Si tu esposo muere, deberás morir con él: ese ha sido el destino de las viudas en la India por décadas. Las mujeres únicamente tenían dos opciones: ser asesinadas junto al cadáver de su esposo o permanecer muertas en vida, ignoradas y sin derechos. Actualmente, ellas luchan para dignificar sus vidas ante una sociedad que las ha olvidado.
El suti, sati o suttee es una práctica hindú que consiste en la muerte de una mujer junto a su esposo difunto. “La forma más común del suti fue cremar a la esposa aún viva en o sobre la pira funeraria que consumía el cuerpo del esposo”, detalla la feminista Marcela Lagarde y de Los Ríos en su libro Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres. En los casos en los que la cremación no seguía al deceso “se enterraba al esposo y junto con él se sepultaba viva a la viuda”.
Para la sociedad, esta acción colocaba a la mujer en una posición heroica, pues el sacrificio ayudaba a “mantener el bienestar del alma de su esposo”. Sin embargo, cuando las mujeres se rehusaban a ser asesinadas junto a sus maridos, eran expulsadas de la comunidad, eliminando así su posibilidad a una vida digna.
Las viudas que rechazaban el suti eran obligadas a desaparecer: solo tenían acceso a una comida al día, nunca podían dormir en una cama, dejaban de usar joyería, tenían permitido salir de su hogar únicamente para visitar el templo y eran expulsadas de los festivales tradicionales que se realizan en el país.
Todo ello se debía a la creencia de que las mujeres “eran incapaces de llevar una vida casta sin un esposo que las controlara”, asevera Marcela Lagarde.
Además de esto, las viudas no eran exclusivamente mujeres adultas, sino también adolescentes y niñas desde los cuatro años, quienes a su corta edad ya eran invisibilizadas por una sociedad patriarcal que las consideraba propiedad de los hombres.
Vrindavan, la ciudad de las viudas exiliadas
Aunque en 1987 se promulgó la Ley Sati, que prohíbe la quema voluntaria/forzada o el entierro vivo de una viuda, aún hay regiones de la India donde se veneran templos dedicados a consumar dicha práctica, lo cual representa una constante vulneración a los derechos humanos de las mujeres.
Debido a que las viudas continúan siendo expulsadas de sus comunidades –incluso por sus propias familias–, muchas de ellas recurren a Vrindavan, una pequeña ciudad a 150 kilómetros de Nueva Delhi.
De acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres, en Vrindavan hay más de 20 mil viudas, quienes buscan asilo tras haber sido desterradas. En este lugar, las mujeres continúan viviendo condiciones de vida deplorables, ya que muchas de ellas apenas logran subsistir cantando o pidiendo limosna a las afueras de los templos. En 2012, trascendió a nivel internacional que al morir, sus cuerpos eran destrozados y puestos en bolsas para posteriormente ser arrojados al río Yamuna.
Para buscar dignificar la vida de las viudas, desde 2013 se han intensificado las acciones para garantizar el respeto a sus derechos humanos. El primer paso fue lograr que pudieran participar en el Festival Holi –popular durante la época de primavera– y en el Festival Diwali, celebrado en el mes Kartika del calendario hindú. Para ellas, festejar les permite sentirse parte de la sociedad e integradas de nuevo ante el olvido que vivieron tras ser condenadas.
Refugios para ser y existir
En 2012, la Corte Suprema de India hizo un llamado para que se garantizaran los derechos de las mujeres viudas que han sido relegadas. Es así como diversas organizaciones han creado espacios donde ellas puedan vivir acompañadas hasta sus últimos días.
Maitri es una de las organizaciones que ha trabajado por la dignidad y el respeto de las viudas: han construido varios ashram –lugares de meditación y enseñanza hinduista– para que las mujeres vivan dignamente.
Como parte de esta decisión de la Corte, también se decidió que el gobierno debía garantizarles condiciones seguras y sanas para vivir, por lo que fueron creados espacios para cuidar, alimentar y enseñar diversas labores a las mujeres viudas.
Uno de estos espacios es el ashram Krishna Kutir, un recinto administrado federalmente que brinda a las mujeres un espacio para dormir, además de comida y atención médica. También se les brindan capacitaciones que les permiten trabajar y la posibilidad de acceder a una pensión.
Sumado a esto, el 23 de junio de 2011 la ONU instauró el Día Mundial de las Viudas con el objetivo de visibilizar las problemáticas que enfrentan y promover sus derechos. Sin embargo –y pese a los pequeños pasos en el camino adecuado–, para muchas mujeres hindúes, ser viuda aún significa una condena a muerte.
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