Selecciono para Filmin una lista de películas que me construyeron (o que me descubrieron lo que quería construir). Una selección de 16 obras que podrás descubrir si aprovechas la oportunidad y te suscribes conjuntamente a Filmin y a Pikara Magazine.
Yo soy una entregada a la propaganda. Dedico casi todo el tiempo y la labia que tengo a tratar de convencer de la necesidad de un mundo abolicionista de la normalidad. Y creo en el cine como constructor de los imaginarios colectivos imposibles, para hacerlos reales. Las películas que he elegido son (o fueron) claves en una imaginación que era el primer paso para ser una ilusa e imaginarme parte de las revoluciones pendientes.
Están ordenadas por fecha, porque siempre me ha asombrado la capacidad de ver mundos que todavía no existen y me parece que son una forma de crearlos.
1. Metrópolis (Fritz Lang, 1927)
2. La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932)
La primera vez que la vi no sabía qué era lo queer, pero resulta que
era esto. La violencia de quienes imponen su perspectiva de lo “normal”,
la mezquindad de quienes se creen mejores porque se parecen a la
mayoría, la solidaridad entre quienes han crecido siendo el motivo de
las risas, que nunca son inocentes. El poder de quienes tienen poco que
perder, cuando lo saben.
Esta sí es una película que no se podría hacer ahora, precisamente
porque inmola algunas vidas -simbólicamente- para denunciar de la forma
más descarnada la opresión y la violencia que ejercen quienes se creen
“normales”, que siempre se creen superiores.
La belleza es un invento perverso, y eso lo saben quienes no la cumplen.
Es muy inquietante, pero aprendes que todes somos “monstruitos”.
3. La sal de la tierra (Herbert J. Biberman, 1954)
Género, raza y clase en una película inspirada en hechos reales. Es
una prueba de que el cine puede mejorar el mundo y de que hay gente
dispuesta a comprometer lo que sea necesario para conseguirlo.
Se basa en una huelga minera en Nuevo México en 1951, en la que los
mineros de origen latino exigían condiciones de trabajo y de vida
similares a las de los obreros anglosajones. El papel de las mujeres
aparece como fundamental en el cuidado de las vidas, pero también en la
lucha obrera. Es una película feminista, roja y antirracista.
Por supuesto, fue perseguida por el Comité de Actividades Antiamericanas
de MacCarthy y sufrió la censura en Estados Unidos y en el resto del
mundo capitalista. En España no pudo verse hasta la muerte de Franco.
Protagonizada por un sindicalista, Juan Chacón, y por una actriz
mexicana, Rosaura Revueltas, que fue detenida, encarcelada y deportada
por participar en la película.
Demasiado peligrosa y valiente como para perdérsela.
4. La calumnia (William Wyler, 1961)
El lesbianismo como un drama, pero no porque lo sea, sino porque la
gente “decente” -reprimida e hipócrita, en realidad- lo convierte en
ello.
La salida del armario más impresionante que he visto en el cine, y unas
Shirley MacLean y Audrey Hepburn maravillosas en su complicidad. La
tragedia y el dolor cristalizan por la intolerancia y el pánico a lo que
se aleja de lo normativo, como siempre ha sucedido con las personas
LGTBIQ+.
No se hacían muchas pelis “de lesbianas”, entonces, pero no recuerdo
ninguna en la que sean mujeres con capacidad para ser felices, a las que
solo se lo impide la venenosa moral ajena.
5. Una canta, la otra no (Agnès Varda, 1977)
Yo no crecí con Agnès Varda. La descubrí ya mayor (yo) y con una
conciencia feminista convencida de que tenemos que alimentarnos de los
relatos de las que se atrevieron a crearlos cuando pocas podían hacerlo.
A Varda hay que verla y reivindicarla. Tiene peliculones en todas las
décadas, pero esta es una preciosidad por el contexto, por la relación
entre ellas y por la candidez de hippie francesa que te hace disfrutar
de algo que podría parecerte moñas.
En mi versión, se comerían el coño.
6. El lado oscuro del corazón (Eliseo Subiela, 1992)
Si no la viste en los 90, alerta moñas.
Ahora la veo con otros ojos, que le sacan muchas pegas. Pero tenía que
ponerla. Por los diálogos con poemas de Benedetti, por el cameo de
Benedetti, por Montevideo, por Buenos Aires, por la puta riéndose del
poeta que es publicista: “¿Vos también sos puta?”.
Porque yo quise ser la mujer que vuela, porque quise encontrar al que
pensara que yo volaba. Por la muerte como Nacha Guevara, por la mujer
que prefiere pisar el suelo en vez de volar para otro.
Porque mi amiga Sandra y yo nos aprendimos los diálogos de memoria.
7. Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (Stephan Elliott, 1994)
Esta peli es fundamental por su contexto.
En 1994, las personas LGTBIQ+ de 20 años derrapábamos entre el armario,
la autonegación, el miedo o la vergüenza. Solo habíamos visto en el cine
maricones y bolleras suicidándose, travestis patéticas y personas trans
asesinas en serie en El Silencio de los Corderos.
Y llega esta peli y te presenta maricas humanas, trans entrañables y
Drag Queens divinas. Estilismos que los quieres todos, y la banda sonora
que os ponéis entre mamarrachas cuando estáis solas o en casa. El bus
al que te quieres subir.
Ha envejecido mal que solo salga una lesbiana y que sale muy mal parada,
y que la misoginia no se condena con la misma energía que otras
violencias. Y que ahora no entenderíamos que un hombre hiciera de mujer
trans.
Pero en 1994, a las personas LGTBIQ+ de 20 años, esta película nos dio
un marco posible, donde podíamos bailar y cuidarnos y dar palizas a los
que nos atacaban. Y eso era mucho más de lo que teníamos.
Y creo que Terence Stamp, entonces, estuvo muy digna.
8. Persépolis (Marjane Satrapi, Vincent Paronnaud, 2007)
Porque es una película de animación en blanco y negro y se te olvida.
Porque es una dibujante de cómic que hizo esta delicia en su primera película.
Porque a muchas nos abrió los ojos sobre las niñas, las mujeres y los prejuicios sobre Irán.
Porque es hermosa y divertida y crítica y no te permite ser condescendiente.
9. 4 meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mungiu, 2007)
Cuando la vi, el Gobierno del PP estaba tratando de quitarnos el derecho al aborto.
Fantaseé con colarme en los estudios de RTVE con una copia y emitirla
clandestinamente en horario de máxima audiencia. Porque no te quedan
dudas sobre la importancia del derecho al aborto libre y gratuito
después de verla.
Es dura y terrible. Y podría estar ambientada en cualquier país en el
que los cuerpos de las mujeres estén presos de las creencias religiosas y
su complicidad con el capitalismo.
Duele verla. Pero más duele un aborto clandestino.
10. Canino (Yorgos Lanthimos, 2009)
De lo mejor del cine contemporáneo, creo.
No es necesariamente su mejor película, pero sí la que nos lo presentó
como director mainstream. La de antes de rodar en inglés con
superestrellas.
La crítica kamikaze a la familia, la ruptura de todos los límites de lo
moral, la ridiculización perversa de lo convencional y la hostia en toda
la cara del “hogar”, te dejan temblando. Un poco de placer cinéfilo, un
poco de traumas compartidos y un poco de miedo.
11. El Cairo 678 (Mohamed Diab, 2010)
Siempre recomiendo esta película a quienes quieren hacer cinefórum por el 25N.
Porque es una historia sobre cómo las que reconocemos que hemos vivido
violencia empezamos con la toma de conciencia y acabamos entendiendo que
la única manera es organizarnos con las otras. Y sobre que el sistema
no tiene respuestas para nosotras, porque nos necesita asustadas. Y
sobre la incapacidad de los hombres para acompañarnos en la lucha.
Y porque es una historia de mujeres que responden y no de víctimas. Y
porque es una historia de lucha feminista en el contexto árabe.
12. Take this waltz (Sarah Polley, 2011)
La vi en el Zinemaldi con amigas que también intentaban quitarse el
pus de las heridas románticas, con Mari Luz Esteban sentada justo
detrás. Lloramos como niñas cuando terminó. Cada una por las razones que
nos habían hecho mujeres heridas.
Parece una peli sobre que el amor romántico triunfa, pero no lo es. Es a
ratos cursi, porque no podría no serlo, una película que parece que te
quiere convencer de que hay amores que calientan como un horno casero y
otros que te queman de pasión, pero que -en realidad- te cuentan que
acabamos saliendo escaldadas.
El mejor travelling que recuerdo, con Leonard Cohen de fondo.
Una de esas pelis que los señoros acomplejados y snob llaman “cine de chicas”
13. Pelo Malo (Mariana Rondón, 2013)
Es de ese cine en el que lo que pasa es que no pasa nada. Solo pasa
la vida. En esa Caracas a la que es imposible amar y no amar.
Otra vez la historia de un niño, que lo es también de una niña y de
varias madres y de ningún padre. La historia de la pobreza, el racismo,
la homofobia, la soledad y la crudeza. La historia de todos los pueblos
si has nacido en el género equivocado, en la clase equivocada, con el
pelo equivocado.
Una película tierna y terrible y triste y trascendente de una manera
nada épica. Como miramos las mujeres. Como nuestras historias.
14. Asier ETA Biok (Aitor Merino/Amaia Merino, 2013)
La película que muchas hubiéramos necesitado ver. La voz que
hubiéramos necesitado escuchar. Las frases que hubiéramos necesitado
pronunciar. El relato más honesto que he visto sobre lo que pasó y pasa
en nuestro pueblo.
La historia del conflicto vasco es la de miles de relatos de miles de
vidas que estuvieron -y están- atravesadas por dolores que se prohibían o
se escondían. Nunca me he sentido tan identificada con una vivencia
sobre lo que ha sufrido mi pueblo. Convivir con el terrorismo de Estado,
ver sufrir a gente querida, sentir la opresión, pasar miedo, entender
que hay que articular respuestas, pero no compartir algunas estrategias,
el debate eterno y doloroso sobre la violencia, la vergüenza, la rabia,
la ignorancia, la incomprensión. Es valiente y lo pagaron.
Gracias por contarlo.
15. Girlhood (Céline Sciamma, 2014)
Tenía que estar mi nueva ídola de cinéfila lesbofeminista consciente.
Cualquier película de Sciamma hay que verla, porque habla de lo que
importa y porque genera universos habitables y porque hace crítica sin
moralejas. Y por los planos de una belleza que da ganas de suspirar.
En esta película la feminidad, el racismo, la presión social, la
masculinidad violenta y la desesperanza te acompañan, pero también
momentos de felicidad fatua y brillante, como la bande de filles
bailando “Diamonds” de Rihanna. Nadie como ella interpelando a la
conciencia de las personas adultas a través de las emociones y
sufrimientos de las criaturas y adolescentes.
16. Comandante Arian (Alba Satorra, 2018)
Sería un documental precioso y valioso y valiente y punzante, aunque
no fuera sobre las mujeres que luchan en el frente de Kobane. Pero es
que es un documental sobre los batallones de mujeres que luchan por su
libertad y sus derechos y por las de todas. Poner el cuerpo cuando hay
balas y bombas y heridas y bajas de por medio es otra forma de hacerlo.
Es asombroso (y diría que hasta inconsciente) cómo la cámara acompaña a
las guerreras en las primeras líneas. Es precioso y aterrador escuchar a
las mujeres explicar por qué luchan a muerte. Es una peli “de mujeres”.
De guerreras que luchan por todas y de reporteras que no ven el
peligro, porque quieren contárnoslo.
No te recuperas de haber conocido a Arian.
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