10/07/2008

CON PANORAMA SOMBRIO DE MISERIA Y FALTA DE LIBERTAD SINDICAL


CELEBRAN TRABAJADORES MEXICANOS DIA DEL TRABAJO DECENTE
México, D.F., 6 de octubre de 2008
Este 7 de octubre se celebra en todo el mundo el Día Interncional del Trabajo Decente, sin embargo, los trabajadores mexicanos nada tienen que festejar, puesto que esta jornada pone de relieve la dramática situación que enfrentan: desempleo, empleos con salarios miserables y sin seguridad social; pérdida de derechos laborales, carencia casi absoluta de libertad sindical y un gobierno que los ofrece como mercancía semiesclava en un esquema de competitividad que sólo beneficia al poder del gran capital. En México se reporta trabajo precario y no trabajo decente.

México llega a esta celebración sumando al desempleo ya existente un déficit superior al millón de empleos, solamente en el primer semestre del año y con una perspectiva de creación de apenas 350 mil plazas. A esto hay que sumar que los trabajos creados en estos últimos años son totalmente precarios; en su mayoría son eventuales, con bajos salarios, carentes de seguridad social, sin estabilidad y gran parte de ellos bajo el esquema de terciarización, el cual anula todo derecho del trabajador.

De acuerdo con el concepto definido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y adoptado internacionalmente, el trabajo decente es un trabajo productivo para hombres y mujeres en condición de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana. Implica oportunidades de trabajo con un ingreso justo, proporciona seguridad en el lugar de trabajo, protección social para las y los trabajadores y sus familias.

Ofrece, además, perspectivas para el desarrollo personal y favorece la integración social; da a las personas libertad de expresar sus opiniones, organizarse y participar en la toma de decisiones que inciden en sus vidas y garantiza la igualdad de oportunidades y de trato para todas y todos.

Evidentemente en México las premisas del trabajo decente no son cumplidas. Acorde con el proyecto neoliberal al que se ha sometido hace más de medio siglo, el gobierno mexicano ha promovido sólo empleos precarios. No se trata solamente de hacerle pensar a la opinión pública que se cumple creando miles de empleos sino de generar empleos dignos, con todos los derechos que les otorga la Constitución y no con la modalidad cada vez más extendida de la tercerización, que genera trabajadores semiesclavos, sin prestaciones y con contratos que van de una semana a los tres meses solamente.

Si tenemos en cuenta que el universo de trabajadores tercerizados o subcontratados se encuentra por debajo de las condiciones laborales de quienes son contratados directamente, la situación se agrava dada la progresión exponencial de este tipo de contratación —más de 40 por ciento en los últimos 15 años—, puesto que con este fenómeno se promueve una marginalización galopante de los trabajadores mexicanos.

Sin trabajo seguro, sin prestaciones sociales, con salarios en que millones de casos no alcanzan ni siquiera el mínimo, sin posibilidad de organizarse, los trabajadores mexicanos enfrentan la crisis económica global, carestía de la vida —que supera ya el 30 por ciento en términos reales en este año, mientras los salarios se incrementan en poco más de cuatro por ciento anual— y la insensibilidad gubernamental.

Uno de los elementos más significativos del trabajo decente y en el que México está sumido en un retraso grave es la libertad sindical. En nuestro país se mantienen prácticas pedestres como el contratismo de protección, el control de los trabajadores a través de sindicatos charros y blancos; se utilizan bandas de golpeadores para intimidar a los trabajadores, se despide sin obstáculo alguno a quienes tratan de organizarse.

Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación sentó jurisprudencia en cuanto a la obligatoriedad del voto secreto en los recuentos sindicales, todavía falta hacer efectiva esa norma y acompañarla de un patrón sindical confiable y un lugar neutral.
Persiste la arbitrariedad de las autoridades laborales en el otorgamiento de registros y tomas de nota, lo que significa que el gobierno sigue entrometiéndose en la vida interna de las organizaciones sindicales y obstaculizando las que no le son incondicionales.

Es tal la magnitud de la estructura que los sucesivos gobiernos priistas y panistas han montado en contra de los trabajadores que ahora México exporta ya algunas de esas prácticas, como el contratismo de protección; esto son contratos colectivos de absoluto beneficio para el patrón, firmados a espaldas de los trabajadores, quienes en su mayor parte desconocen la existencia de ese documento que los somete a la voluntad de sus empleadores.
Este 7 de octubre, Día del Trabajo Decente, en México se conmemora con un panorama avasallante y una perspectiva peor para los trabajadores, mientras el gobierno demuestra su carácter hipócrita y de doble moral al participar en el Comité de Libertad Sindical de la OIT hasta 2011, cuyo convenio 87 cumplió hace unos meses 60 años de vida, y como letra muerta en México, a pesar de que ha sido ratificado por nuestro país.

La jornada mundial en favor del trabajo decente debe convertirse en un llamado de unidad y lucha para los trabajadores mexicanos y sus organizaciones; de reflexión en estrategias que conduzcan a enfrentar la ofensiva patronal contenida en la llamada “Reforma Lozano”, que pretende legalizar el trabajo precario, el robo de derechos a los trabajadores.

Debe ser también una alerta para frenar las políticas de la derecha en el gobierno que seguirá buscando inversión extranjera y competitividad a costa del sacrificio del nivel de vida de los trabajadores y sus familias. Como parte de la reflexión, la Confederación Sindical de las Américas y el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical realizarán en noviembre próximo un Seminario Internacional sobre Outsourcing o Tercerización, en el que se analizarán los efectos de esta práctica en la vida de los trabajadores y las estrategias para enfrentarlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario