Alan Rodríguez
En tiempos de una disputa global que desató
el horror total, en días de lucha contra el fascismo y de devastación
del territorio europeo, el cine fue instrumento de propaganda,
cumpliendo un papel fundamental en la contienda de las ideologías que se
enfrentaron durante la Segunda Guerra Mundial.
En los años 30, en Alemania, la directora Leni Reifensthal puso su
talento al servicio del régimen nazi para exaltar los ideales
supremacistas germanos. En Reino Unido, ya durante el conflicto, los
innovadores documentalistas de la GPO Film Unit, con sentido poético,
retrataban en la pantalla la manera en que el pueblo inglés se
sobreponía épicamente a los bombardeos.
Esos fueron cines de propaganda, y Hollywood aportó el suyo,
respaldado por el gobierno de Franklin D. Roosevelt. Muchos trabajadores
de la meca del cine se enlistaron una vez que Japón atacó Pearl Harbor.
Se dice que un tercio de su mano de obra masculina se sumó a la
industria bélica. Varias luminarias decidieron enrolarse, como Jimmy
Stewart o Clark Gable, por quien Hermann Goering ofreció la recompensa
de 5 mil dólares a quien pudiera capturarlo.
Más crucial resultó la participación de cinco cineastas que entonces
se hallaban en la cumbre, directores que estaban contribuyendo a forjar
la mítica industria cinematográfica que dominaría por décadas. Five Came Back
(2017) es la serie documental que Netflix lanzó hace unos días para que
podamos conocer la heroica labor de John Ford, John Houston, Frank
Capra, George Stevens y William Wyler, quienes participaron en varias de
las maniobras más importantes de aquella guerra.
Dividida en tres episodios, la serie se basa en el libro homónimo del
periodista Mark Harris, responsable de la adaptación. Emplea abundantes
imágenes televisivas, fílmicas, fotografías y animaciones. Contiene
entrevistas en audio y video con los legendarios directores
protagonistas. Cuenta con la dirección de Laurent Bouzereau y la
narración de Meryl Streep, y su parte más interesante está en los
comentarios de Steven Spielberg, Guillermo del Toro, Lawrence Kasdan,
Francis Ford Coppola y Paul Greengrass.
Con Five Came Back vemos que el papel de los cineastas hollywoodenses
de la guerra fue más allá de realizar películas. El primer capítulo, Comienza la misión, se
encarga de presentarnos a estos realizadores en los días previos a
enlistarse: un John Ford, pilar del cine estadunidense, de raíces
irlandesas, conservador y rebelde; un William Wyler obsesivo de la
perfección, un judío que entendía la amenaza que significaba Hitler.
Mientras, George Stevens chocaba con pared al intentar rodar Paths of Glory,
queriendo aportar un mensaje pacifista, y Frank Capra, que, cautivado
por las palabras de presidente Roosevelt, decidió ir a la guerra. Su
primera responsabilidad fue hacer algo en el cine que hablara a los
jóvenes estadunidenses y les diera una razón para pelear y creer en
ello. Así encabezó la convocatoria a directores para que se incorporaran
a la lucha, todos con la misión de enfocar a la gente en la guerra y no
distraerla de ella.
Estos cinco cineastas exploraron por primera vez el documental, sin
tener mucha noción del género. Capra, por ejemplo, ni siquiera tenía
idea de cómo hacer uno. Con The battle of the Midway (1942),
Ford se ganó las credenciales, al registrar la batalla librada en el
Pacífico entre estadunidenses y japoneses. El filme plasma con toda
fidelidad el peligro y el drama de la situación; la cámara se sacude por
el estruendo de las bombas y el nerviosismo de sus camarógrafos.
Movimientos bruscos que muestran la
lucha por lograr el encuadre, oímos decir a Paul Greengrass. Su éxito fue tal que se proyectó en 75 por ciento de las salas de cine de Estados Unidos.
Mientras, en Hollywood se rodaban ficciones con el propósito
de alentar el espíritu patriótico y de que la gente continuara
financiando la guerra, comprando banderines y sellos. En el segundo
episodio, Zonas de combate, se hace hincapié en que la
industria cinematográfica debía ayudar a ganar la guerra construyendo
una moral. Por eso los filmes de estos directores se iban haciendo
relevantes.
De acuerdo con Guillermo del Toro, el cine de propaganda a los ojos
de estos cineastas mostraba aristas distintas. Ford la abordó desde una
escala mítica y épica; Houston la vio como una aventura; Wyler y Stevens
la trataron de un modo increíblemente humano, y Capra la manejó de un
modo conceptual, para resolución de problemas.
Se habla aquí también de otra cinta fascinante, Memphis Belle: A Story of a Flying Fortress
(1944), acerca del avión B-17 que impuso récord completando 25 misiones
de bombardeo a objetivos alemanes. Wyler cumple con un trabajo de
emocionante realismo, por ejemplo, cuando escuchamos las conversaciones
entre pilotos de la cuadrilla mientras combaten a los cazas alemanes, o
cuando uno de los aviones de la unidad se desploma fuera de control y no
se ve saltar a los tripulantes.
Lo que estos realizadores reportaban desde la contienda fue tan
importante, que motivó a la Academia estadunidense a que en 1943 se
abriera la categoría de mejor documental, en la entrega de los premios
Óscar. Y es que los filmes servían para informar a los ciudadanos sobre
el curso de la conflagración. Por eso resultaba fundamental filmar la
crucial operación del Día D, cuando tropas aliadas desembarcaron en la
playa de Normandía, en junio de 1944.
El tercer episodio, El precio de la victoria, muestra la
labor de Ford y Stevens comandando a un grupo de camarógrafos y
sonidistas que cubrieron el desembarco. El Día D cobró la vida de más de
4 mil soldados aliados. La batalla fue tan encarnizada, tan sangrienta,
que John Ford puso fin a su carrera militar allí.
Five Came Back nos habla no sólo del panorama bélico del
momento y de la incursión en la batalla de estos legendarios directores.
También deja ver la manera en que esta abrumadora experiencia los
impactó en su ejercicio como realizadores. Se dice que al volver
consiguieron sus películas más humanas. El cine fue su terapia, su
proceso de comprensión de lo que el conflicto significó para ellos y
para su país.
Twitter: @kromafilm
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