4/17/2017

Los periodistas pal café. . . .



Dado que no levanta vuelo en el estado de México la campaña del primer primo del país, Alfredo del Mazo Maza (#PRIMazo), fue necesario acelerar el uso del recurso electoral denominado Javier Duarte de Ochoa. Tal vez algunos estrategas hubieran preferido que el ex gobernador veracruzano prestara sus servicios de escándalo en fechas más cercanas a la elección presidencial de 2018, pero las bajas expectativas del tricolor en la cuna del peñismo obligan a presionar en estos comicios regionales, para así mantener esperanzas del tricolor en los nacionales.
La reposición en escena del espectáculo duartista fue de muy mala factura, indicativa de premuras y descuidos. Cualquier libretista de medio pelo habría perdido el trabajo si hubiera presentado una historieta como la vista en este sabadazo de presunta gloria priísta: algún personaje, que ha de suponerse de alto nivel de influencia, convenció a un periodista experimentado, Joaquín López Dóriga, para que publicara en sus sitios de Internet una fotografía borrosa con la que se amparaba la falsa versión de que Duarte de Ochoa estaba en Canadá (ya de madrugada, bajo bombardeo en redes por la evidente pifia, el citado López Dóriga reconoció su error), mientras una caravana familiar, con menores de edad incluidos, viajaba en vuelo privado de Toluca a Guatemala, dando así a los sabuesos policiacos mexicanos la pista de oro que permitiría coronar una supuesta investigación de meses que apuntaba a que el corporalmente inconfundible político veracruzano estaba en Centroamérica, tal vez cerca del área de la Chiapas gobernada por el verde Manuel Velasco Coello, donde diversas voces dijeron con anticipación que el prófugo contaba con el apoyo de autoridades estatales.
En primera instancia, el regreso de uno de los Duarte al foro político-carcelario (falta, desde luego, César Duarte Jáquez, quien fue gobernador de Chihuahua) quitó reflectores a Tomás Yarrington, el ex gobernador de Tamaulipas que días atrás había sido detenido en Italia y cuyas eventuales delaciones de narcopolítica llegada a los sitiales más altos del sistema mexicano podrían meter en graves aprietos a personajes actuales, si tales revelaciones llegasen a ser recopiladas y difundidas desde Estados Unidos.
En particular, la irrupción del caso Duarte diluye con anticipación las fuertes salpicaduras del expediente Odebrecht en Pemex y, desde luego, en Los Pinos. La constancia judicial de que se ordenó la entrega de 5 millones de dólares a Emilio Lozoya Austin (aunque no hay constancia de que esa orden se hubiera cumplido), cuando éste era director de la empresa petrolera, es una veta parecida a la que en otros países ha alcanzado a la respectiva Presidencia de la República. Al menos en este primer tramo, los medios mexicanos de comunicación masiva parecen aplicadamente concentrados a desarrollar una agenda concentrada en Duarte de Ochoa y no en los negocios corruptores de la firma brasileña Odebrecht.
En realidad, Los Pinos está volcado en la promoción de una versión exculpatoria de sus propias creaciones o complicidades corruptas. Con un banderazo de salida muy evidente y significativo, el peñismo busca convertir las detenciones de los amigos Yarrington y Duarte en muestras de una magna lucha contra la corrupción. Los burros sexenales hablando de orejas circunstanciales: las historias terribles de corrupción institucionalizada, transformadas en presuntos himnos de fin de fiesta, en un discurso laudatorio del peñismo justiciero que ya está inserto en varias instancias mediáticas).
El electorero intento de conversión de Peña en el emblema de una lucha sin cuartel contra la corrupción (capaz, por ejemplo, de hacer aprehender a dos gobernadores, miembros de su propio partido, dice el discurso sincronizado), tiene una contraparte claramente buscada: el lopezobradorismo que, a pesar de sus contradicciones programáticas y su conducción caudillista, representa una firme amenaza al predominio priísta en el estado de México y a la voracidad yunista en las elecciones municipales de Veracruz. Ganar, o perder, en estos comicios locales, serán galones y escalones tácticos rumbo a 2018.
En ese esquema de violento arranque de la temporada electoral 2018, el indicativamente sonriente Duarte de Ochoa puede ser una agradecida carta de sicariato electoral. No hay una afectación real de sus intereses: cual si hubiese un pacto mafioso en curso, se le está respetando a la familia: la esposa, merecedora de abundancia que por sí misma debería significar una obligatoria indagación judicial en su contra, está siendo colocada fuera de las investigaciones oficiales, al igual que otros familiares. Y Duarte podría abrigar fundadas esperanzas de que en su proceso sean sembradas las fallas intencionales que más adelante abran senderos procesales para su liberación y el garantizado disfrute de buena parte de la riqueza mal habida.
El pistolero (en términos políticos) Javidú tiene dos balas electorales que a sus carceleros mexicanos interesará que use (y así sería una suerte de Bejarano II, sin videos pero con confesiones personales): una, referida a las presuntas alianzas y ayudas económicas que se le habría dado a Morena en los comicios del año pasado. El panista Miguel Ángel Yunes Linares, ya como gobernador de Veracruz, ha lanzado la primera acometida fuerte contra el lopezobradorismo en ese terreno de las supuestas complicidades. Ahora, Duarte de Ochoa podría asegundar el asunto, dándose como fuente directa respecto al PRI-Mor (la supuesta alianza del PRI duartista y la Morena lopezobradorista en esa entidad). La segunda bala electoral sería consecuencia de la primera y tendría como presunto destino final el 2018. En el camino, según la ruta de trabajo desatada este sábado de falsa gloria, se despejaría el paso para el primo Del Mazo en el estado de México, para el panista Yunes y sus hijos en Veracruz y para el candidato presidencial que definan Videgaray-Trump y Peña Nieto. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx



Foto
La aprehensión de Tomás Yarrington y Javier Duarte de Ochoa, y la inminente detención del otro Duarte, César, ex gobernador de Chihuahua, pareciera indicar que Peña Nieto está rompiendo su pacto con el grupo de mandatarios que lo apoyó financieramente y en la colección de votos para llegar a la presidencia. La meta que se asignaron fue reunir 20 millones de electores y no reparar en gastos. Por ahí está el episodio de la avioneta con 25 millones de pesos del gobierno de Veracruz, interceptada por mera casualidad en Toluca. Algunos no han sido detenidos, pero andan muy inquietos: Humberto Moreira, rechazado por el PRI, pero buscando seguridad por medio de una diputación de otro partido; Fidel Herrera, Rodrigo Medina, Roberto Borge. Tienen recursos importantes; podrían formar un Tucop (Todos unidos contra Peña), resentidos porque está sucediendo lo que no esperaban que ocurriera: el rompimiento de la omertá.
Dejaron ir a la esposa
El ex gobernador Javier Duarte se encuentra ya recluido en la pequeña cárcel Matamoros, en Guatemala, donde están purgando condena algunos políticos y narcotraficantes famosos; se ubica dentro de un cuartel militar y no está sobrepoblada. Un video lo mostró sonriente unos segundos en el trayecto. Serían los nervios. Con el ex mandatario suma 27 reos, dijo a Reuters un vocero. Allí se encuentra Marvin El Taquero Montiel, un sanguinario narcotraficante condenado a 800 años de prisión por el asesinato de decenas de personas. Conocida como ‘‘la cárcel de los políticos’’, fue la primera prisión a donde fue llevado el ex presidente Otto Pérez Molina, tras su renuncia y detención en 2015. También se hallan allí dos diputados que perdieron inmunidad y tres ex diputados detenidos por el caso conocido como ‘‘plazas fantasma’’, donde supuestamente contrataron a personas que no llegaban a trabajar o no existían y se quedaban con el dinero. El ex gobernador de Veracruz, y prófugo de la justicia, fue detenido el sábado anterior en un hotel de Panajachel, pueblo turístico a orillas del lago Atitlán. Su esposa, Karime Macías, se hallaba a su lado, pero no fue detenida porque no hay orden de aprehensión en su contra.
Otro periodista asesinado
La lista de periodistas asesinados en marzo sumó el nombre de Maximino Rodríguez Palacios, ultimado el 17 de abril, colaborador de Colectivo Pericú, portal de noticias y denuncias ciudadanas de La Paz, Baja California Sur. Fue atacado a tiros cuando llegaba en su vehículo a una tienda acompañado por su esposa. Rodríguez llevaba ‘‘muchos años como periodista y columnista, y sus declaraciones eran muy fuertes, muy críticas’’, comentó a la agencia Afp Balbina Flores, representante en México de Reporteros Sin Fronteras. El 7 de marzo fue asesinado el periodista Cecilio Pineda, en el estado de Guerrero; el 19, Ricardo Monlui, acribillado en Veracruz; el 23 del mismo mes, la periodista Miroslava Breach Velducea murió en Chihuahua.
Canadá legalizará la mariguana
El gobierno de Justin Trudeau presentó un proyecto de ley para legalizar la mariguana. En Canadá se permite el consumo de cannabis con fines medicinales desde 2011, y ahora se dispone a autorizarlo para fines recreativos. El objetivo principal: ‘‘eliminar a los narcotraficantes y al crimen organizado del mercado de cannabis’’, permitiendo a las autoridades ‘‘enfocarse en otros delitos graves’’. Al rato meten reversa, como en Amsterdam. La cercanía de Canadá y la importante corriente de turistas a nuestro país creará problemas cuando lleguen con sus carrujos a darse sus toques en Cancún.
La guerra entre Graco y Blanco
Desde diciembre de 2015, cuando el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco asumió la presidencia municipal de Cuernavaca, su relación con el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, se ha visto marcada de acusaciones por presuntos nexos con el crimen organizado, corrupción, y ahora por homicidio. Lo acusan de la autoría intelectual del asesinato del empresario Juan Manuel García Bejarano, quien el 6 de abril encabezaba una cabalgata, cuando un sujeto le disparó por la espalda. El edil rechazó los señalamientos y solicitó a la PGR atraer el caso para garantizar la imparcialidad en la investigación. Ni a quién irle.
Ombudsman Social



Completemos, de entrada, los puntos suspensivos que, obviamente, dejaron en suspenso nuestros dos párrafos finales el pasado lunes. 1.- Lorenzo de Zavala (Mérida 1788). En 1824 presidente del Congreso Constituyente, secretario de Hacienda, gobernador del estado de México y ministro plenipotenciario en Francia. Por sus ideas independentistas fue recluido en San Juan de Ulúa, pero tan pronto fue liberado continuó con su lucha liberal y federalista. A él se debe en mucho el ascenso de Guerrero al poder y al predominio del rito yorkino de la masonería. Bueno, pues que a este combativo político, historiador, diplomático le da por terminar su vida con un final que, de verlo en una producción cinematográfica, el respetable hubiera opinado que era absolutamente descabellado: al terminar su encargo de ministro plenipotenciario en Francia, el señor Manuel Lorenzo Justiniano de Zavala y Sáenz decidió no regresar a su país, se asentó nada menos que en el insurrecto territorio de Texas y se convirtió en uno de los promotores más activos de la alevosa separación (¡alentada, ni se imaginan por quién!). Zavala, merced a su defección por demás inexplicable, llegó a ser diputado por el distrito de Harribourg, delegado a la Convención de Washington que proclamó la anexión de Texas y nombrado vicepresidente de la República de ese nombre. A su muerte, en 1836, fue considerado traidor a la patria. Pero la vida es una tómbola, tómbola: y ahora, casi 200 años después, una realista, centralista, conservadora, mucho menos lúcida que don Diego de Zavala, por supuesto, pretende en su beneficio reivindicar ese abolengo, esa estirpe por demás cuestionable.



Estancada en el último cuatrienio y reducida respecto a una década atrás, la Construcción – medida a valor constante de 2012 – decreció -1.3% en 2016 (Gráfico 1).
A precios corrientes (actuales), la Encuesta Nacional de la Industria de la Construcción que realiza el INEGI valoriza esta actividad en 492 mil millones de pesos en 2016; de éstos, 41.4% correspondieron a construcciones del sector público y 58.6% del privado (Gráfico 2).
Del mismo total, por tipo de obra, la edificación representó el 46.4%; vías de transporte 23.7; electricidad y comunicaciones 7.8; petróleo y petroquímica 7.2; obras para agua, riego y saneamiento 4.5; y otras construcciones el 10.4%
(De)crecimiento
Con las cifras de 2016 en el cuatrienio el valor total de la construcción registra una tasa media de crecimiento anual (TMCA) negativa de -1.2%, la construcción pública de -6.9 y la privada de 4.1%. Por tipo de obra, la edificación creció 0.4% anual, electricidad y comunicaciones 4.3 y otras construcciones 4.8%; y decrecieron: agua, riego y saneamiento -4.9% anual, vías de transporte -3.9, y petróleo y petroquímica -9.7%
Personal y remuneraciones
El personal ocupado por empresas constructoras promedió 619 mil personas en 2016, -9.1% (62 mil trabajadores menos) que en 2012 (Gráfico 3).



Ante la inminente pérdida del poder y el erario en y del estado de México –y su impacto en las presidenciales de 2018–, parece que en Los Pinos decidieron que para evitar tal probabilidad bien valía el sacrificio de uno de los priístas modernos –de los más cercanos al inquilino de la residencia oficial–, con todo y el riesgo que corren si el cómplice capturado decidiera abrir la boca, contar sus secretos en busca de una sentencia más suave o de plano la liberación –que nada rara sería–, y detallara quiénes y cuánto recibieron los involucrados en uno de los más salvajes saqueos de las arcas públicas.
Y procedieron: tras casi seis meses de permanente búsqueda (léase impunidad total por parte de la autoridad mexicana), casualmente el sábado pasado Javier Duarte fue detenido en Sololá, Guatemala –con el bellísimo lago de Atitlán de fondo–, es decir, donde de tiempo atrás se divulgó que el ex gobernador veracruzano se había asentado sin complicación alguna, aunque con toda la complicidad de la autoridad mexicana.
Pero no sólo se trata de eso, porque el sacrificio del sonriente ex gobernador veracruzano también pretende desviar los reflectores y echar tierra a otros escándalos que involucran directamente al duopolio presidencial (Peña Nieto-Videgaray), como el Emilio Lozoya Austin y sus monumentales cochinadas en Petróleos Mexicanos, donde el consorcio brasileño Odedrecht y su chequera dicen ¡presente! Y a ese júnior también se le protege con todo el poder del Estado.
Pero en este México lindo y podrido de la política prácticamente todos los integrantes de la nueva generación (de gobernadores) que ha sido parte de este proceso de renovación del PRI (sic de Peña Nieto) robaron a manos llenas, saquearon y destrozaron sus respectivos estados y a estas alturas oficialmente son investigados, tienen órdenes de aprehensión o de plano se mantienen prófugos de la justicia, aunque todos ellos cubiertos con el manto de la impunidad que les brindan desde las alturas del poder federal.
Así, momentáneamente, de ese enorme cuan creciente inventario de ex gobernadores priístas (que incluye a los de la vieja guardia”) y de tantos otros partidos (con los panistas empujando para mejorar su posición en el tablero) hay que dar de baja a Javier Duarte, el más adelantado –en cuanto a robo de recursos– entre los de su moderna clase. Sólo falta que, como en el caso del ex gobernador tamaulipeco Tomás Yarrington (aprehendido en días pasados en Florencia, Italia), la captura del veracruzano sea resultado del trabajo de la Interpol, sin mayor asistencia de la PGR, y ésta de nueva cuenta salude con sombrero ajeno.
En vía de mientras, tras seis meses de indagatorias, Javier Duarte fue mágica y oportunamente (sobre todo en lo electoral) detenido, pero el inquilino de Los Pinos se mantiene mudo; no se le ha escuchado y/o leído el mensaje de victoria (misión cumplida) que suele lanzar cada que cae un peso pesado del narcotráfico, y el ex gobernador veracruzano amén de muy pesado es uno de los mayores asaltantes del país, a la vez que –todo apunta– muy cercano a los capos del crimen organizado (lo es, sin duda, de los capos del crimen institucionalizado).
Pero los ejemplos de la clase gobernante son inagotables: Javier Duarte, Tomás Yarrington, César Duarte, Roberto Borge, Ángel Aguirre, Andrés Granier, Gabino Cué, Guillermo Padrés, Humberto y Rubén Moreira, Fausto Vallejo, Rodrigo Medina, Fidel Herrera Beltrán, Eugenio Hernández, Luis Armando Reynoso Femat y los que se queden en el tintero, que no son pocos, todos con investigaciones o procesos penales, aunque sean de mentiritas.
Esas son las cabezas visibles, porque a la par de esos ladrones deberían ser investigados los respectivos gabinetes, los congresos estatales (y el federal), los empresarios, los medios de comunicación que taparon –o intentaron– las tropelías del asaltante en turno, los enlaces federales, el aparato de procuración de justicia (que es muy eficiente a la hora de encubrir a los amigos) y el inquilino en turno de Los Pinos. Todo ello aderezado con una puntual pesquisa sobre los financiamientos a las campañas electorales, porque no sólo del centro salen recursos, sino de los estados a los candidatos al hueso mayor y otras menudencias.
Eso sí, nadie se dio cuenta por mucho que la enorme capacidad de hurto de cualquiera de los citados resultó más que notoria desde el momento mismo de que ocuparon la oficina principal en palacio de gobierno, con el consecuente desplome de los indicadores económicos y sociales de las entidades.
Con Duarte en el gobierno de Veracruz, por ejemplo, la economía se fue a pique, el crimen organizado convirtió el estado en su funeraria particular, las violaciones a los derechos humanos fueron pan de todos los días, como el asesinato de periodistas, y la pobreza se mantuvo a paso veloz, por decir lo menos, mientras el asalto al erario estatal alcanzaba proporciones estratosféricas. ¿Y a pesar de las constantes denuncias, oficialmente nadie se dio cuenta?, ni en Los Pinos ni en ninguna otra instancia federal o estatal. ¿En serio? Eso se llama impunidad, garantizado por altas esferas del poder, las mismas que ahora pretenden convertir la detención en Guatemala como una muestra fehaciente del combate a la corrupción.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ha documentado que en los cuatro primeros años de gobierno de Javier Duarte alrededor de un millón adicional de veracruzanos engrosaron las filas del ejército de pobres, de tal suerte que a esas alturas alrededor de 60 por ciento de la población estatal se encontraba en tan precaria situación. Es de suponer que en el bienio 2015-2016 el número creció aún más, a la par del robo del gobernador y de sus secuaces.



El político más popular en el Estados Unidos de Trump –ganando por un gran margen al presidente y los líderes del Congreso– es alguien que se identifica como socialista, una mayoría de la población no sólo no votó por el actual mandatario, sino lo reprueba a niveles sin precedente, y las movilizaciones populares de protesta que ha detonado están generando un movimiento de resistencia tal vez nunca visto antes. O sea, este país no es (sólo) de Trump.
Un acordeón ofrecía una versión de Esta tierra es tu tierra (This land is your land) de Woody Guthrie –himno del pueblo, no de la patria– en una de las marchas anti Trump de este pasado fin de semana realizadas en más de 100 ciudades con la participación de decenas de miles en el nuevo movimiento de resistencia en Estados Unidos.
Esa melodía surge de una larga historia de lucha –la guitarra de Guthrie tenía grabado sobre ella esta máquina mata a fascistas– que hoy día tal vez enfrenta su momento más crítico para este país, y para el planeta.



En la columna anterior nos referíamos a las actitudes y aptitudes de los viejos como requisitos para una vida no sólo con los mínimos de dignidad, sino con los máximos posibles de bienestar, lo que en muchas ocasiones tiene que ver con una existencia a prudente distancia de parientes solícitos y familiares ambiciosos. Haber aceptado esta alternativa es el testimonio que nos comparte el octogenario independiente Antonio Ocampo.
“Alguna vez me casé, pero, como se dice, no hubo compatibilidad de caracteres. Era extranjera, aunque igual de dominante y controladora que la mayoría, en esa obsesión femenina por ocuparse de la pareja incluso a costa de sí misma. No soy amiguero, pero tampoco antisocial. Procuro estar informado sin exagerar, sobre todo para poder platicar con otros sobre temas variados o provocar la conversación, pues muchos caen en un mutismo dañino.



Periodo especial. Aunque Últimos días en La Habana, la cinta más reciente del veterano cubano Fernando Pérez (Suite Habana, 2003; La vida es silbar, 1998; Madagascar, 1995), se filma más de dos décadas después de aquel gran éxito de taquilla de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, Fresa y chocolate (1993), las similitudes entre ambas películas han hecho pensar que se trata ahora de una suerte de segunda parte de aquel filme emblemático.
La nueva cinta pareciera en efecto transcurrir durante la misma dura época de penuria económica extrema, el llamado periodo especial de principios de los años 90, provocado en parte por el colapso de la antigua Unión Soviética. El hecho de que Diego (Jorge Martínez), el protagonista viva postrado en la cama, víctima del VIH, padecimiento hoy crónico y controlable, pero en aquel entonces mortal a muy corto plazo, contribuye a que esa doble visión (enfermedad y miseria) del filme de Fernando Pérez sea particularmente fatalista.




La captura del ex gobernador veracruzano Javier Duarte, ocurrida el sábado en Panajachel, Guatemala, ha sido festejada por diversos actores políticos y vista desde algunos ámbitos como un éxito en el combate a la impunidad y el reforzamiento del estado de derecho. No es para menos, si se recuerda la escalofriante trayectoria del ahora detenido con fines de extradición durante los casi seis años en los que estuvo al frente del gobierno estatal: incontables homicidios, desapariciones y secuestros que en la inmensa mayoría de los casos no tuvieron castigo y ni siquiera averiguación, que dejaron una cauda de decenas de miles de familias enlutadas y cuya impronta siniestra ha venido surgiendo en decenas de fosas clandestinas.

Benita Galeana en mis recuerdos
Nació en San Jerónimo, Guerrero, el 10 de septiembre de 1907 y falleció el 17 de abril de 1995.

Es difícil, si no es que imposible, saber qué es lo que está pasando por la cabeza de Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Lo que no es difícil, porque las evidencias están ahí, es darse cuenta de lo que efectivamente hace y ordena. Hay por lo menos cuatro importantes eventos que ilustran un cambio de 180 grados entre lo que Trump dijo o pensaba en los 12 meses anteriores, y lo que efectivamente ha hecho en las dos semanas recientes. Aunque es conocida la inconsistencia con la que personalmente actúa día con día, nadie se explica a ciencia cierta las razones del cambio radical en cuestiones que, por lo visto, se creía eran su marca personal. No estamos hablando de las promesas que por diversas razones no ha podido cumplir, sino de lo que sí ha hecho.

No, por desgracia no se trata de la bomba del gracejo yucateco, sino de la más poderosa bomba no nuclear construida jamás, también llamada por los militares estadunidenses la madre de todas las bombas, que fue arrojada por Donald Trump, matando, según últimas cifras, a 94 miembros de un grupo del Estado Islámico que operaba en un sistema de túneles y cuevas en el este de Afganistán, en la provincia de Nangarhar. Tres subterráneos en los que estaban los combatientes en el momento del ataque quedaron destruidos; por lo demás, voceros del gobierno afgano afirmaron que la explosión no causó ninguna víctima entre los civiles y militares del país.

Con José Agustín Ortiz Pinchetti he coincidido y diferido; hace tiempo iniciamos grupos para el impulso de una democracia escurridiza que no acaba de lograrse; ahora ambos somos de Morena. Hemos tenido en algunos casos opiniones divergentes en asuntos prácticos y teóricos, pero no hemos dejado de considerarnos amigos y tratarnos con cortesía. Es que en el fondo ambos queremos un cambio y esperamos contribuir a él; estamos, a pesar de nuestra edad, en una nueva aventura que pretende sacar a México del lodazal de cinismo, corrupción y torpezas en que se debate.

Mi artículo del 3 de abril finalizaba con la pregunta de quién sería el próximo periodista ultimado, luego de que mataron de ocho balazos a Miroslava Breach en la ciudad de Chihuahua. El viernes pasado asesinaron a Max Rodríguez, en La Paz, Baja California Sur. Trabajaba para el portal de noticias Colectivo Pericú. Se confirma así que en México ejercer el periodismo es una actividad muy peligrosa, mortal. La mayoría de las víctimas sufrieron asesinatos selectivos y los responsables de esos crímenes raramente han sido juzgados, reina la impunidad. Reporteros sin Fronteras califica a nuestro país como el más peligroso para el ejercicio del periodismo en América Latina. Además, en la reunión que en 2016 tuvo el Consejo de Derechos Humanos de la Organizacion de las Naciones Unidas en Ginebra, se denunció que era tanto como en Siria, Pakistán, Irak, Libia, Turquía, Afganistán y Somalia, donde hay conflictos bélicos alentados por los intereses de las grandes potencias.

Historias de incansables mujeres de la Montaña, así define a la lucha que realizan las mujeres de esta región del estado de Guerrero el periodista y defensor de derechos humanos Jesús Rodríguez Montes, autor del libro Las montañeras: crónicas y reportajes.

Afinales de octubre del año pasado, en la famosa ciudad de Gettysburg, Donald Trump anunció un plan para los primeros 100 días de su gobierno, si era electo presidente. En noviembre ganó la elección y a finales de este mes se cumplen esos 100 días.
Fue en uno de esos lugares de mala muerte. No faltaban sillas, había muchísimas, si no es que demasiadas. Y mesas, aunque no tantas. Unas y otras de la clase chafa, las que regalan las cerveceras y refresqueras, de plástico blanco, todas tembeleques, que se vencen o quiebran luego luego. Te sientas bajo tu propio riesgo. El local era inmenso, un galerón de piso húmedo de cemento. Desde la pista los cuatro muros quedaban igualmente lejos. Que se notara el mobiliario iba en proporción inversa a la afluencia de clientes, descontando las mujeres que trabajaban de fijo y los meseros, discretos fantasmas de chaleco negro, blusa blanca y corbata de moño. Transcurría una noche floja en un lugar de quinta, y si encallamos allí se debió a la necedad de andar de argüenderos pegados a los primos de Alfredo y sus cuates por no tener mejor cosa que hacer esa noche de viernes.

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