La muerte de Debanhi Escobar Bazaldúa y la falta de claridad de lo que pasó con ella, vuelve a poner el dedo en la llaga de este país feminicida. Nuevamente vemos autoridades torpes, incapacitadas para hacer una verdadera investigación, con la coordinación necesaria para lograr salvar la vida de una joven.
Qué pasó con Debanhi, es la respuesta que hasta el día de hoy no se tiene, porque las autoridades en lugar de investigar especularon sin ninguna certeza de lo que hacían e intentaron dar explicaciones sin sentido, tratando de ubicar responsables aquí y allá, colocando el morbo en la historia y no la actuación profesional en la investigación.
Pero se añade ahora a esta falta de claridad las amenazas que sus padres han denunciado, todo por buscar la verdad.
Debanhi nos muestra que la fuerza de las familias son las que logran movilizar a las autoridades, cuando su actuar tendría que ser automático ante un delito; nos muestra que las manifestaciones son las que obligan, en ocasiones, a que la investigación se retome, cuanto tendría que ser de facto.
Las preguntas siguen sin respuestas hasta el día de hoy.
Por qué se bajó Debanhi del taxí Didi, por qué se quedó desolada en la carretera, qué paso en el motel, cómo llego a la cisterna, por qué los videos no fueron obtenidos a tiempo, por qué no encontraron el cuerpo de ella en la primera inspección al motel.
Por qué el gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, además de hacer un video como si estuviera en campaña, no toma acciones para garantizar que ninguna joven más sea desaparecida o asesinada.
Dónde están las acciones para erradicar la violencia contra las mujeres que mandata la Alerta que por Violencia de Género tiene Nuevo León desde el año 2016.
Por qué Nuevo León ocupa el tercer lugar en feminicidio en el país y por qué en los primeros dos meses de este año se registraron en la entidad 15 casos de feminicidio y 8 homicidios dolosos de mujeres, es decir, cada dos días una mujer fue asesinada en la entidad.
Y por qué ante la desaparición de ocho mujeres en los primeros 10 días de abril, las autoridades no encendieron las alertas de emergencia y en lugar de ello tenemos la declaración del secretario de Seguridad estatal, Aldo Fasci, asegurando que las desapariciones de las jóvenes son porque “no se reportan con sus papás”.
Debanhi debió de haber llegado a su casa sana y salva el 9 de abril, y que esto no ocurriera nos duele e indigna, porque hemos construido las leyes, las instituciones, los protocolos y las autoridades no las aplican y las instituciones no hacen su trabajo y esa negligencia hace que la muerte y la violencia siga pegada a la vida de las mujeres.
Nos duele e indigna la muerte de Debanhi, porque aun cuando cada 25 de mes las instituciones se pintan de naranja, como símbolo de “acción” para erradicar la violencia contra las mujeres, ese día se ha vaciado de contenido y se ha llenado de simulación institucionalizada.
Debanhi debería estar viva y no lo está porque creyó que estaba segura al hacer uso de las plataformas de taxis, esas que han crecido sin regulación real de las autoridades, que nos han hecho creer a las mujeres que estamos más seguras ahí que si tomamos un taxi en la calle, y no lo estamos, y las empresas no hacen nada y los gobiernos no toman acciones para garantizar nuestra seguridad.
Nos indigna el crimen de Debanhi porque no es el único, antes estuvo María Fernanda Castilla, en Puebla en 2017 quien hizo uso de Cabify y terminó asesinada por el chofer, y en 2016 un chofer de Uber en la ciudad de México, fue detenido por violación de una pasajera, y estos son los casos que se volvieron noticia, pero cuántos quedan en el anonimato.
Mientras las mujeres documentan con sus vidas las fallas institucionales, se sigue sin concluir en el gobierno federal El Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, el cual contiene las acciones específicas para cada dependencia de gobierno y pese a que debió estar listo desde 2019, sigue detenido por “ajustes”.
De qué han servido para jóvenes como Debanhi los programas federales como el proyecto de Puertas Violeta, el Acuerdo Nacional por la Vida; la Seguridad e integridad de las Mujeres; el Plan Emergente para Prevenir y Sancionar las violencia contra las mujeres; la Red de servicios especializados para mujeres llamado “Siempre vivas, siempre libres, siempre iguales” que ha hecho el Grupo Interinstitucional de la Estrategia Nacional de Protección Integral para las Mujeres, Niñas, Niños, Adolescentes y Adultas Mayores que viven violencia basadas en el género.
Porque estos programas no han podido evitar que cada día 11 mujeres sean asesinadas en nuestro país, que en los últimos dos años 416 mujeres fueron víctimas de secuestro, 957 se reportaron como víctimas de trata, que los delitos sexuales y las desapariciones de mujeres principalmente jóvenes y niñas crecieron.
Cuántas Debanhis hay en el país, cuántas familias desgarradas por la desaparición de sus hijas.
Las autoridades de Nuevo León y el gobierno Federal tienen la responsabilidad de esclarecer qué le pasó a Debanhi, de manera tal que no quede ni la menor duda de lo ocurrido, acto seguido deben garantizar que las instituciones funcionen y las leyes y programas que se han creado para salvar la vida de las mujeres, operen a cabalidad.
22/LLH/LGL
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