Las parteras, también conocidas como matronas, son mujeres dedicadas a prácticas obstétricas. Brindan asistencia y orientación tanto en cuidados preventivos como en emergencias durante el embarazo, además de acompañar y atender los partos. Algunas también ofrecen servicios de planificación familiar, salud reproductiva y pueden ayudar en la detección de cáncer cervical y de mama.
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a través del Programa IMSS-Bienestar, se ha registrado la participación de 6 mil 527 parteras tradicionales voluntarias en comunidades vulnerables de 18 estados del país. Sin embargo, según un informe emitido por la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM), tan solo en 2021, existían en México más de 20 mil mujeres ejerciendo esta labor, lo que deja entrever una gran disparidad en el reconocimiento oficial de su presencia.
El estado con mayor número de parteras tradicionales registradas por el programa IMSS-Bienestar es Chiapas, con 2 mil 737, seguido por Veracruz con mil 144; Puebla, 692; Oaxaca, 666; e Hidalgo, con 284. Les siguen San Luis Potosí, con 181; Yucatán, 177; Michoacán, 162; Guerrero, 98; Campeche, 81; Durango, 74; Nayarit, 58; Chihuahua, 55; Sinaloa, 41; Estado de México Poniente, 28; Tamaulipas, 23; Baja California, 18 y Zacatecas, con 8.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha reconocido que las parteras han sido clave en visibilizar muertes maternas evitables y la falta de acceso a la planificación familiar. También han alzado la voz frente a la violencia de género y otras prácticas nocivas como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil.
Pese a su importancia, las parteras continúan enfrentando una falta de reconocimiento y fortalecimiento institucional. De acuerdo con el informe El Estado de las Parteras en el Mundo 2021, si las ellas trabajaran en equipos multidisciplinarios y en entornos propicios, podrían cubrir cerca del 90% de las necesidades mundiales en salud sexual, reproductiva, materna y neonatal.
En ese sentido, el UNFPA advierte que, de recibir apoyo e inversión por parte de los gobiernos, para el año 2035 podrían salvarse hasta 4.3 millones de vidas, incluidas 1.9 millones de muertes fetales a partir de la semana 28 de gestación, 2 millones de muertes neonatales y 280 mil muertes maternas.
NOM-020: regulación que frena la autonomía de las parteras
A dos meses de la publicación de la Norma Oficial Mexicana NOM-020-SSA-2025, el Estado mexicano ha afirmado que este nuevo instrumento busca reconocer el trabajo de las parteras bajo un enfoque de derechos humanos, perspectiva de género e interculturalidad. Sin embargo, esta postura ha sido ampliamente cuestionada, ya que las propias parteras no fueron contempladas en el diseño del marco normativo.
La discusión sobre esta norma comenzó en julio de 2024, cuando la Secretaría de Salud presentó un proyecto que establece, entre otros requisitos, que las parteras deben contar con cédula profesional. No obstante, son pocas las instituciones que actualmente ofrecen esta formación, lo que excluye a la mayoría de las parteras tradicionales del país. Esta medida podría provocar una reducción drástica de quienes ejercen esta labor, que durante décadas ha sido indispensable en muchas comunidades.
Otro punto preocupante es la prohibición del uso de medicamentos que permiten brindar partos seguros. Según la nueva norma, solo quienes ejerzan profesionalmente como enfermeras podrán administrarlos. Esta limitación pone en riesgo a mujeres embarazadas en comunidades marginadas, quienes acuden a las parteras como única opción ante emergencias obstétricas.
Además, la NOM indica que las Casas de Partería deberán estar bajo la dirección de personal médico, dejando fuera a las parteras tradicionales y autónomas. Más allá de garantizar una mejora en la salud, estas disposiciones limitan el acceso a atención médica para miles de mujeres al desvalorizar el conocimiento y la experiencia de las parteras. La norma, lejos de responder a las realidades del país, impone un modelo excluyente.
Entre la autonomía y la norma: partería tradicional frente a la NOM-020 – cimacnoticias.com.mx
Un Estado que culpabiliza y deslinda su responsabilidad
La exclusión de las parteras tradicionales no es un fenómeno nuevo. De acuerdo con el artículo Parteras tradicionales y parto medicalizado, ¿un conflicto del pasado?, desde la época colonial estas mujeres fueron culpadas de la mortalidad materno-infantil, al tiempo que se promovía su entrenamiento, regulación o incluso su reemplazo total por personal médico.
Durante el siglo XIX, se impulsó la sustitución de parteras tradicionales por «mujeres alfabetizadas» formadas en escuelas de medicina, subordinadas al personal médico y limitadas en sus funciones: no podían aplicar anestésicos, realizar inyecciones ni practicar intervenciones obstétricas. A inicios del siglo XX, se incentivó la profesionalización de las parteras, aunque esta se dio bajo una lógica que reducía su papel a lo estrictamente clínico, despojándolas de su función social y comunitaria.
En ese contexto, la imposición de la NOM-020-SSA-2025 no representa una ruptura con el pasado, sino una continuidad histórica en la marginación de las parteras tradicionales, pues se trata de una normativa construida sin perspectiva interseccional ni inclusión, que desconoce las realidades de miles de mujeres y reproduce patrones de exclusión institucional.
Esta falta de apoyo ha generado una escasez mundial de cerca de un millón de parteras, según advierte el UNFPA, cifra que podría aumentar con los recortes a la financiación humanitaria y a la asistencia para el desarrollo. Las barreras que enfrentan son múltiples: infraestructura deficiente, salarios bajos, falta de suministros y amenazas a su seguridad personal. A pesar de ello, siguen siendo las primeras, y muchas veces las únicas, en prestar atención vital a mujeres embarazadas y recién nacidos, especialmente en zonas remotas o en contextos de crisis.
En respuesta, el UNFPA, junto con la Confederación Internacional de Parteras, UNICEF, Jhpiego, la Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones globales, ha puesto en marcha el Acelerador de Parteras. Este programa busca fortalecer su formación, liderazgo y despliegue en más de 125 países. Sin embargo, por más que existan iniciativas internacionales, es indispensable que cada país, incluido México, reconozca a sus parteras y deje de imponerles obstáculos mediante instrumentos que invisibilizan su labor y les niegan el ejercicio de sus conocimientos

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