En principio es muy notorio el avance en materia de pobreza: según Inegi, el promedio del ingreso corriente trimestral por hogar fue de 63 mil 695 pesos, un aumento del 11 por ciento. Eso ya habla de una recuperación en materia de ingreso respecto a 2020. La principal fuente fue el trabajo, que para 2022 representó el 65.7 por ciento. Esto refleja el aumento real del 80 por ciento al salario mínimo.
Según Coneval, en 2022 hay 5 millones de pobres menos que en 2018, y se alcanzó la menor tasa histórica de pobreza extrema por ingresos. Es la mayor reducción de población en situación de pobreza en 22 años: ésta se redujo de 41.9 a 36.3 por ciento. Además, el porcentaje de personas que dejaron de ser pobres y vulnerables creció 27.0 por ciento.
La desigualdad económica y social se redujo, otro acierto importante de esta política económica pero parcial, porque la desigualdad de género aumentó, y no solo por los efectos de la pandemia. Otro resultado muy negativo está en salud creció muchísimo, más del doble de 15.6 (2016) a 39.1 por ciento en 2022, son 50.4 millones de personas.
Entre 2018 y 2022, el coeficiente de Gini bajó de 0.475 a 0.460 sin transferencia y de 0.426 a 0.402 con transferencias, mejoró la distribución de ingresos; pese a los estragos provocados por la pandemia, una caída del PIB superior a 8 puntos. Destaca por su trascendencia el incremento de 20.4 de los ingresos del 10 por ciento de la población más pobre (2016-2022).
Precisamente, en 2022 el ingreso promedio trimestral monetario de los hombres fue de 29 mil 285 pesos y el de las mujeres de 19 mil 081, una diferencia de 10 mil 204 pesos, con un porcentaje de 53.5 porciento (Enigh). Aunque la desigualdad de género no es algo nuevo, tampoco debe normalizarse, por si fuera poco esta cifra diferencial es muy alta.
Desigualdad de género y salud: proletarias entre los proletarios y algo huele mal en Dinamarca
Como se aprecia en el gráfico superior, los ingresos promedio de las mujeres siempre son inferiores a los masculinos, independientemente del número de hijos. Con un hijo, la desigualdad es de 56.6 por ciento, mientras que con tres hijos el ingreso masculino fue de 37 mil 290 versus 17 mil 241 pesos para las mujeres, más del doble. Frente a esta información surge una pregunta obligada:
Por una parte están los efectos de la pandemia, que significan un retroceso de 10 años para las mujeres en varios ámbitos. Ellas son las heroínas anónimas del Covid-19.
Otro factor importante es que siguen estando en la base de la pirámide en lo que a sueldos y salarios concierne, el volumen de despidos continúa feminizado y lo trabajos de cuidado sigue siendo una responsabilidad de las mujeres al grado de que se han convertido en una barrera para su progreso social y económico, así como para su capilaridad social y la de sus hijos.
En 2022, según Coneval, 7 de cada 10 mujeres indígenas son pobres y la desigualdad salarial es de 62.4 por ciento. Analizando esta desigualdad de género y la educación se encuentran resultados idénticos.
En el nivel de educación más alto (posgrado) hay una desigualdad salarial de 44.7 puntos porcentuales; para el nivel de primaria esta cifra crece al 73.8. Son ingresos promedio, conforme a la Enigh 2022.
Con estos resultados se pone en tela de juicio la perspectiva de género que contienen las políticas públicas, especialmente los programas sociales. Aún considerando que mover a un Dinosaurio reumático como el patriarcado es complicado, por decir lo menos.
Hacer realidad un Sistema Nacional e integral de cuidados es urgente, igual que crear un pilar para las mujeres en Afores (aunque lo ideal sería regresar a la pensión contributiva). El cuidado debe abarcar primera infancia -educación inicial le llama Claudia Sheinbaum-, personas con capacidades diferentes y adultos mayores como mínimo. Comedores y lavanderías públicas, ahí está el ejemplo de Ixtapalapa; escuelas de horario ampliado… Justo lo que no se ha hecho.
Combatir la violencia contra las mujeres también forma parte sustantiva de esta desigualdad de género, es causa y efecto. Hay que tomar nota para cuando se formule el presupuesto para la igualdad de género.
Algo huele mal en Dinamarca. La Salud, una herencia maldita
Conforme a los datos de Coneval, la población ocupada sin acceso directo a la seguridad social para 2022 es más de la mitad (63.6 por ciento). Entre 2016 y 2022 este rubro creció en 39.1 puntos porcentuales: es la carencia social más alta, la vida. Por desgracia, esta carencia tiene un gran impacto en mujeres e infancias.
Cierto, la salud está privatizada y tiene condiciones muy precarias como afirmaron Ezra Shabot y Macario Shettino en el programa “Dinero y Poder” del canal 11. Según estos analistas, las causas son los errores cometidos por esta administración. Había que encontrar culpables: acusaron que las compras consolidadas a cargo de una funcionaria que no sabe de salud fueron un fracaso, provocando escasez de medicamentos y crecimiento en sus precios. ¡Glup!
Buen cuidado tuvieron de no mencionar los cárteles de salud-medicamentos encabezados por el Dr. Narro y el entonces funcionario de Cofepris (entre otros) y con la complicidad de algunos laboratorios.
Para ellos, IMSS-Bienestar es otro error, y así toda la política de Salud. Al margen de reconocer que pudo y puede haber errores a corregir, su análisis es muy sesgado y francamente tendencioso.
En lo concerniente a la privatización tendrían que haber mencionado los efectos naturales de una política neoliberal cuyo propósito era y es privatizar la salud pública y la medicina social.
Hay un robo descarado de nuestros derechos en salud y fueron violentados desde el gobierno de Fox hasta el de Peña Nieto. Esas son las famosas “subrogaciones” de aspectos vitales como: diálisis y hemoglobina glucosada en un país donde la 2ª causa de muerte en las mujeres es la diabetes mellitus; pruebas de laboratorio y rayos X básicas como las resonancias, ahora las químicas sanguíneas son un chiste.
La lista de pruebas canceladas en los laboratorios de IMSS o ISSSTE es larga y también vital para los y las pacientes. Ni hablar de los ajustes que sufrió el cuadro básico de medicamentos durante esta noche triste.
Convirtieron la salud en una mercancía, una mercancía muy cara al entregarle la medicina social a la privada. Ahí no prevaleció el criterio de primero los pobres, todo lo contrario.
Aunque la 4T suspendió este proceso privatizador, recuperar los derechos robados es y será tarea urgente en esta administración y para las que siguen. Pero para lograrlo se requiere de una escalera grande y otra chiquita. Habrá que fijar prioridades entre lo urgente y lo indispensable, lo que conlleva en primer término sueldos y salarios dignos para todo el personal de salud, tan feminizado. También, inyectar recursos para la compra de equipo y todo lo que sigue.
Esto no se logra en tres días, es un proceso que se atoró con la pandemia y compra de vacunas que fueron gratuitas y universales. El Covid-19 y sus secuelas son enfermedades costosas.
Un sistema de salud como el de Dinamarca es el horizonte a cumplir, el proyecto de Estado de Bienestar implica que el derecho a la salud debe ser universal y gratuito. Ojo: la población de Dinamarca paga altos impuestos para obtener muy buenos servicios; sus empresarios no evaden impuestos como aquí y tampoco logran tratos preferenciales ni hay factureras. Esa es la otra cara de la moneda que aquí se rechaza.
¡A empujar fuerte para lograr un sistema de salud digno, en beneficio de la niñez y las mujeres!
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