Más del 60 por ciento tiene trabajos precarios
La
liberación del precio del gas en 2017 y la constante devaluación del
peso frente al dólar estadounidense fueron las principales razones para
que el año pasado cerrara con una inflación de 6.77 por ciento, la mayor
puntuación en 17 años.
Este desarrollo económico tiene graves efectos para las mujeres en el
país. El último reporte sobre pobreza del Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), indicó que en
2016, 53.4 millones de mexicanas y mexicanos, o 43.6 por ciento, vivían
en condiciones de pobreza.
En comunidades indígenas, y en zonas rurales, las tasas de pobreza
eran las más altas. En general, las mujeres, representaban 44 por ciento
de las afectadas. Pero aún para las mujeres que no caen en esta
categoría, el aumento de los precios en servicios y productos es un
grave problema.
“Más del 60 por ciento de las mujeres que trabajan están en la
precariedad”, explicó Maria Luisa González Marín, experta en economía de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El aumento de los
precios les pega más duro, porque las familias más pobres gastan un
porcentaje alto de sus ingresos en alimentación. Cifras de organismos
internacionales sustentan esa posición.
México tiene una muy alta tasa de empleos informales, y las personas
que laboran dentro de este sector tienen menos acceso al seguro social y
las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de trabajar
informalmente. En palabras de la OCDE, según su último informe sobre el
país en 2017, “la elevada informalidad está estrechamente relacionada
con la pobreza y las desigualdades de género”.
Hay mucho menos mujeres que forman parte del mercado laboral,
solamente son 44 por ciento, comparado con 78 por ciento de los hombres,
según la OCDE. Como resultado de esto, y también las diferencias
salariales que aún existen, el Foro Económico Global constató que en
2017, las mexicanas ganaron un promedio de 12 mil dólares al año (228
mil 441 pesos): tan sólo la mitad que los hombres.
Por esta razón el incremento de los precios de la tortilla, de los
huevos, y del gas, preocuparía más a las mujeres. Ellas tienen menos
acceso a la propiedad, a cuentas de ahorro, y a créditos.
“Las mujeres no tienen ahorros para solventar un aumento tan grande
en alimentos. Van a tener que bajar de calidad, o buscar otra forma de
mantener a su familia, por ejemplo vendiendo comida, tejidos, o ropa, lo
que implica tener una triple jornada laboral,” estimó Maria Luisa
González Marín.
Esta semana, dos colegas suyas del Instituto de Investigaciones
Económicas reportaron que una persona que percibe un salario mínimo
debía trabajar 24 horas y 31 minutos al día para adquirir la canasta
básica, mientras que al inicio del sexenio de Peña Nieto, se necesitaban
21 horas y 13 minutos.
Y esta cifra podría empeorar, ya que el precio del gas sigue siendo
volátil, y las y los economistas ven como un riesgo al valor del peso
las renovadas negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio con
Estados Unidos y Canadá.
Aunque expertas y expertos estiman que la tasa de inflación volverá a
bajar este año, eso no será el caso para la canasta básica, porque
México es altamente dependiente de productos importados como el maíz,
frijol, y arroz, dijo González Marín, quien advirtió que “eso va
ocasionar una miseria mayor.”
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Sonia Gerth
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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