Jazz
Luego entonces, si la mayoría de los músicos se la lleva pianpianito, cuando te enfrentas a discos como 8 momentos, 8 fotografías, álbum debut de Daniel López Infanzón, la emoción vuelve a reventar en tu cabeza: el beat del corazón se acelera, las vísceras inferiores se alborotan y las heroicas neuronas que aún sobreviven vuelven a documentar, necias, el optimismo por la música de estas tierras y por los chavales que la reinventan y la redefinen, apoyados siempre en las pautas de ayer y de antes de antier.
Daniel es un estupendo pianista, de lo mejor que ha surgido en mucho tiempo; girando apenas en los 32 años, ha logrado ya una técnica y una solidez de pulso realmente impresionantes. Y más. El joven maestro es más que un ejecutante de excepción; basta una primera ojeada a este disco, donde todos los temas son de su cosecha, para acercarnos un poco a sus recursos narrativos, a la fuerza expresiva de sus composiciones.
Al parecer, es de familia. Daniel es sobrino del maestro Héctor Infanzón, con quien empezó a tomar clases cuando recién llegaba a los ocho años de edad. De hecho, nació en medio de la música, en una familia donde todo mundo toca algún instrumento, ya por afición, ya profesionalmente, desde el octogenario patriarca del lado materno, don Carlos Infanzón (tresero y ex vocalista del grupo Sensación Caney) hasta el último de los nietos… aunque los primos han preferido dedicarse al rock y sus anexos, en grupos como Contenido Neto. La familia en pleno se reúne cada fin de semana para comer y compartir la vida y la música.
En 8 momentos, 8 fotografías podemos encontrar amplios, magníficos, alegatos alrededor del jazz latino (Latinoamérica, no Lacio), con pequeñas dosis de rock progresivo y generosas porciones de música de las Huastecas y las Antillas. Daniel logra un sonido tan riguroso como espontáneo que se extiende a todo lo largo del teclado, y si a esto agregamos el poder instrumental del sexteto: Jako González (saxos y ewi –electric wind instrument–), Aleph Castañeda (contrabajo), Paco Godoy (batería), Leo Corona (percusiones) e Ismael Barrientos (un bajo eléctrico ocasional), el disco se convierte en pieza fundamental para entender y degustar el jazz mexicano del siglo XXI.
Si esto sucedió en un primer disco, ¿qué podemos esperar de los que ya están en camino?
Cualquier tema musical en cualquier género es la fotografía (la fonografía) de un momento, y este disco en sí mismo, sin más, bien podría servir para armar una exposición itinerante dentro y fuera de las fronteras… claro, si hubiera alguien que se decidiera a invertir su tiempo en menesteres tan poco redituable$.
Regio Jazz
El movimiento jazzístico en Monterrey está en plena efervescencia. Los músicos se multiplican por decenas (¿centenas?), y aunque resaltan los nombres de saxofonistas como Arturo Ávila y Luis Ignacio Rosales, pianistas como Juan Carlos García El Pingüi, Israel Zacarías y Fernando Dávila, bateristas como Roger Nuncio y Milo Tamez, percusionistas como Mike Tovar, contrabajistas como Hernán González o guitarristas como Óscar Zensei González, Omar Tamez, Cuquín Carmona y Francisco Lelo de Larrea (este último, de lo mejor en nuestra historia, radica ahora en el Distrito Federal), la escena se nutre día con día arrojando propuestas de diferentes embocaduras.
En 2010, Luis Ignacio Rosales se dio a la tarea de recopilar y editar las partituras de 138 composiciones de jazz regiomontano, y con el título de Regio jazz, este libro sin precedente vio la luz el año pasado, incluyendo un cedé con archivos gráficos de la totalidad de las rolas en su versión Eb, Bb y clave de Fa.
Si algún músico o alguna fonoteca se interesa en el volumen, puede contactar a Luis Ignacio en el correo luis_ignacio_rosales@hotmail.com Salud.
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