Ricardo Hernández Ruiz
Black Magazine
“El teatro de
operaciones bélicas congrega la idea y prácticas de campo donde se
entrecruzan la vida de las personas, la geopolítica [y] la estrategia de
guerra.”
Seguimos acumulando tragedias. Ahora ocurrió en Michoacán, ahí donde el ex presidente Felipe Calderón, decidió dar inicio a su “guerra contra el narco” que –nunca nos cansaremos de decirlo– ha dejado más de 100 mil muertos. La nueva cuita fue en una de las tantas comunidades del país que han estado acosadas por el crimen organizado, la corrupción, la impunidad, la explotación, la pobreza y la marginación.
El pasado martes 4 de abril elementos de seguridad detuvieron, con un uso desproporcionado de la fuerza, a 38 comuneros de Arantepacua (comunidad perteneciente al municipio de Nahuatzen) cuando regresaban, a bordo de un autobús, de una reunión con el secretario de gobierno estatal; a quien le entregaron un manifiesto de inconformidad por no haber sido tomados en cuenta en el acuerdo bilateral entre la comunidad vecina de Capácuaro y la Secretaría. Dicho acuerdo señalaba que un cuerpo de seguridad resguardaría –en lo que se distendía el conflicto legal– un amplio terreno históricamente disputado por las dos comunidades.
No conformes con las detenciones, al día siguiente, en una operación coordinada entre miembros de la SEDENA, la SSP de Morelia y la Policía Federal, ingresaron a la comunidad de Arantepacua, abriéndose paso con balazos y dejando un saldo de, por lo menos, cuatro asesinados; dos de ellos muy jóvenes: Luis Hernández, de tan sólo 15 años, estudiante de bachillerato y José Jiménez, de 25 años, estudiante de enfermería en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Arantepacua es una palabra compuesta por dos voces: Arante, que significa oreja horadada (perforada/acribillada) y pacua, topónimo que significa lugar plano o de llanura. La palabra completa figura “llano horadado (acribillado)”. ¿No es acaso esta toponimia una evocación del México actual? La noticia del crimen en Arantepacua se da a tres años del anuncio de la aprobación de la Reforma Energética, que respalda legalmente la perforación de más pozos petroleros con tecnología aún más agresiva. También es posterior al hallazgo de las nuevas fosas (hoyos) clandestinas encontradas en Veracruz, las cuales, según el último “Reporte especial sobre desaparición de personas y fosas clandestinas en México”, elaborado por la ONU, suman ya más de 855. Y ocurre un día antes de la publicación del informe “Libertades en Resistencia”, hecho por Artículo 19, donde se anuncia que el año pasado, el acribillamiento de periodistas en el país alcanzó su pico máximo, llegando a 11 asesinatos. Tenemos un México horadado.
El nivel de hostilidad hacia los pobladores arantepacuenses se puede entender si retrocedemos un par de años en la historia de Nahuatzen. Desde el 2015, el municipio ha tenido un proceso de politización interesante por demás. Contagiados por la experiencia del pueblo de Cherán K’eri, en 2015 se instauró un Consejo Ciudadano, encargado de gobernar la circunscripción y una Ronda Comunitaria, la cual bridaría seguridad a la población. Todo ello por la incapacidad del presidente municipal perredista Miguel Prado de mejorar las condiciones sociales y por querer imponer como Secretario de Seguridad a Silvano Murguía; ambos acusados de tener nexos con el crimen organizado y, el segundo, particularmente de extorsionar y secuestrar a los propios michoacanos.
Por algunos meses, el Consejo Ciudadano tomó la Presidencia Municipal e intentó llevar adelante los acuerdos expuestos en el Primer Encuentro de Pueblos Originarios de Michoacán, celebrado en la comunidad de Cherán, los días 3 y 4 de diciembre de 2016, a saber, la “defensa del territorio, la reconstitución de nuestros pueblos, [de] la educación, alimentación y vivienda”, al tiempo en que se ponía un “alto a las políticas de exterminio de las instituciones estatales y federal.” Nunca mejor dicho. Veamos, según datos del CONEVAL, indican que el 98.6% de la población de Nahuatzen sufre de pobreza y “vulnerabilidad” (2010). Además, nos encontramos que en aquel municipio donde asesinaron al futuro enfermero y al joven bachiller, hay una Unidad Médica por cada 30 km², un personal médico por cada mil habitantes y un bachillerato por cada 152 km². Botones de muestra que, cuando los hilvanas con la cuestión del crimen organizado, empinan la cuesta y nos provocan un “ángulo nadir” bastante abrumador. El problema es, pues, que no sólo se muere quien se va sino que también muere a quien se le condena al olvido, a la marginación.
En un Estado autoritario como lo es México, en medio de un estado plagado de narcotráfico, cultivo y trasiego de drogas, tráfico de armas y de recursos naturales, trata de personas, lavado de dinero y de una crisis de legitimidad, parece ser que lo que queda es “resistir”. Y eso implica, como bien dice Ana María Rivadeo: No caer en las emboscadas, [tampoco] en las ilusiones fáciles y simplistas, saber calibrar las correlaciones de fuerzas en los planos mundial, regional, nacional, local. Evitar que nos maten. Seguir vivos. Seguir siendo capaces de luchar, y, así, poder ampliar y extender las mejores condiciones para las luchas. Eso es resistir.
Al pie del verano.
Hemerografía:
Santillán, José Luis, “Arantepacua ¡Crimen de Estado! Primera parte”, en: Subversiones, Sec. Especial, México, 9 de abril, 2017, en: https://goo.gl/8aYnPc (10 de abril, 2017).
Redacción, “Organización y autonomía: Primer encuentro de Pueblos Originarios de Michoacán”, en Desinformémonos, Sec. México, México, 6 de diciembre, 2016, en: https://goo.gl/s56Urf (10 de abril, 2017).
Referencias:
Artículo 19, “Libertades en resistencia”, CDMX, Article 19, 2017, en: https://goo.gl/nhtTlq (10 de abril, 2017).
CNDH, “Informe especial sobre desaparición de personas y fosas clandestinas en México (Resumen Ejecutivo)”, CDMX, CNDH, 2017, en: https://goo.gl/wXPLbg (10 de abril, 2017).
CONEVAL, “Informe anual sobre la situación de pobreza y rezago social”, CDMX, CONEVAL, s.f., en: https://goo.gl/1kMkz3 (10 de abril, 2017).
Link de la publicación: http://www.blackmagazine.mx/mexico-horadado-arantepacua/
Seguimos acumulando tragedias. Ahora ocurrió en Michoacán, ahí donde el ex presidente Felipe Calderón, decidió dar inicio a su “guerra contra el narco” que –nunca nos cansaremos de decirlo– ha dejado más de 100 mil muertos. La nueva cuita fue en una de las tantas comunidades del país que han estado acosadas por el crimen organizado, la corrupción, la impunidad, la explotación, la pobreza y la marginación.
El pasado martes 4 de abril elementos de seguridad detuvieron, con un uso desproporcionado de la fuerza, a 38 comuneros de Arantepacua (comunidad perteneciente al municipio de Nahuatzen) cuando regresaban, a bordo de un autobús, de una reunión con el secretario de gobierno estatal; a quien le entregaron un manifiesto de inconformidad por no haber sido tomados en cuenta en el acuerdo bilateral entre la comunidad vecina de Capácuaro y la Secretaría. Dicho acuerdo señalaba que un cuerpo de seguridad resguardaría –en lo que se distendía el conflicto legal– un amplio terreno históricamente disputado por las dos comunidades.
No conformes con las detenciones, al día siguiente, en una operación coordinada entre miembros de la SEDENA, la SSP de Morelia y la Policía Federal, ingresaron a la comunidad de Arantepacua, abriéndose paso con balazos y dejando un saldo de, por lo menos, cuatro asesinados; dos de ellos muy jóvenes: Luis Hernández, de tan sólo 15 años, estudiante de bachillerato y José Jiménez, de 25 años, estudiante de enfermería en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Arantepacua es una palabra compuesta por dos voces: Arante, que significa oreja horadada (perforada/acribillada) y pacua, topónimo que significa lugar plano o de llanura. La palabra completa figura “llano horadado (acribillado)”. ¿No es acaso esta toponimia una evocación del México actual? La noticia del crimen en Arantepacua se da a tres años del anuncio de la aprobación de la Reforma Energética, que respalda legalmente la perforación de más pozos petroleros con tecnología aún más agresiva. También es posterior al hallazgo de las nuevas fosas (hoyos) clandestinas encontradas en Veracruz, las cuales, según el último “Reporte especial sobre desaparición de personas y fosas clandestinas en México”, elaborado por la ONU, suman ya más de 855. Y ocurre un día antes de la publicación del informe “Libertades en Resistencia”, hecho por Artículo 19, donde se anuncia que el año pasado, el acribillamiento de periodistas en el país alcanzó su pico máximo, llegando a 11 asesinatos. Tenemos un México horadado.
El nivel de hostilidad hacia los pobladores arantepacuenses se puede entender si retrocedemos un par de años en la historia de Nahuatzen. Desde el 2015, el municipio ha tenido un proceso de politización interesante por demás. Contagiados por la experiencia del pueblo de Cherán K’eri, en 2015 se instauró un Consejo Ciudadano, encargado de gobernar la circunscripción y una Ronda Comunitaria, la cual bridaría seguridad a la población. Todo ello por la incapacidad del presidente municipal perredista Miguel Prado de mejorar las condiciones sociales y por querer imponer como Secretario de Seguridad a Silvano Murguía; ambos acusados de tener nexos con el crimen organizado y, el segundo, particularmente de extorsionar y secuestrar a los propios michoacanos.
Por algunos meses, el Consejo Ciudadano tomó la Presidencia Municipal e intentó llevar adelante los acuerdos expuestos en el Primer Encuentro de Pueblos Originarios de Michoacán, celebrado en la comunidad de Cherán, los días 3 y 4 de diciembre de 2016, a saber, la “defensa del territorio, la reconstitución de nuestros pueblos, [de] la educación, alimentación y vivienda”, al tiempo en que se ponía un “alto a las políticas de exterminio de las instituciones estatales y federal.” Nunca mejor dicho. Veamos, según datos del CONEVAL, indican que el 98.6% de la población de Nahuatzen sufre de pobreza y “vulnerabilidad” (2010). Además, nos encontramos que en aquel municipio donde asesinaron al futuro enfermero y al joven bachiller, hay una Unidad Médica por cada 30 km², un personal médico por cada mil habitantes y un bachillerato por cada 152 km². Botones de muestra que, cuando los hilvanas con la cuestión del crimen organizado, empinan la cuesta y nos provocan un “ángulo nadir” bastante abrumador. El problema es, pues, que no sólo se muere quien se va sino que también muere a quien se le condena al olvido, a la marginación.
En un Estado autoritario como lo es México, en medio de un estado plagado de narcotráfico, cultivo y trasiego de drogas, tráfico de armas y de recursos naturales, trata de personas, lavado de dinero y de una crisis de legitimidad, parece ser que lo que queda es “resistir”. Y eso implica, como bien dice Ana María Rivadeo: No caer en las emboscadas, [tampoco] en las ilusiones fáciles y simplistas, saber calibrar las correlaciones de fuerzas en los planos mundial, regional, nacional, local. Evitar que nos maten. Seguir vivos. Seguir siendo capaces de luchar, y, así, poder ampliar y extender las mejores condiciones para las luchas. Eso es resistir.
Al pie del verano.
Hemerografía:
Santillán, José Luis, “Arantepacua ¡Crimen de Estado! Primera parte”, en: Subversiones, Sec. Especial, México, 9 de abril, 2017, en: https://goo.gl/8aYnPc (10 de abril, 2017).
Redacción, “Organización y autonomía: Primer encuentro de Pueblos Originarios de Michoacán”, en Desinformémonos, Sec. México, México, 6 de diciembre, 2016, en: https://goo.gl/s56Urf (10 de abril, 2017).
Referencias:
Artículo 19, “Libertades en resistencia”, CDMX, Article 19, 2017, en: https://goo.gl/nhtTlq (10 de abril, 2017).
CNDH, “Informe especial sobre desaparición de personas y fosas clandestinas en México (Resumen Ejecutivo)”, CDMX, CNDH, 2017, en: https://goo.gl/wXPLbg (10 de abril, 2017).
CONEVAL, “Informe anual sobre la situación de pobreza y rezago social”, CDMX, CONEVAL, s.f., en: https://goo.gl/1kMkz3 (10 de abril, 2017).
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Qué tal, Hilda: Responde a este correo electrónico para comentar públicamente en Google+. O bien accede a la publicación »Hay una errata. El artículo no es de Sergio Gonzélez Rogrígues, es de mi autoría (Ricardo Hernández Ruiz). La confusión seguramente viene de que los editores de rebelión.org tomaron el autor de la epígrafe que usé que, en efecto es de Sergio, y la tomaron como autor del artículo. Espero se pueda remendar el error. Saludos. |
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