Miguel Tinker Salas y Victor Silverman*
Inicialmente el secretario de Estado, Marco Rubio, trató de negar la existencia del memorando, ya que probablemente no fue incluido en su redacción, lo cual revela las facciones que existen en el actual gobierno. A primera vista, pareciera que EU está reduciendo su postura internacional, pero en realidad esto no es lo que sucede.
El documento que contenía los cambios propuestos para el Departamento
de Estado fue escrito y promulgado por la Oficina de Administración y
Presupuesto (OMB) como parte de los recortes dirigidos por el billonario
y ministro sin cartera
Elon Musk. La propuesta representa la
postura de la ultraderecha estadunidense y sus aliados internacionales,
particularmente en Europa que pretenden reconfigurar el orden mundial.
El director de la oficina de OMB es Russell Vought, un nacionalista
cristiano y fundador del Centro para la Renovación de América, que
propone recobrar el consenso de Estados Unidos como una nación bajo Dios
.
Pero estos cambios no sólo ocurren en del Departamento de Estado. Como
en los tiempos de la Inquisición, la fiscal general de la nación Pam
Bondi dirige un comité del gabinete ejecutivo de Trump para erradicar
cualquier prejuicio anticristiano que exista en el gobierno federal.
Como parte de esta cacería de brujas se les exige a los empleados
federales denunciar cualquier trabajador que expresa una actitud anticristiana
si definir que implica ser anticristiano.
El uso del nacionalismo cristiano o la manipulación del antisemitismo
como arma de guerra no trata de imponer un dogma cristiano o judío. En
realidad, al gobierno de Trump le importan poco los valores religiosos
de justicia, amor al prójimo, ayuda a los desposeídos o la paz. Lo que
Trump busca es la sumisión política de las estructuras del Estado, de
los funcionarios federales, los jueces, y de la sociedad civil. El
director de contraterrorismo en el gobierno de Trump, Sebastian Gorka,
declaró que las opciones son simples, o apoyan al gobierno o apoyan a
los terroristas.
Por su parte, Stephen Miller, subjefe del gabinete, resaltó que no respaldar a Trump implica apoyar a jueces radicales que destruyen el aparato de seguridad nacional
. Ya han comenzado a arrestar jueces.
En realidad, Miller sabe muy bien que no existen jueces radicales de
izquierda en el gobierno estadunidense. Al igual que durante la cruzada
anticomunista de los años 50, se busca crear un ambiente de miedo.
Incluso senadora republicana de Alaska, Lisa Murkowski, confesó que
entre sus colegas todos tenemos miedo porque las represalias son reales
.
Este miedo se extiende a toda la sociedad civil, incluyendo las
universidades y los medios de comunicación. Hace unos días el productor
ejecutivo del reconocido programa de noticias 60 minutos renunció
por la censura a que fue sometido. Por su parte, los ataques selectivos
a los inmigrantes y los líderes estudiantiles promueve el miedo y la
desmovilización entre estos sectores.
Vought, Gorka y Miller y su enfoque en el Departamento de Estado dejan en evidencia que el proyecto autoritario de Trump es parte de una red internacional de extrema derecha que promueve una visión de nacionalismo religioso como arma de guerra para lograr la sumisión de la población tanto en EU como a escala internacional.
La postura expuesta en el documento sobre el Departamento de Estado
refleja el reciclamiento de posiciones evidentes desde el siglo XIX. En
particular hace recordar el llamado Concierto de Europa, proyecto
reaccionario de las monarquías europeas, que dividió el mundo entre los
grandes poderes y creó correspondientes zonas de influencia. El concierto
se basó en un consenso antirrevolucionario, y en favor de una jerarquía
tradicional que incluía a la aristocracia, la Iglesia y la familia
patriarcal. La Doctrina Monroe, que tanto menciona Trump, refleja la
política operante durante el concierto europeo. En múltiples ocasiones
Trump ha expresado que la doctrina Monroe es la política oficial de su
gobierno, lo cual ayuda explicar sus declaraciones sobre la anexión de
Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá.
La reorientación ideológica que ocurre en EU parecería impulsar un nuevo concierto global
basado en nacionalismos religiosos y una jerarquía tradicional con la
cual pretenden llenar el vacío que ha dejado el viejo orden neoliberal.
No obstante, es importante recordar que los acuerdos entre potencias
europeas en el siglo XIX nunca resolvieron los problemas en el
continente. Al contrario, resultaron en guerras desastrosas en toda
Europa, y el reparto brutal de África y Asia entre los poderes
imperialistas. Un nuevo concierto,
o como quieran llamarlo, también sería incapaz de resolver los múltiples desafíos que enfrenta el mundo en el siglo XXI.
*Profesores eméritos, Pomona College
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