RÍO DE JANEIRO – “Pensé estudiar periodismo, por el ejemplo de Gloria Maria”, una famosa periodista negra de la televisión que murió de cáncer en febrero de 2023, confesó la matemática Luciana Elias, al explicar la escasa participación femenina en las investigaciones de ciencias exactas en Brasil.
“No hay ejemplos visibles, modelos femeninos en la investigación científica, en que aparecen los hombres blancos, no las mujeres, menos aún las negras”, apuntó. Esa ausencia de representación bloquea desde la infancia el acceso de las niñas a las carreras académicas que siguen percibiéndose como “masculinas”, destacó la profesora de 52 años.
Como le gustaban mucho las matemáticas, Elias cumplió su vocación. Se graduó en 1995, e hizo la maestría y el doctorado en matemática exacta en distintas universidades brasileñas, para luego ascender a profesora en de esa ciencia pura en la Universidad Federal de Jataí.
“No hay ejemplos visibles, modelos femeninos en la investigación científica, en que aparecen los hombres blancos, no las mujeres, menos aún las negras”: Luciana Elias.
“En la graduación, éramos solo tres mujeres y yo la única negra”, recordó a IPS, por teléfono desde Jataí, una ciudad de 105 000 habitantes en el estado de Goiás, en el la región del Centro-Oeste de Brasil.
Las mujeres sobresalieron en el avance escolar de Brasil, un país con algo más de 203 millones de personas. En 1970 ellas constituían solo 25,6 % de los brasileños graduados en la universidad. En el año 2000 ya eran 52,8 %. Esa tendencia se mantuvo aunque en un ritmo menor.
Rezago en matemáticas
Pero en matemática, matemática aplicada y computacional y en estadística, hubo pequeña reducción de la participación femenina entre 2009 y 2019, según un boletín especial, divulgado en mayo, de la Comisión de género y diversidad de las Sociedades Brasileñas de Matemática (SBM) y de Matemática Aplicada y Computacional (SBMAC).
De 53 % de graduadas en 2009, bajó a 47 % en 2019.
La proporción femenina es más baja aún en el llamado bachillerato que en Brasil denomina el estudio universitario para ejercer la profesión, mientras la licenciatura se destina a formar profesores en las respectivas disciplinas.
Las bachilleres en matemática y afines bajaron de 43 % a 37 %, entre 2009 y 2019, según el estudio, mientras las graduadas específicamente para enseñar se redujeron de 55 % a 48 % en el mismo período.
En la ciencia de la computación es peor, “conozco una estudiante que fue la única en su grupo de 40 alumnos en la graduación”, señaló Marilaine Colnago, doctora en matemática computacional y profesora de esa disciplina en la Universidad Estatal Paulista (Unesp) en Araraquara, una ciudad de 242 000 habitantes en el estado de São Paulo.
“Muchas alumnas desisten por el aislamiento durante el curso”, lamentó, para reforzar que la falta de identidad femenina en carreras como ingeniería y computación constituye la primera barrera al ingreso de las mujeres en las universidades para hacer cursos de ciencias exactas.
“Eran muchas las mujeres en el inicio, cuando solo había las grandes computadoras, para cálculos y servicios de secretaría. Luego, con las computadoras personales y los avances en informática, se volvió un área netamente masculina”, observó Colnago, coordinadora del comité temático “Mujeres en la matemática aplicada y computacional” de la SBMAC.
Ellas son mayoría en las universidades brasileñas desde fines del siglo pasado, pero además de minoría en los cursos de profesiones de mejores ingresos, como ingeniería e informática, sufren el llamado “efecto tijera”, que impide su ascenso en la carrera, especialmente en las investigaciones científicas.
“En la graduación somos cerca de mitad de los alumnos, en el doctorado las mujeres bajamos a 20 %”, ejemplificó Colnago, de 34 años.
La maternidad como escollo
La maternidad es uno de los factores notables en la baja presencia en las investigaciones. La ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación, la ingeniera eléctrica Luciana Santos, la primera mujer con ese cargo en el país, anunció que promoverá “acciones afirmativas” para asegurar becas de posgrado a las científicas.
Además de recursos específicos para las investigadoras, con el equivalente a 20 millones de dólares para los próximos cuatro años, prometió modificar criterios para las becas, respetando, por ejemplo, las condiciones de maternidad.
Hasta ahora las embarazadas pierden puntos para becas basadas en la productividad, porque su evaluación considera como interrupción del trabajo al período del embarazo y de licencia maternidad.
A las investigadoras se impone la disyuntiva entre la maternidad y la carrera, ya la cultura aún dominante destina las mujeres al trabajo de cuidados y a la enseñanza, de remuneración más baja. Así que son mayoría en enfermería, pero minoría entre los médicos.
A eso se suman “barreras invisibles”, como el acoso sexual, el ambiente masculino con sus prejuicios, bromas y la disminución de las voces femeninas.
Hubo avances en el combate a esas cuestiones, que antes “no se podía denunciar”, pero siguen como dificultades al ascenso de las mujeres en el mundo académico, evaluó Colnago, casada y sin hijos.
Ella sintió personalmente la diferencia de tratamiento entre la maestría, con un orientador comprensible y amigo, y el doctorado que hizo en un mundo más masculino, ya que era sobre ciencias de la computación, “con un tratamiento distinto para hombres y mujeres”.
Pérdidas
“La investigación científica, como todos los proyectos de innovación, pierde la diversidad de miradas, las distintas visiones de género y raza, que son fundamentales”, al excluir una participación más efectiva de las mujeres y de las distintas etnias, sostuvo la profesora de matemática computacional en el curso de química de Unesp.
“Perdemos investigadoras con buenos proyectos por encarar como negativa la maternidad y por falta de incentivos y políticas públicas”, criticó.
Es necesario darle visibilidad a los avances femeninos en el área científica, destacar las mujeres que hicieron buenas contribuciones a la ciencia “que inspirarán otras mujeres a seguir sus vocaciones”, ejemplificó.
Es lo que busca la Comisión de Género y Diversidad de SBM/SBMAC, creada en 2019, para reducir las diferencias de género y promover la diversidad de actores en la matemática brasileña.
Una medida positiva de la SBMAC en sus congresos anuales fue instalar un espacio para acoger los hijos de los participantes, de manera que sus padres y madres puedan tener condiciones parejas de debatir los temas de su trabajo.
Para Elias, el primer paso, ya cumplido parcialmente con el boletín sobre “género y raza” en las matemáticas, es reconocer las disparidades de género existentes en el área de las ciencias exactas.
Luego proponer acciones “institucionales, públicas”, para la superación de las desigualdades, deshacer el mito de que “los hombres son más aptos”, difundir ejemplos positivos de las mujeres, multiplicar los foros de debates sobre el tema.
Es también necesario reducir los desequilibrios regionales, destacó la profesora, al recordar que su ciudad, Jataí, se encuentra a más de 300 kilómetros de un aeropuerto y dispone de pocos recursos para promover la ciencia.
“La sociedad está perdiendo mentes brillantes que no logran cumplir sus vocaciones y Brasil renuncia a sus potencias intelectuales”, al no enfrentar como debería las inequidades de género y raza en el desarrollo científico, concluyó.
ED: EG
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