilegiada y por el derroche electorero, como ese monumento doble de caro, retrasado más de un año y sin mayor utilidad, habiendo tantas necesidades.

En varios casos el solo transporte colectivo es carísimo y se come la mayor parte del salario. En general, en muchos servicios los precios son más caros que en países cuyos salarios son más altos que los de aquí. También en salario mínimo tenemos ya el récord del mínimo regional.

No se trata de una caridad, sino de que haya trabajo, de preferencia productivo, para la multitud de desempleados; y educación en todos los niveles sin costo y con calidad. Va a ser necesario devolver a los planes de estudio el nivel de civilización que les han quitado en los últimos años.

Mientras que unos compran coches carísimos y otros artículos de lujo, otros tienen cada vez más dificultad para comprar lo más necesario. Y, claro, entre otras cosas la gasolina y el gas siguen subiendo de precio, los recibos locos de luz siguen proliferando, y hay alimentos más y más caros.

Se tendrá que devolver a Pemex tanto lo robado como lo arrebatado. Se deberá ahí invertir directamente en las zonas productivas, que las hay, y no entregar al mejor postor zonas improductivas o casi. El sector eléctrico tendrá que volver a ser constructivo, aprovechar directamente nuestros recursos naturales y no rifarlos entre los cuates.

Los principales países de América Latina han diversificado su comercio exterior. Han impulsado su producción industrial pero también la producción agrícola, con diferencias de un país a otro. Esto contribuye a que crezcan en sus exportaciones y en su producción, y que veamos las cifras que vimos al principio.

En la mayoría de los países principales, los gobiernos son de izquierda. Aunque haya diferencia entre unos y otros, todos están por encima de lo que tenemos. Por eso México, como vimos al principio, es el único con un producto nacional por habitante, negativo en cinco años.

Como lo hemos dicho, debemos cambiar el rumbo. Ya basta de esta situación y de gobiernos derechistas y tecnócratas. Urge un gobierno, también aquí, de izquierda.

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