Ante la infamia, nuestra palabra, nuestro corazón y nuestras manos, es el mensaje del albergue para migrantes Casa Tochan, ubicado en el oriente de la Ciudad de México, ante la nueva embestida de Donald Trump. Una de las preocupaciones centrales de este espacio seguro para las personas en tránsito, dirigido desde 2011 por Gabriela Hernández, es que la política del gobierno federal anunciada tras el arribo de Trump, que incluye apoyos para los deportados,
ignora el hecho de que muchas personas han huido de México hacia Estados Unidos debido a amenazas y temores. Es un hecho que no todas las personas que salen de sus países lo hacen en busca del sueño americano, sino debido al alto grado de violencia en sus estados (en el caso de México) y países en los que su vida corre peligro. La deportación es sinónimo de muerte para muchos de ellos.
Ante esta situación, Casa Tochan pone el énfasis en las causas de la movilidad social, las cuales permanecen intactas y no hay apoyo económico que las subsane. Las deportaciones, además, no sólo abarcan a la comunidad mexicana, sino a personas de otros países que en México han sido sometidas a todo tipo de violencias y extorsiones por parte de funcionarios de migración y del crimen organizado.
El albergue Tochan es espacio no sólo seguro, sino también fraterno y cálido que ofrece atención integral a personas en condición vulnerable, principalmente migrantes, solicitantes de refugio y víctimas de delitos. Su trabajo es reconocido y valorado por miles de personas que han pasado por un lugar en el que no sólo encuentran techo y comida, sino también acompañamiento y trato digno.
El albergue también calificó como hipócritas y racistas las
declaraciones de Trump en las que etiquetó a los cárteles mexicanos de organizaciones terroristas
, pues indicó que omite, como siempre, perseguir y castigar a los cárteles que distribuyen drogas en ese país
.
Larga vida a Casa Tochan y al resto de refugios que abren sus puertas, brindan apoyo y denuncian la violencia contra las personas en movilidad. Los vamos a necesitar más que nunca, pues la cacería ya empezó y el acompañamiento vendrá, como siempre, de los muchos abajos.
transición democrática?
Oriundo de Los Mochis, Sinaloa, Labastida denuncia en su libro
(puesto a la venta en septiembre del año pasado) que el entonces
inquilino de Los Pinos Ernesto Zedillo negoció personalmente con el
mandatario gringo Bill Clinton la entrega de la primera magistratura de
México al Partido Acción Nacional (PAN, con Vicente Fox como abanderado
) a cambio de un préstamo por 40 mil millones de dólares para paliar el brutal golpe económico-financiero derivado de los errores de diciembre
(sin olvidar que, como garantía, depositó
la factura petrolera en el Departamento del Tesoro), dineros que
finalmente destinó al rescate de la oligarquía, especialmente vía
Fobaproa.
Así, la tan cacareada transición democrática
presumida por
Zedillo y aplaudida por la Casa Blanca resultó ser un simple trueque: te
entrego la Presidencia del país para que la ejerzas por medio del
Partido Acción Nacional y su títere Vicente Fox; a cambio, me das 40 mil
millones de dólares, y de plus te cedo la factura petrolera para
garantizar ese apoyo
político-financiero.
No es gratuito que tras conocerse el triunfo
de Vicente Fox, Ernesto Zedillo saliera a declarar que hoy,
hemos podido comprobar que la nuestra es ya una democracia madura, con
instituciones sólidas y confiables, y, especialmente, con una ciudadanía
de gran conciencia y responsabilidad cívica
. La ultraderecha europea también se aventó al ruedo: la
victoria del pueblo mexicano es equiparable a la caída del Muro de
Berlín, celebró la delegación para la observación del Parlamento Europeo
encabezada por el español José Manuel García Margallo y Marfil,
integrante del grupo del Partido Popular (el guardián de Felpe Calderón
en España), considerando que la jornada electoral y su resultado son una
victoria histórica del pueblo mexicano. Es la segunda revolución de
México y el ejemplo de un pueblo insurgente por la democracia
( La Jornada). Y todo el paquete por miserables 40 mil millones de dólares.
Ayer, la presidenta Sheinbaum recordó lo narrado por Labastida en el citado libro: “durante esas horas finales hubo mucha tensión –al final de la jornada electoral de 2000– (…) y me pregunto: ¿fue casual que Zedillo me entregara el partido quebrado financieramente? También dudo de que fuera fortuita la falta de solidaridad al negarse que se difundieran desde mi campaña los logros económicos de su gobierno y sus instrucciones a los gobernadores para que torpedearan mis giras. ¿Qué lomotivó? La razón principal podría ser: cuando el gobierno de Estados Unidos le hizo a México el préstamo de 40 mil millones de dólares para afrontar la crisis desatada por el ‘error de diciembre’, negociación que el presidente Zedillo gestionó personalmente, se le demandó (la Casa Blanca) el compromiso de propiciar la transición democrática y que, para ello el PRI dejara de gobernar y él entregara la Presidencia a la oposición”, mediante el pago (y la factura petrolera) de la cantidad referida (que terminó en los bolsillos de la oligarquía autóctona y la factura en los bolsillos de los mexicanos).
A todo ello, Zedillo y la Casa Blanca le llamaron transición democrática
y la ultraderecha europea la calificó de segunda revolución mexicana
. Y todavía el primero (quien prometió bienestar para la familia
,
aunque no aclaró que sería exclusivamente para la oligarquía)
recientemente regresó a México y con el cinismo que le caracteriza se
dio el lujo de denunciar atrocidades, felonías, antipatrias, fragilidades, devastaciones
y demás sandeces no de su gobierno, desde luego, sino de la 4-T.
Las rebanadas del pastel
La Casa Blanca anunció la llegada de los primeros mil 500 marines
a una porción de la frontera con México para proteger a Estados Unidos
(van a cazar inmigrantes), y cacareó: ¡promesa cumplida!
Bien, pero ¿cuántos de esos soldados son hijos, nietos o bisnietos de
inmigrantes? Lo mismo con los cerca de 2 mil 500 elementos ya
desplegados de la Guardia Nacional y la Reserva del Ejército. Igual
entre las patas se llevan a un familiar.
El distanciamiento comenzó en el otoño de 2023, cuando Azerbaiyán
resolvió por la fuerza el disputado enclave de Nagorno-Karabaj y expulsó
a los armenios que residían ahí. Armenia estimó que Rusia, que tiene la
última palabra en la OTSC, no quiso aplicar la cláusula de asistencia
recíproca en caso de agresión, ya sea por estar concentrado en su operación militar especial
en Ucrania o para evitar un choque directo con el principal apoyo
azerí, Turquía, miembro de la alianza noratlántica que a la vez ejerce,
para beneficio propio, como uno de los resquicios en Europa para eludir
las sanciones occidentales.
Consciente de que poco puede hacer para que el gobierno de Nikol Pashinián dé marcha atrás en su política de acercamiento a Washington y Bruselas, Moscú no oculta su malestar y trata de presionar a Ereván advirtiendo que la membresía en la Unión Económica Euroasiática y la Unión Europea son incompatibles, por lo cual los armenios tienen que escoger en cuál se quedan.
Armenia, cuyo comercio con Rusia alcanza 80 por ciento, quiere disfrutar los beneficios de pertenecer a ambos bloques económicos y también tiene claro que no existe riesgo de sufrir una invasión rusa como Ucrania por no tener frontera común ni acceso al mar.
Así las cosas, el proceso de adhesión de Armenia a la UE lleva mucho tiempo y debe comenzar después de un referendo que aún no tiene fecha. En todo caso, los comicios legislativos de 2026 serán decisivos para saber hacia dónde se dirige ese país del Cáucaso del sur.
Debe recordarse que durante el sexenio anterior se realizaron esfuerzos inéditos en la lucha contra la defraudación fiscal, como la reforma constitucional impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para tipificarla como delito grave. En su momento, el entonces mandatario denunció todo un sistema fiscal paralelo e informal conformado por empresas factureras que, durante al menos diez años y al amparo del calderonato y el gobierno de Enrique Peña Nieto, perpetraron una fuga por hasta 300 mil millones de pesos, equivalentes a 30 por ciento de los ingresos de la Federación en ese entonces.
Sin embargo, los esfuerzos del Ejecutivo y el Legislativo con la reforma de 2019 fueron echados abajo por la mayoría conservadora de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que dio patente de corso a los delincuentes fiscales al anular la tipificación del fraude fiscal como delito grave equiparable al crimen organizado. Con su actuación, el máximo tribunal dejó al país a merced de quienes construyen fortunas no a través de la innovación y la creación de valor, sino de la descarada extracción de recursos públicos.
Como se ha señalado en este espacio, es evidente que la defraudación fiscal es una modalidad de crimen organizado, pues se trata de la colusión entre dos empresas –una que desea evadir impuestos y otra que le proporciona los medios para hacerlo– a fin de delinquir en agravio de todos los ciudadanos, que se ven despojados de sus derechos humanos a la salud, la educación, la vivienda, el trabajo digno y otros que el Estado se ve imposibilitado de proveer debido a la merma en sus ingresos. Cabe esperar que la democratización del Poder Judicial, que tendrá lugar a partir de los comicios de junio próximo, despeje el camino para acabar con una de las modalidades delictivas más nocivas para la población.
Celebramos el llamado del doctor Leonardo Lomelí, rector de la UNAM, y su compromiso de apoyar desde México y a través de sus sedes en Estados Unidos a nuestra población migrante en ese país.
Como profesoras y profesores de nuestra Universidad, le hacemos una solicitud para instrumentar dos acciones: la primera, declarar todas las sedes de la UNAM en Estados Unidos como centros santuario, y la segunda, recibir en nuestra Universidad a los jóvenes migrantes mexicanos que sean deportados y se encuentren realizando estudios universitarios.
Con este tipo de acciones, parafraseando lo dicho por el doctor Lomelí al final de la conferencia universitaria por la defensa de los derechos y dignidad de las personas migrantes y el interés nacional, hoy más que nunca, nuestro espíritu –solidario– hablará por nuestra raza.
La verdad es que resultó emocionante ver y oír al propio Hugo, un amigo entrañable a quien debo mucho aprendizaje y un irrestricto respaldo, recitar algunos de sus propios poemas y hablar de su propia vida.
Nació en Guadalajara el 20 de febrero de 1934, un martes transparente, como lo eran todos los días en esa época del año, pero cabe considerar que tenía además una gran tendencia hacia la región que conocemos como Los Altos, en especial la población que se llamó Santa María de los Lagos y la gratitud de sus habitantes con su prócer preferido, prefirió que se llamara Lagos de (Pedro) Moreno.
De ahí procedía su familia materna y, en consecuencia, en ella no sólo pasó Hugo mucho tiempo en diferentes épocas, sino que en muchos sentidos se sintió vástago de ella.
Además del privilegio de su amistad, tuve varias veces el gozo de pasear algunas tardes en su compañía por esa bellísima población escudriñando rincones que le eran sumamente caros.
Con su afable parsimonia me contaba sus vivencias y alguna que otra trapacería de su juventud, frente a un portal o una ventana e incluso sin dejar de caminar por alguna calle más bien recóndita.
No fueron, claro, las primeras veces que estuve en Lagos de Moreno, pero como si lo hubieran sido.
No podría decir si me fascinó más lo que me contaba o ser testigo de su plática con alguna persona mayor con la que estaba emparentado.
Una sola vez me preguntó mi opinión de la visita y de la tournée que me había obsequiado. Mi respuesta fue que le envidiaba ese enorme arsenal de sentimientos y sensaciones que él tenía en Lagos.
La verdad es que no tenía interlocutor aborrecido. Para todos tenía, pues quienes no lo reconocían se sorprendían de lo que él sabía de ellos, y de quienes sí lo saludaban por su nombre, tenía en su memoria parque suficiente para hacerles sentir cuan importantes eran para él.
No me extrañó que en esa entrevista que se le hizo oportunamente
cerca de su fallecimiento, lo primero que discurriera, después de
reconocer que nació en Guadalajara, fue dejar una vasta constancia de su
pertenencia a la ciudad de Lagos, aquella que Peña Nieto pensó que era la capital del estado del mismo nombre
colindante con el estado en que se encuentra León
.
Fue lamentable que Hugo hubiera ya fallecido entonces, pues su comentario no hubiera tenido precio.
Por otro lado, también supongo que ya sería hora de que la ciudad de Lagos de Moreno, Jalisco, generara un testimonio perenne de su memoria, siendo que, sin haber nacido en ella, es uno de los que más la han ostentado por el mundo y más la han honrado.
El año próximo se cumplirán 10 años de su fallecimiento, ya sería hora de que se estableciera un recuerdo permanente de su vida y, sobre todo, de su obra. Hasta en Querétaro, donde fue rector de la Universidad, entre otras cosas, ya se movilizaron.
En el estado de Jalisco, por su parte, con el gobierno que tiene ahora resulta imposible, pero suponemos que no será eterno.
Todo se escenifica dos veces, la primera como una gran tragedia y la segunda como una farsa abyecta. La idea de la repetición de algunos eventos en la historia la había leído Marx en Hegel, cuando se refiere a cómo los romanos tuvieron que insistir en una conducción centralizada del imperio después de varios intentos. Apunta Hegel en Lecciones de filosofía de la historia (1837):
En todas las épocas del mundo, una revolución política se sanciona en las opiniones de los hombres cuando se repite. Así, Napoleón fue derrotado dos veces y los Borbones expulsados dos veces. Mediante la repetición, lo que al principio parecía mera cuestión de azar y contingencia, se convierte en una existencia real ratificada. Como se sabe, Marx retomó esa idea para su libro sobre el golpe de Estado en Francia perpetrado por Luis Bonaparte, sobrino del emperador Napoleón, cuyo propio golpe militar paró en seco la Revolución francesa. Hay 52 años de diferencia entre uno y otro evento. De hecho, Marx le impone el nombre de 18 Brumario (es decir, 9 de noviembre de 1799) más por la comparación que por haber sucedido en la fecha exacta. Luis Bonaparte, el sobrino de Napoleón, da su golpe el 2 de diciembre de 1851 y termina con la Revolución de 1848. Eso le da pie a Marx para alegar una repetición que ya, desde 1836, en una carta a su padre, le obsesionaba:
Cada gigante presupone un enano; a cada genio, un ignorante aferrado a la tradición. César, el héroe, deja tras de sí al histriónico Octaviano; el emperador Napoleón, a Luis Felipe, el rey burgués; y a sí sucesivamente. Curiosamente, en esa misma carta a su padre, Marx le dedica unos versos satíricos al maestro Hegel:
Enseño palabras entreveradas en un revoltijo diabólico,/así, cualquiera puede pensar justo lo que elija pensar.
Lo que Marx opinó del ascenso de este otro Bonaparte, quien decidiría
la invasión a México con Maximiliano de Habsburgo a la cabeza de una
monarquía, fue que se trataba de una farsa, puesto que el sobrino no
tenía los arrestos y el carisma del primer Napoleón, un Robespierre a caballo
,
como lo definió Madame de Stäel. Pero si es que la historia requiere
ratificaciones, como suponía Hegel, la política siempre es nueva. En el
caso de Napoleón III, es decir, Luis, no fue una repetición, sino una
innovación: el hombrecillo grotesco que llega a nombrarse emperador con
base en traiciones, golpes fallidos, y se presenta como garante del
orden. En la descripción que el propio Marx aporta no hay mucho de
repetición: un régimen burgués apoyado no exclusivamente por burgueses,
sino también por campesinos y el célebre lumpen del proletariado que
describe así: hijos ilegítimos de los aristócratas, soldados
desmovilizados, hombres de negocios en quiebra, caballeros venidos a
menos, secretarios de algún abogado despedidos, funcionarios
sancionados, limosneros, carniceros en bancarrota, ladrones. Sin clase,
pero movilizados como agentes por Bonaparte, son la base social que
permite el gobierno de Luis Bonaparte y que le da hasta para invadir
México. En el Congreso Internacional de Trabajadores de 1868, es Marx
quien, con el apoyo de los delegados de Bélgica, propone un
pronunciamiento contra la invasión en México, concluyendo que la
respuesta a toda guerra debe ser la huelga general.
El editor de Marx en esos años, de 1852 a 1862, Charles Dana, del New York Daily Tribune, había estado en el proyecto de las comunas utópicas fourieristas con Emerson y Hawthorne en Brook Farm. De él, el cuñado de Marx, Edgar von Westphalen, hermano de su esposa Jenny, obtuvo la información para emigrar a Texas. En Sisterdale participó de las ideas utópicas comunales de los inmigrantes alemanes que habían huido de la derrota de la revolución de 1848, la que termina con el ascenso de Luis Bonaparte. Edgar, un convencido del socialismo, se metió de lleno en la lucha por abolir la esclavitud. Cuando Texas se alió a la Confederación esclavista, Edgar y sus camaradas trataron de huir a México, pero 61 de ellos fueron masacrados en el río Nueces. Engels le mandó dinero a Edgar para evitar su reclutamiento y para que huyera a Veracruz, pero el dinero llegó demasiado tarde, y el cuñado de Marx fue obligado a combatir del lado esclavista de la historia estadunidense. Cuando pudo, desertó.
Como se habrán dado cuenta, todo el tiempo he estado hablando de
Trump, aunque parezca que lo he hecho sobre Marx. La idea de la historia
que se repite para ser ratificada por el pueblo que la encarna es mucho
más poderosa que la simple idea de que Trump ha vuelto a la Presidencia
de Estados Unidos. Ya ha hecho su debut con sus órdenes ejecutivas
que son más o menos las mismas que en su primera gestión que fue, por
decir lo menos, desastrosa. La repetición está en el uso de los
imaginarios del siglo XIX a los que hemos hecho referencia: la expansión
militar, el esclavismo del sur de Estados Unidos, la base social que
limita entre la pobreza y la criminalidad, las utopías comunales, y el
ascenso político de un personaje de farsa que, no obstante su condición,
puede llevar a cabo una invasión del otro lado del mar. Lo nuevo de
Trump esta vez es que su electorado se deshizo del neoliberalismo buena ondita
, es decir, del supuesto centro-progre y se ha ido con quien tiene respuestas a la concentración brutal de la riqueza de 99 por ciento en uno por ciento.
Han votado al de ultraderecha que se exhibe impúdicamente con los tres estadunidenses más ricos del planeta. Les ha dado una razón para que no tengan trabajo estable, servicios médicos, y sí venta de drogas en la esquina: los inmigrantes. Mientras el centro-progre jamás propuso redistribuir ni mínimamente la riqueza, la ultraderecha ganó la partida con una solución punitiva hacia los que no tienen papeles. Ésa es la novedad de la repetición. Si vuelve a fracasar, será la ratificación que registró Hegel y que Marx odió tanto que la calificó de farsa.
Teniendo en cuenta que en Navarra no hubo combates, hablamos de personas que, de forma voluntaria u obligada, acudieron al frente de batalla a morir. Lo hicieron en modo estrictamente inverso a las 3 mil 700 personas que los fascistas mataron aquí, lejos de la guerra, señalados por vecinos, fusilados sin juicio ni posibilidad de defensa y casi siempre enterrados en cunetas y fosas anónimas. De ellos no hay rastro en el monumento que culmina la principal avenida del centro de la ciudad. Es, dicen, el segundo monumento franquista más grande, después del Valle de los Caídos.
El horrendo edificio es el centro de una agria polémica en el seno de la izquierda que gobierna la ciudad. Derribar o no derribar. La justicia poética y un mínimo de gusto estético exigen su derribo inmediato y con toda la pirotecnia posible. La preservación de la memoria plantea más interrogantes. ¿Borrar del mapa edificios ayuda a transmitir lo ocurrido a generaciones futuras? ¿Es posible resignificar un monumento construido a mayor gloria del franquismo? No hay fórmulas mágicas. En España no se le tocó un pelo a la dictadura y Vox resurge. En Alemania no quedó en pie una sola piedra del Tercer Reich y la AfD está a punto de ser la segunda fuerza.
El pasado y los edificios no tienen agenda propia, todo depende de lo que hagamos con ellos.
El debate de qué hacer con el monumento, en cualquier caso, está trucado de antemano, pues no todas las opciones son, en la práctica, factibles. Una de las fuerzas que apoya al gobierno municipal impone su veto sobre la posibilidad del derribo. Es el PSOE.
Disculpen esta introducción local, pero es inevitable acordarse de esta nota doméstica al observar los fastos con que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, inauguró recientemente el programa con que, durante este 2025, se va a conmemorar la muerte de Francisco Franco, hace 50 años.
Para empezar, celebrar la muerte de un dictador que falleció en su cama a los 82 años plantea fisuras. Los defensores de las conmemoraciones, que llevan el título de 50 años en libertad, alegan que países como Italia y Portugal también han celebrado el fin de sus dictaduras. El espejo es cruel con España: Italia colgó boca abajo al dictador Mussolini en la plaza Loreto de Milan, Portugal derrocó el régimen de Salazar con toda una revolución.
Dicho esto, que cada quien celebre y llore las muertes como quiera y pueda. De lo que aquí se trata es analizar la pompa y la relevancia que el gobierno ha dado a una efeméride que, en otro contexto, hubiese tenido un perfil bajo, porque el hito fundamental de la transición se ha situado siempre en la aprobación de la Constitución de 1978, la culminación del mito fundacional que ha sostenido el sistema español hasta hace poco. Sólo la izquierda independentista vasca, con un análisis que con los años han hecho suyo catalanes y algunas izquierdas españolas, se situó fuera de aquel consenso.
Pero ese mito fundacional no existe más. Vox, la tercera fuerza parlamentaria, heredera desenmascarada del franquismo, se sitúa fuera de ese consenso histórico que ha definido la política española. La Constitución sigue cerrada a cal y canto para vascos y catalanes, pero no ata ya a la derecha española, que se siente libre de los pocos corsés que le impuso la muerte de Franco. Hasta Felipe de Borbón declinó asistir al primer acto de las conmemoraciones por la muerte de Franco. Hay días que al rey sólo le falta pedir el voto por Vox.
Y como la extrema derecha arrastra al PP, Sánchez ve libre ese carril central de la política española. De ahí la grandilocuencia de los 50 años de libertad. Tiene cierto sentido intentar ocupar en exclusiva ese espacio que el PP deja vacío, aunque no hay que perder de vista que ese consenso interpela cada vez a menos gente.
Pero Sánchez busca también, en gran medida, atar en corto a sus aliados. Evocar a Franco le sirve para mandar un aviso a su izquierda, a vascos, catalanes y gallegos: o me apoyan o regresan los de las cunetas. Sin embargo, la instrumentalización del antifascismo no acostumbra dar buenos resultados cuando la retórica no viene acompañada de la acción. Y lo cierto es que el PSOE ha sido durante este medio siglo el garante de un régimen que, sin negar sus aspectos positivos, también ha blindado a los herederos de la dictadura.
No se han restituido los bienes usurpados, miles de republicanos siguen enterrados en cunetas y fosas, el Poder Judicial mantiene vivo el cordón umbilical que lo une con los tribunales fascistas y el Monumento a los Caídos sigue siendo, ahora mismo, una apología del franquismo en medio de Pamplona.
España es un callejón sin salida del que Sánchez no va a escapar con la ayuda de Franco. Lo ha comprobado esta semana.
En este contexto, América Latina, está siendo colonizada por políticos e intelectuales españoles que van desde Santiago Abascal, Isabel Díaz Ayuso hasta Pablo Iglesias. Unos ofrecen becas de estudio, cursos de posgrado, asistencia a seminarios y congresos; otros venden proyectos y se presentan como referentes de una nueva izquierda. Políticos e intelectuales españoles a diestra y siniestra programan giras por la región, sabiendo que habrá interlocutores para canalizar sus propuestas. La derecha y sus ideólogos aprovechan cualquier ocasión para divulgar su religión política: la Iberósfera. En América Latina conectan con lo más reaccionario del pensamiento.
Unos y otros se retroalimentan, financian y reproducen. Sus fundaciones les permiten mantener contactos y obtener fondos. FAES, IDEAS o el Instituto República y Democracia de Podemos. El PSOE, en los años de Felipe González, financió la división del partido socialista chileno, se posicionó al lado de Estados Unidos en la crisis centroamericana, se alineó con los abogados de Pinochet, protegió a militares argentinos y dio refugio a criminales y torturadores de todo el continente. No muy diferente fue la posición de Rodríguez Zapatero hacia América Latina, y el actual presidente de gobierno, Pedro Sánchez, reconoció en su día a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Ni qué decir de los gobiernos del PP con Aznar y Rajoy.
Esa es la historia de España. Su imaginario de la región se asienta en el mito de la superioridad étnico-racial. Miran por encima del hombro y tienen claros sus intereses. Sólo buscan expoliar, proteger inversiones, apoyar a sus empresarios y sacar la máxima rentabilidad a sus negociados. PSOE, PP, PNV o la burguesía catalana hablan un mismo idioma: los negocios son negocios. En tierras amerindias tienen socios: cipayos deseosos de recibir las migajas del pastel.
Nacido al albur del neoliberalismo y su crisis, en España un nuevo movimiento de peninsulares y en América Latina de criollos, dizque progresistas, han rejuvenecido el discurso paternalista. Suelen considerarse herederos de las tradiciones libertarias y defensores de los derechos humanos en abstracto. Miran al norte. Piden paso y buscan denodadamente sus nichos. Unos y otros lo saben. Los gachupines progresistas acuden dando consejos y pontificando cómo hacer revoluciones a cambio de pingües nóminas. Sin interés por la región, poseen negocios y su actividad política en Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao. Desde fines del siglo XX han desarrollado una prolífera actividad. Entre sus interlocutores tienen a jefes de Estado, ex presidentes, dirigentes de partidos y académicos. No pierden ocasión para mostrar en las redes sus vínculos con la élite política del país que visitan. Como muestra de su poder e influencia sacan partido a costa de no tan ingenuos que se prestan al juego. Eso sí, cuando se trata de sus currículos para optar a puestos de trabajo en España, América Latina desaparece. Su lugar es ocupado por universidades de Estados Unidos y europeas. La UNAM, la UBA, la Universidad de Chile, La Habana no suman puntos.
El mejor ejemplo son los dirigentes de Podemos. Su fracaso
político ha sido eclipsado por el protagonismo de sus líderes, dando pie
a una estrategia donde lo político cede paso a un interés crematístico,
encubierto bajo un progresismo transformador, cuya máxima es acrecentar
sus cuentas bancarias. Los vínculos alcanzados durante el ejercicio del
poder han facilitado contactos. No por casualidad, Pablo Iglesias se
presenta como ex vicepresidente, ex ministro y cerebro
de Podemos
en el gobierno de coalición, estrategia aderezada con declaraciones
apoyando a gobiernos como los de Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro
en Colombia, Lula en Brasil o Claudia Sheinbaum en México. Antes con
Cristina Kirchner o José Mujica. No resulta extraño que en Colombia
logre acuerdos para emitir programas enlatados o entrevistas ad hoc, de su holding
comunicativo CanalRed, que cuenta con prensa digital, programas y
servicios de publicidad política. Su financiación y beneficios los
obtiene, en más de 50%, en América Latina. Poca diferencia con Repsol,
Telefónica o Banco Santander. No hace mucho, Iglesias, en visita a
México al Quinto Encuentro de Unidad de la Izquierda (sic) lanzó su
propuesta para la región. ¿Cómo es posible?
El complejo de inferioridad de nuestras clases dominantes y sectores medios latinoamericanos juega malas pasadas. Las nuevas élites políticas progresistas mantienen el sueño de las viejas plutocracias, viajar por Europa, vestir a la moda parisina, beber whisky, hablar la lengua del imperio y obtener doctorados en universidades del viejo mundo. El colonialismo interno, el desprecio a los pueblos originarios los hacen cipayos. Unos y otros, gachupines y criollos, se reconocen en su ideología y retroalimentan. Como siempre, hay excepciones a uno y otro lado del Atlántico. Relaciones forjadas entre partidos anticapitalistas, sindicatos de clase, un sector del movimiento feminista, LGTB+ y ONG, cuyas relaciones se fundan en la horizontalidad, cooperación y solidaridad. La gira zapatista por España y Europa fue un ejemplo. Desengáñense, los gachupines cuentan con aliados: cipayos y criollos deseosos de las migajas del pastel.
25 puntos para la transformación del Issste(conferencia matutina del 14/01/2025), su director general, Martí Batres, anunció una
reforma–en realidad contrarreforma– sólo para el seguro de salud que busca
resolverfinancieramente los 24 puntos previos y, según la cual, los trabajadores
de más altos ingresosasegurados por el instituto,
quien más tiene, pues que
ayude más. ¿Y cómo así?
Dijo: ¿cómo resolvemos mucho de lo planteado? Impulsando una
reforma al seguro de salud para que las cuotas de los servidores
públicos con más altos ingresos y las aportaciones de las
entidades/dependencias se calculen sobre el salario integrado. Issste
cuenta con poco más de 3 millones de afiliados activos: 9.7 por ciento
(menos de 10) ganan más de 10 UMA y 90.3 por ciento menos de 10 UMA. A
este 9.7 en lugar de que se les cobren las cuotas sobre el salario base,
sería sobre el integrado. Para el 90 por ciento restante sería sobre el
salario base. Pero el que aportará más será el gobierno. Tiene dos
aportaciones a los seguros de salud: una de 7.375 por ciento y otra de
0.72 que actualmente se calcula para todos sobre el salario base. Pero
para 9.7 por ciento de servidores públicos se calcularía sobre el
salario integrado. Todos los servidores aportan 3.375 por ciento de su
ingreso. 90 por ciento lo seguirá hacien-do del salario base y 9.7 sobre
el salario integrado. Es una medida de progresividad: quien más tiene,
ayuda más
.
Lo anterior confirma que los recursos destinados al seguro de salud del Issste son y han sido insuficientes (más con la contrarreforma Calderón-Beltrones 2007) para brindar atención humana digna, oportuna y de calidad y que el gobierno federal carece de margen para incrementarlo justo donde se necesita con urgencia. Frente a lo cual Batres pretende exprimir de donde sea recursos, afectando a universitarios, maestros, médicos y ramas afines.
Esta contrarreforma-Batres representa un total desatino financiero que, en lugar de poner el acento –como corespondería a un gobierno progresista– en los bajísimos salarios (base) de cotización de todos los servidores, opta por el sencillo camino –absolutamente tecnocrático– para que paguen más –y proporcionalmente más– aquellos trabajadores (9.7 por ciento) con salarios de cotización más altos. Es decir, no sólo no mejora a nadie, sino que ¡a unos les quita! Además, segrega entre asegurados con más ingresos y otros con menos, tal y como ya ocurrió con el tibio ajuste AMLO –primer parche– al apartado A (2020), aunque López Obrador no les quitó ni un centavo, tampoco en el –segundo parche– Fondo de Pensiones para el Bienestar (2024).
El modelo financiero de los actuarios pioneros de la seguridad social mexicana enfatizó una tasa fija (porcentaje) sobre una base variable: el salario base de cotización con un límite superior, ya implicaba un sólido efecto redistributivo. En efecto, con una idéntica tasa de cotización obviamente llegan más recursos de quien cotiza con un salario base de cotización mayor. Éste solido efecto redistributivo queda enteramente sepultado por la contrarreforma Batres.
Inquietante resulta también que –pobremente asesorada por Batres– la presidenta Sheinbaum afirmara: salió
en una conferencia que el salario de la Presidenta se compone de
salario base y uno complementario; en el complementario no aportábamos
al Issste. El objetivo ahora es que ese salario complementario aporte al
Issste el porcentaje que tiene que ver exclusivamente con los servicios
de salud. No impacta en todo lo demás que aportamos: Fovissste,
pensión. Eso va a permitir que quienes ganamos más y somos trabajadores
del Estado aportemos un porcentaje adicional de 2.7 por ciento para
ayudar al Issste. Y el gobierno tiene que aportar 8.3 por ciento. Si se
consiguen mil millones de pesos por esta aportación, el gobierno estaría
aportando 6 mil millones adicionales que ya tenemos. Es una propuesta
integral
.
Frente a ella, para no segregar a los servidores públicos, la solución alternativa consiste en incrementar progresivamente el salario base de cotización del Issste, aumentando su límite superior de 10 a 15 veces la UMA, tal y como establece el modelo financiero de los actuarios pioneros de la seguridad social mexicana, además de abrir a debate las tasas de contribución de todos: trabajadores, dependencias/entidades y gobierno federal para ese seguro de salud.
Es claro que, frente a la contrarreforma Batres, un proceso masivo de amparos mostraría que lo anunciado implicaría una suerte de doble tributación que tendría que cristalizar en una reforma legal. Ella rompería principios constitucionales sobre la equidad tributaria, dado que se implantaría un régimen especial de contribuciones discriminatorio, inequitativo e inconstitucional en el que las bases de aportación de los trabajadores serían diferentes y sin compensación en las prestaciones recibidas. ¿Cómo sustentar constitucionalmente que trabajadores de más altos ingresos aporten sobre bases diferentes a las del resto?
Y todo esto sin seguir atender el problema de fondo. Los recursos que requiere el Issste no están ahí. La última palabra la tiene el patrón de los servidores públicos: el gobierno federal.
* UAM-X
Aunque no ha habido ninguna petición para que Netanyahu asista al evento −está confirmada una robusta delegación israelí
−, el afán incondicional de Polonia, signataria de CPI, de garantizar su seguridad
e impunidad en Auschwitz ha de ser entendida como el mejor símbolo (t.ly/BFHoJ)
del colapso ético del orden liberal dominante y la destrucción de todo
el edificio de la ley internacional y derechos humanos, levantado
después de la Segunda Guerra Mundial en reacción al Holocausto y
sepultado hoy en los escombros de Gaza (t.ly/U8cSt), donde más de 47 mil 283 palestinos han sido asesinados (una cifra seguramente subestimada) en la operación punitiva
de Israel contra Hamas marcada por crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio, según expertos (t.ly/XgC-3, t.ly/KD__E), agencias de la ONU y organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
Aun así, la aparente ausencia de Netanyahu en Auschwitz −más allá de
exponer la crisis moral y los dobles estándares del orden internacional:
Polonia estaría feliz de arrestar a Vladimir Putin por lo mismo
(crímenes de guerra en Ucrania) y cumplir en su caso con la orden
pendiente de CPI, pero no a ningún político israelí− ha de ser
considerada una buena noticia para quienes valoran la memoria del
Holocausto. Aunque, a fin de evitar las controversias
, este año van a estar prohibidos los discursos políticos (t.ly/ebH8V),
Netanyahu, uno de los abusadores y relativizadores más cínicos del
judeocidio, seguramente iba a usar esta efeméride para justificar el
genocidio en Gaza (t.ly/DUFFj).
Como en 2015, cuando en un discurso en el Congreso Mundial Sionista,
distorsionando abiertamente la historia del Holocausto para los
intereses políticos de Israel, transfirió la culpa por las cámaras de
gas de los nazis a los palestinos (sic), al asegurar que en realidad Hitler no quería matar a los judíos
,
sino sólo expulsarlos, y que fue el gran Muftí de Jerusalén, Mohammed
Amin al-Husseini, el líder nacionalista palestino, quien le sembró la idea de quemarlos a todos
(t.ly/v_kj2).
Si bien es fácil tildar este tipo de revisionismo descarado como simples exabruptos
−tal como en su momento, en efecto, han sido tratadas estas, igualmente
impunes, declaraciones de Netanyahu−, el genocidio en Gaza, para el
cual la mejor paralela no es Auschwitz, el exterminio mecanizado e industrial
,
sino −tiene razón Raz Segal− el genocidio de los herero y los nama de
principios del siglo XX perpetrado por los alemanes en Namibia en
reacción a la masacre de los colonizadores blancos por parte de la
población autóctona (¿a que nos suena esto…?) (t.ly/tFZkT), ha sido posible justo por la imparable distorsión de la memoria de Auschwitz desde la política.
Si bien el asociado con Auschwitz lema ¡Nunca más!
tenía en
sus orígenes una clara dimensión universalista y servía para alertar
sobre los abusos detodo tipo de poder −una posi-ción bien resumida por
el dictum de Włodek Goldkorn, hijo de sobrevivientes y víctima de la persecución antisemita en Polonia comunista en 1968: Si Auschwitz no sirve para defender a los más débiles [las minorías, los migrantes, los colonizados], ¿entonces para qué sirve?
Gaza, provocando de paso una aguda crisis en los propios estudios del genocidio (t.ly/_Nuw9), demostró que las institucio-nes de la memoria han estado estructuralmente enfermas
(t.ly/bRp-4) y servían sólo en la defensa de Israel y su poder.
La distorsión y la instrumentalización de la memoria del Holocausto por su parte y su paralela pasterización
en la cultura occidental −dos procesos íntimamente entretejidos de los
que alertaban los estudiosos como Arno J. Mayer o Enzo Traverso−,
hicieron que esta acabara puesta exclusivamente al servicio del
particularismo y supremacía etnonacionalista israelí, la ocupación
militar perpetua de Palestina, el colonialismo sionista, su
expansionismo territorial, la búsqueda del “ lebensraum judío en Medio Oriente” (t.ly/A5ODv) y la exterminación de todos los salvajes y las bestias humanas
(t.ly/m8Mw-), los mismos impulsos genocidas que, igualmente en nombre de seguridad
y autodefensa
(t.ly/rw6zi) acabaron en la invención
de Auschwitz.
Pensando en el Holocausto, Jean-François Lyotard sugirió famosamente que del mismo modo que un terremoto destruye los instrumentos utilizados para medirlo, los crímenes sin precedentes de Hitler, al volver irrelevantes los actos históricos anteriores, destruyeron la utilidad de los instrumentos existentes para medir al mismo.
Aunque Carlo Ginzburg, enemigo feroz de todo el relativismo histórico
propio del deconstruccionismo, rechazó esta aseveración, apuntando que
la destrucción de la memoria, junto con su rescate y preservación, es un
proceso continuo que previno que la catástrofe de Auschwitz
destruyera los instrumentos para medirla ( El hilo y las huellas, p. 325-326), se puede argumentar que el genocidio en Gaza, desencadenado intencionalmente por Netanyahu (t.ly/ek3M8)
−y facilitado por Estados Unidos y buena parte de Europa−, destruyó en
efecto, al menos por el momento, tanto el derecho internacional, la
propia utilidad de la memoria de Auschwitz, como las herramientas para
medir al mismo (t.ly/8pYED).
Lo nuevo ahora es el desparpajo y la arrogancia pública de los super millonarios para presumir su poder e influencia en el gobierno de Trump y la notoria presencia de los milmillonarios de las industrias tecnológicas, así como su expreso apoyo a políticas abiertamente discriminatorias y hostiles a la justicia social y ambiental.
Elon Musk de Tesla, X y SpaceX, Mark Zuckerberg de Meta, Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google y Tim Cook de Apple ocuparon puestos de primera línea en la ceremonia de investidura. Figuras políticas como el presidente de Argentina Javier Milei y la presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Georgia Meloni, fueron sentados en la última línea.
De los 10 hombres más ricos del mundo, ocho han acumulado su fortuna con empresas tecnológicas. Cinco de ellos, cuyas fortunas superan 200 mil millones de dólares, estaban presentes en esa ceremonia. Elon Musk, figura payasesca pero no por ello menos peligrosa, es el hombre más rico del mundo. Invirtió más de 200 millones de dólares en la campaña de Trump, pero recuperó 750 veces esa suma desde el anuncio del triunfo electoral de Trump al presente. Sus acciones subieron más de 150 mil millones, para totalizar una fortuna personal de 421 mil millones. A su fortuna personal se suman los millonarios subsidios directos e indirectos que ha recibido para sus empresas SpaceX, Tesla y Starlink de parte del gobierno. No obstante, aunque es difícil de estimar la cantidad exacta por la opacidad de datos, se estima que Musk debe miles de millones de dólares en impuestos impagos.
Justamente una de las primeras medidas de Trump fue abolir la participación de Estados Unidos en el acuerdo para que las empresas multinacionales paguen impuestos. Esta iniciativa de la OCDE aprobada en 2021, llevó a que 140 países se comprometieran a establecer un impuesto mínimo de 15 por ciento a las ganancias de las empresas trasnacionales, y trabajar en mejorar la aplicación de impuestos a las grandes tecnológicas. Las actividades de las grandes tecnológicas, al ser virtuales e internacionales, son difíciles de controlar y si pagan impuestos es en porcentajes mínimos, pese a tener las mayores ganancias del planeta.
Cínicamente, Musk fue nombrado director del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental que pese a su nombre no es una instancia pública sino una organización no gubernamental, creada para asesorar al gobierno de Trump en reducción del déficit fiscal, pero con amplio acceso a la información del gobierno. Musk aseguró que podría realizar recortes por 2 billones de dólares del presupuesto público, que seguramente serán en programas sociales, de salud, educación, medioambiente.
En contraste, ahora los subsidios gubernamentales aumentarán en sectores claves para los titanes tecnológicos. Por ejemplo, a través de las anunciadas incursiones espaciales, en las que hay cuantiosos contratos tanto con las compañías de Elon Musk SpaceX como con Blue Origin de Jeff Bezos. Me referí a ello en un artículo anterior (https://www.jornada.com.mx/2024/06/15/opinion/016a1eco).
Los lanzamientos de cohetes espaciales privados conllevan importantes impactos ambientales, también debido a los accidentes, que en casos han devastado grandes áreas naturales y afectado poblaciones. Este 16 de enero, un cohete Starship de la empresa SpaceX, explotó a minutos del lanzamiento, arrojando una gran cantidad de desechos ardientes sobre el Caribe. Paradójicamente, las industrias están presionando Agencia de Protección Ambiental para que ni siquiera sea necesario solicitar un permiso ambiental para los lanzamientos de estos cohetes o de los que llevan satélites privados. La instalación de miles de satélites privados, la mayoría Elon Musk, son una fuente de contaminación de la tierra, la atmósfera y la órbita terrestre baja de la Tierra, además de ser una base de control planetario de las comunicaciones y otras industrias digitalizadas (https://www.jornada.com.mx/2024/05/18/opinion/015a1eco).
Otro aspecto esencial para las grandes tecnológicas en el que quieren asegurar subsidios del erario público y al mismo tiempo evitar cualquier regulación, de impacto ambiental, social o político es el desarrollo de la inteligencia artificial, para la cual necesitan instalar cientos de nuevos megacentros de datos, que implican un uso enorme de agua y energía.
En todos estos aspectos y otros que iremos analizando, Trump les asegura apoyo e impunidad.
* Investigadora del Grupo ETC
Hace algunas semanas llegó a mis manos un cedé (¡Sorpresa! Léase disco compacto, de esos de plástico, cartón y papel) con una atractiva selección de canciones de Emiliana de Zubeldía, cantadas por la soprano hermosillense Elena Rivera, con el acompañamiento de Jorge Robaina al piano. En algunos de los tracks del cedé se escucha la participación del flautista Javier Castiblanque. El cedé se titula Soles y brumas II (2024), siendo la segunda parte de un proyecto de divulgación iniciado y protagonizado por Elena Rivera; el primer volumen data del año 2017.
Las canciones de Zubeldía grabadas en este cedé han sido agrupadas en cuatro series de enfoque y contenido particular: Fábulas infantiles, Poetas de América, Poemas mínimos y Canciones de cuna. Una característica común a las 27 canciones elegidas por Elena Rivera es que son, casi sin excepción, muy breves, ya que ninguna llega a los cinco minutos de duración, y algunas son tan fugaces como un cuarto de minuto. Lo menciono no por llenar papel, como hacen otros, sino porque esa brevedad permite apreciar el trabajo de la compositora como miniaturista, además de que, a pesar de esa parquedad, cada canción está completa, bien estructurada y bien realizada. Un elemento sugestivo de esta selección de cantos de la compositora navarra está en el hecho de que en varias de las canciones aquí registradas se escuchan algunas interpolaciones habladas, lo que da a las piezas el atractivo de lo coloquial. A propósito del habla: hay aquí, para deleite de quien escucha la música vocal con atención, tres canciones cantadas en inglés y una más en euskera.

Mérito puntual de este disco es el hecho de que, así como las Canciones infantiles están compuestas en un lenguaje sencillo y muy tonal, el resto de las piezas transitan por una expresión un poco más austera, armónicamente más variada. Y si así lo planteó la compositora, la soprano lo ha entendido muy bien, haciendo una perceptible diferenciación de estilo, y siguiendo una línea de conducta que tiende a la claridad y la transparencia en la enunciación y el perfilado melódico de las canciones. Bien expresados también por Elena Rivera, los inescapables giros españolistas de algunas de las piezas, sin exagerar la decoración localista. Técnicamente, la toma de sonido tiene una rica cercanía, y un muy bien calibrado balance entre voz y piano.
Ahora bien, en el entendido de que Elena Rivera se ha dedicado con notable asiduidad a la investigación, interpretación y divulgación de las canciones de Emiliana de Zubeldía, un acierto indudable está en el hecho de que, concurrentemente con el disco aquí reseñado fue producida, también en 2024, una edición de las canciones de la compositora originaria de Salinas de Oro, por iniciativa y bajo la coordinación de la propia cantante, con la complicidad de varios colaboradores, principalmente Leticia Varela, discípula y biógrafa de Zubeldía. Titulado también Soles y brumas, como los discos, este volumen contiene, además de las partituras cuidadosamente editadas, un apéndice con prolijas y detalladas notas sobre la música y los textos de las canciones.
Ahora falta que este cedé y este libro se divulguen adecuadamente, y que otras intérpretes decidan continuar la labor de Elena Rivera y acercarse a la sugestiva producción vocal de Emiliana de Zubeldía.
de calidadal haber conseguido varias nominaciones al premio Oscar (que no incluyeron al director, el alemán Edward Berger, cuya habilidad no fue suficiente para convencer a los votantes de que no se dirigió sola).
La trama, basada en el best seller homónimo de Robert Harris, se presta a presentar una fachada de prestigio: un papa anciano fallece y el arzobispo decano Lawrence (Ralph Fiennes) se da a la tarea de organizar el cónclave que elegirá al nuevo pontífice con la votación de cardenales de todo el mundo. Eso desata una serie de grillas e intrigas entre los candidatos más probables.
El más popular es el estadunidense liberal Bellini (Stanley Tucci), quien dice no querer el puesto. El más odiado, el italiano Tedesco (Sergio Castelitto), añorante de las misas en latín y cuya ideología reaccionaria amenaza con retrasar aún más los preceptos católicos. Y hay uno siniestro, el canadiense Tremblay (John Lithgow), que opera secretamente para desacreditar a sus rivales, incluyendo al africano Adeyemi (Lucian Msamati) a quien le revela una amante embarazada en su pasado. Curiosamente, el cardenal mexicano Benítez (Carlos Diehz), con arquidiócesis en Bagdad y en Kabul, resulta ser clave en el proceso. (En la novela el personaje era filipino. Pero los mexicanos estamos de moda en el cine extranjero).
El ágil y bien urdido guion de Peter Straughan mueve con acierto las piezas de su intriga, aceitada por los notables actores en su reparto. Sobre todo, Fiennes sobresale como el decano forzado a hacerla de detective para escudriñar el currículo de los candidatos. Con dudas sobre su fe, el personaje parece doblarse con el peso de sus responsabilidades, y eso lo expresa el actor cabalmente.
De hecho, la actuación de Fiennes eleva a Cónclave a la apariencia de drama religioso, cuando en realidad es un thriller algo esquemático. Los otros intérpretes –hasta Lithgow, quien tiende a la sobreactuación– son controlados por Berger a no excederse en el histrionismo y obtiene una llamativa actuación de una severa Isabella Rossellini, como una monja que sabe más de lo que aparenta.
Si Berger había antes examinado con destreza los mecanismos brutales de la guerra en Sin novedad en el frente
(2022), ahora lo hace con la pompa y la ceremoniosidad de los ritos
católicos. Expuestos a la luz moderna, estos siguen antojándose como
dignos del medioevo. Y por ahí se cuela una mirada crítica a la Iglesia
católica, con diálogos alusivos a los escándalos sexuales de los curas,
al pasado nazi de Benedicto XVI y, en general al comportamiento más
político que piadoso de los candidatos. (En un momento, Bellini afirma no quiero ser el Richard Nixon de los papas
).
La película se reserva una última vuelta de tuerca que amenaza con desmantelar todo lo precedente, pero Berger la saca por la tangente, para no meterse en honduras. (¿Será un pretexto para hacer Cónclave 2?).
La gran virtud de Cónclave es que resulta muy entretenida. Pero no nos llamemos a engaño. El asunto no tiene más peso ni densidad que una hostia.
Cónclave
D: Edward Berger / G: Peter Straughan, basado en la novela de Robert Harris / F. en C: Stéphane Fontaine / M: Volker Bertelmann / Ed: Nick Emerson / Con: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Lucian Msamati, Isabella Rossellini / P: Indian Paintbrush, Access Entertainment, FilmNation Entertainment, House Productions. Reino Unido, Estados Unidos, 2024.
X: @walyder Bluesky: @leonardogarciatsa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario