Las carencias y los problemas reales de la educación.
Cualquier juicio genérico que podamos hacer sobre un grupo humano,
trátese de los judíos, de quienes lucharon en la Revolución Mexicana o
de los médicos, es insostenible. Este sería el caso de quien afirmara
que todos los maestros son responsables y ejemplares en su compromiso y
misión educativas, pero igualmente lo es el afirmar que son ellos los
culpables de la crisis educativa que vive hoy nuestro país, como lo han
venido afirmando Televisa y sus personeros, al igual que el gobierno de
Peña Nieto, al pretender someterlos a las evaluaciones punitivas
impuestas mediante la llamada reforma educativa, con el argumento de que
quien no muestre que es
apto para dar clases debe ser removido de esa tarea, lo cual es equivalente a afirmar que quien no compruebe su inocencia es culpable, contradiciendo los principios básicos de la justicia, cuya lógica es exactamente la opuesta.
En cualquier sistema de justicia que respete los derechos humanos,
para decidir si una persona merece un castigo por alguna falta, dicha
persona debe ser sometida a un juicio y contar con un defensor,
siguiendo un procedimiento establecido por las leyes y partiendo del
supuesto de que esa persona es inocente mientras no se demuestre lo
contrario. Al imponer a los maestros las evaluaciones punitivas, ese
derecho ha sido ignorado, constituyendo una falta muy grave, similar a
las realizadas por gobiernos autoritarios, contrarios no sólo a la
democracia sino al respeto a los derechos humanos. Tal es la conducta
del actual gobierno de México.
Por su parte, las autoridades de la Secretaría de Educación Pública
(SEP) han tratado de ocultar tal realidad, afirmando que los maestros no
serán despedidos sino sólo removidos de sus labores frente a grupo,
para asignarles una actividad diferente. ¿Pero cuál puede ser ésta,
tomando en cuenta que para las labores administrativas las escuelas
cuentan con el personal necesario. ¿Será acaso como porteros o personal
de limpieza? Aún sin reducirles el sueldo, esas posibles tareas para
ellos, los convertirían en objetos de burla y escarnio de sus propios
estudiantes y compañeros, obligándolos a renunciar o a aceptar un trato
ofensivo. Desde luego que ello no parece preocuparle al Presidente ni a
su secretario de Educación, aunque ello implique actos autoritarios de
algún modo similares a los que en su tiempo obligaban a los judíos a
llevar en su ropa una estrella de David para que la gente los
reconociera, como miembros de una comunidad indeseable, culpable o
inferior.
Afortunadamente, todo esto está quedando atrás a partir de la lucha
de los mismos maestros, quienes han logrado superar la campaña de
desprestigio desatada contra ellos y ganar el apoyo de amplios sectores
de la sociedad. Lo que aún sigue en pie es la realidad que viven las
escuelas de las zonas marginadas de México, no sólo en las sierras, las
barrancas y los desiertos de nuestro país, esas que no existen para Peña
Nieto y cuya existencia esta sólo en nuestras mentes, y que trata de
borrar Aurelio Nuño con propuestas absurdas, sino también en los barrios
más pobres de las grandes metrópolis y ciudades; escuelas que no
cuentan con electricidad, con instalaciones sanitarias y mucho menos con
talleres y laboratorios, que permitan a sus estudiantes desarrollar sus
habilidades manuales y sus capacidades de experimentación y
observación, como sí los tienen los niños de otros países, así como los
de las escuelas privilegiadas en el nuestro.
Hace muchos años, un presidente de la República estableció los
desayunos escolares con el propósito de que todos los niños pudiesen
estar alimentados mientras recibían sus clases, hoy todo esto ha sido
substituido por programas clientelares, utilizados para mantener el
control político de los grandes segmentos de la población con menos
recursos, por lo que nuevamente son muchos los niños que van a la
escuela con el estómago vacío, mientras el presidente actual es conocido
como un analfabeta funcional no obstante la
educación de calidadque seguramente le proporcionaron sus padres. Para entender la realidad nacional actual, a todo esto hay que añadir los
pagos voluntariosque se exigen a las familias más pobres, como apoyos para que las escuelas a las que asisten sus hijos cuenten con recursos para sufragar sus gastos de mantenimiento y equipamiento, de manera que el gobierno pueda orientar su gasto a cosas
más importantes y necesarias.
¿Cuántos gobiernos se han sucedido en el país para los que la
educación no ha constituido otra cosa que oportunidades para hacer
grandes negocios y ejercer la demagogia?; ¿cuántos casos de escuelas
existen en donde los maestros enseñan a sus estudiantes debajo de los
árboles ante la ausencia de salones de clase?; ¿cuántas más sólo existen
en el papel, como argumento para que los gobiernos estatales, tengan
elementos para exigir y recibir recursos presupuestales que se les
permita manejarlos a su antojo?
Porque ello es lo que conforma nuestra realidad, la realidad de un
país sumido en la ignorancia, en la corrupción y en la pobreza, como
políticas de Estado, en el que la educación constituye sólo una palabra
bonita, un tema para pronunciar discursos políticos vacíos y un recurso
presupuestal que permite hacer recortes
responsablespara evitar mayores crisis económicas, sin afectar otros proyectos como el Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México o el tren de alta velocidad entre la capital del país y Toluca, con todos los negocios secundarios asociados a dichos proyectos gubernamentales.
En mi artículo anterior mostré dos gráficas que indican con claridad
los resultados reales de la reforma educativa: un retroceso de siete
años a los niveles de desempeño escolar de 2009, como resultado de las
grandes cantidades de dinero asignado a la educación, desviadas para
fines ajenos a ésta por los gobernadores de varios estados, como
Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo, Sonora y Oaxaca, por mencionar
algunos, y buena parte de ellos contando con la complicidad del
Presidente. Todo esto es lo que conforma la realidad actual del sistema
educativo mexicano.
En dos semanas: Parte 4 y última: El nuevo modelo educativo.
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