5/04/2025

Historia de corrupción, cinismo, hipocresía y desvergüenza

 sinembargo.mx

Pedro Mellado Rodríguez

La irrupción del expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León en la vida pública, luego de 25 años de calculado, conveniente y benéfico silencio, que presumiblemente habría impermeabilizado los reproches más severos de la memoria y la conciencia social, ha abierto una vez más un debate que siempre ha estado presente en el país, de manera soterrada, como permanente murmullo de reproche en el ánimo de la gente común: las complicidades depredadoras del poder político vinculado al poder económico, en una singular simbiosis de abusos e hipocresía.

Complicidades a las que no han sido ajenos los llamados intelectuales orgánicos, sometidos a golpe de apapachos, recompensas, premios, becas y el usufructo tramposo y ventajoso de pequeñas pero lucrativas parcelas de poder, entregadas generosamente desde el gobierno para la compra de silencios o elogios disfrazados en argumentaciones falsamente ilustradas. Incluso, desde la misma Presidencia de la República se han alimentado durante décadas estas complicidades, con jugosas pautas publicitarias y otros negocios encubiertos por el tráfico de influencias, a las que tradicionalmente se han sumado con flagrante deshonestidad e hipocresía los medios de comunicación convencionales, sometidos por su propio interés y conveniencia, en la muy sacrificada y lastimosa historia de la República, siempre al servicio de las minorías privilegiadas, poderosas y corruptas.

En esta hipócrita legión de complicidades también ha estado involucrada la Iglesia Católica y en años recientes algunas cofradías evangélicas, cuyos jerarcas no sólo han sido investidos como príncipes por la presunta divinidad y espiritualidad de sus cargos, sino por la ostentosa y dispendiosa vida material que les caracteriza, cuando el reino del dios que promueven y pretenden representar ha predicado siempre que su reino no de este mundo.

También se suman a los oscuros capítulos de esta historia las élites de un poder judicial corrompido, envilecido en la hoguera de las vanidades, la superficialidad y la ligereza, que resuelve en favor de los poderosos, influyentes y potentados, para preservar los privilegios de las minorías, y que sólo en muy excepcionales ocasiones extienden el ingrato brazo de la justicia en beneficio de los pobres y los desvalidos. Poder que ahora entrevera sus favores entre políticos corruptos, empresarios despreciables y torvos criminales que lavan sus fortunas manchadas de sangre en negocios que son legitimados por sus cómplices en el poder económico, político y presumiblemente espiritual.

La historia no es nueva y de ella no podrían quedar fuera muchos de los políticos que ahora militan en Morena y que pretenderían seguir medrando en el poder público con el respaldo de esas relaciones oscuras e inconfesables que han impulsado y consolidado carreras políticas que les permiten hacer negocios con el dinero de los contribuyentes, así como lavar y legitimar dinero proveniente del crimen organizado. Por eso no es extraño que se especule, con razonable fundamento, que en los comicios judiciales del primer domingo de junio del 2025 el crimen organizado tratará de meter la nariz para imponer a sus ministros, magistrados y jueces, como seguramente también lo harán las cofradías privilegiadas de derecha, a través de un Poder de la Unión cómplice (¿Legislativo, Ejecutivo o Judicial?), que habría respaldado la llegada a las boletas electorales de personas de dudosa reputación, vinculadas a grupos políticos facciosos incrustados dentro del mismo Gobierno, al crimen organizado, a sindicatos empresariales tradicionalmente privilegiados e iglesias de muy diversa denominación.

La exhibición del abuso y robo a la Nación que significó el rescate de la clase empresarial más retrógrada y privilegiada con la legitimación jurídica -que no moral ni ética- del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, que convirtió deuda privada en deuda pública, con cargo a los contribuyentes, durante el Gobierno del expresidente priista Ernesto Zedillo Ponce de León, no es más que una pequeña página en el ominoso libro de la infamia y la hipocresía que tiene capítulos muy oscuros en los gobiernos de la etapa neoliberal de la que fueron partícipes los tecnócratas priistas Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari; los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, así como el tricolor Enrique Peña Nieto.

Si verdaderamente se hiciera una revisión histórica y se escarbara en el pozo de las inmundicias, ninguno de esos expresidentes saldría limpio de culpa. El asunto del  Fobaproa es sólo una pequeña muestra de los males que han martirizado a la República en detrimento de una mejor forma de vida y de la esperanza de la mayoría de los mexicanos.

“¿Qué es el Fobaproa? El Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) es considerado una de las mayores estafas en México, surgió en 1990 con el propósito de rescatar deudas bancarias en caso de crisis. Originalmente, fue un fideicomiso privado administrado por el Banco de México, pero en 1998, el Gobierno de Ernesto Zedillo convirtió estas deudas privadas en deuda pública con apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN)”, publicó este jueves primero de mayo nuestro diario digital SinEmbargo.mx.

Antes del Fobaproa, Zedillo Ponce de León, tecnócrata moldeado en la universidad estadounidense de Yale, dirigió el FICORCA, un fondo similar creado en 1983 para beneficiar a grandes empresarios con deudas en dólares. A su llegada a la Presidencia en 1994, ordenó la devaluación del peso, provocando una fuga de capitales y una crisis económica que disparó la pobreza y la deuda externa.

Si revisamos los nombres de los empresarios privilegiados de entonces y observamos a los privilegiados de ahora, de sus descendientes y de los descendientes de sus cómplices, veremos que siguen siendo los mismos, con las mismas mañas y malos hábitos, aunque tengan otros nombres y edades renovadas.

Es obligado escribir una nueva historia en la cual se privilegien los derechos de las mayorías sobre las minorías privilegiadas; una nueva historia en la cual el gobierno esté verdaderamente al servicio del pueblo; una etapa superior en la que se procure y administre justicia para los más desvalidos, pobres y frágiles; una nueva realidad en la que se combata al crimen organizado, el hipócrita lavado de dinero que realizan algunos presuntos honorables ciudadanos; un capítulo diferente para borrar las corruptas asociaciones entre empresarios y políticos que medran con el dinero y los bienes públicos; poner un alto a las campañas electorales financiadas por mafiosos criminales sanguinarios y delincuentes de cuello blanco. 

Y que finalmente, con valor, honradez y energía se depure la casa propia y se expulsen de las filas del Gobierno y de Morena, a las alimañas que pudren el tejido social y que apestan la tierra, cuya desnudez moral y ética les ponen en evidencia todos los días desde importantes cargos públicos. Exhibir las impudicias del Gobierno de Zedillo Ponce de León podría ser un primer paso para quitarle el disfraz y la máscara a una legión de delincuentes que transitan por la vida pública -dentro y fuera del Gobierno- como personas honradas y honorables, en un ejercicio supremo de desvergüenza e hipocresía. 

Pedro Mellado Rodríguez

Periodista que durante cinco décadas ha sido un acucioso y crítico observador de la vida pública en el país. Ha cubierto todas las fuentes informativas y ha desempeñado todas las responsabilidades posibles en medios de comunicación. Ha trabajado en prensa, radio, televisión y medios digitales. Su columna Puntos y Contrapuntos se ha publicado desde hace cuatro décadas, en periódicos como El Occidental, Siglo 21 y Mural, en Guadalajara, Jalisco. Tiene estudios de derecho por la Universidad de Guadalajara y durante una década fue profesor de periodismo en el ITESO, la Universidad Jesuita de Guadalajara. Es autor del libro Las Naves Nodrizas de la Comunicación y el Periodismo (Taller Editorial La Casa del Mago, Guadalajara, 2022).

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