La Muestra
La infancia herida. Primer largometraje del suizo Claude Barras, La vida de calabacín (Ma vie de courgette), es un estupendo trabajo de animación en stop-motion,
con marionetas y decorados en plastilina –todo realizado a mano–. Su
sorpresivo arranque es particularmente violento. El protagonista, el
retraído niño de nueve años y cabellos azules Icare (apodado Calabacín),
mata accidentalmente a su madre alcohólica cuando ella pretende subir
por él para castigarlo al ático donde se refugia y juega con su
papalote.
Luego de interrogarlo y tratar de disipar sus sentimientos de
responsabilidad por el fallecimiento de su madre, un policía benévolo
que alguna vez perdió a su propio hijo, lo conduce a un centro de
reducación para huérfanos y niños difíciles, se encariña con él, y
decide no perderlo de vista y permanecer atento a su suerte.
Basada en la novela Autobiografía de un calabacín, (Ed.
Maeva, 2004), del francés Gilles Paris, la cinta de animación de Barras
tiene un guion de la escritora y cineasta Céline Sciamma (Tomboy, 2014), quien también ha colaborado con André Téchiné en A los 17 años (2016), cinta aún inédita en México.
Cuando en la novela de Paris, el niño dispara sin querer un revolver
contra su progenitora, lo único que acierta a decir el niño es:
Ya está, acabo de matar a mi madre y la envío directamente al cielo. Su experiencia es tan dura como la de sus nuevos compañeros en el albergue infantil: Ahmed y el líder de la banda Simón, hijos los dos de presidiarios; o la niña Camille, testigo del suicidio de su padre luego de que éste asesinara a su esposa. Naturalmente entre Calabacín y Camille surgirá una complicidad instantánea y la primera chispa de una relación sentimental.
Claude Barras consigue en su primer largometraje un
acercamiento original al tema de la inadaptación social de niños con
experiencias duras, tomando una franca distancia con las convenciones
del filme de denuncia y con un sentimentalismo fincado en el patrocinio
moral de los adultos. Los niños en el albergue al que llega Calabacín son todos avispados, tienen una intensa vida propia, aunque no exenta de conflictos mal resueltos. Como señala el director:
Los adultos nos comportamos hoy de un modo cada vez más esquizofrénico, Les proponemos a los niños valores que luego nuestra conducta contradice totalmente. Deseo ofrecer a esos niños películas que los ayuden a entender y enfrentar esa contradicción(Film Comment, 24/II/17).
Todos los elementos de un buen relato infantil están presentes en la
cinta de Barras, incluidas las villanías oportunamente derrotadas por la
solidaridad y la bondad, y también la realidad del multiculturalismo
europeo. Una película de animación para adultos y niños con el
coeficiente en común de la inteligencia.
Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional. 12 y 17:30 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil
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