Carlos Bonfil
La escueta versión oficial (un lamentable accidente causado por un operario
),
no resistiría la evidencia de situaciones graves como el tráfico ilegal
de armamentos con países extranjeros o la construcción de la fábrica al
lado de conjuntos habitacionales, exponiendo a la comunidad no sólo a
posibles explosiones, sino a productos químicos cancerígenos. Imposible
no pensar, al respecto, en una tragedia similar reciente: la explosión
de un gran almacén que contenía productos tóxicos (nitrato de sodio,
ácido nítrico) en el puerto de Beirut el 4 de agosto del 2020. En su
documental, Natalia Garayalde ha logrado elaborar con gran perspicacia, y
de modo paralelo, la crónica social de los hechos, desde el origen
criminal del desastre hasta sus tristes saldos de corrupción e impunidad
oficial, y el relato intimista de la relación de la cineasta con su
padre, así como la manera muy directa y terrible en que la familia
compartió las horas de angustia y la estampida desesperada de miles de
personas intentando huir de aquella atmósfera enrarecida y letal que
para muchos anunciaba casi el fin del mundo. Recobrar tres décadas
después la inmediatez de aquel dramatismo indescriptible, y hacerlo con
un pleno dominio del documental como un arte narrativo, sirve también
como advertencia y moraleja para prevenir calamidades parecidas en un
futuro nada lejano.
Se exhibe en la sala 7 de la Cineteca Nacional las 14 y 18:30 horas.
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