10/07/2009


Preguntas sobre la marcha del 28

MARTA LAMAS

¿Para qué marchar? ¿Para expresarse, para manifestar una idea, para mostrar un sentimiento? El pasado 28 de septiembre cerca de 800 personas salieron del Monumento a la Madre rumbo al Hemiciclo a Juárez. Simultáneamente, en otras ciudades latinoamericanas, grupos más o menos numerosos salieron a la calle a conmemorar el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe. La estrategia del movimiento feminista latinoamericano de designar una fecha para articular acciones de manera conjunta y fortalecer los lazos políticos de identidad y solidaridad regional ha funcionado muy bien con el 25 de noviembre: “Día de Lucha contra la Violencia contra la Mujer”. Pese a ser una iniciativa feminista, incluso desde los gobiernos se promueven manifestaciones y se realizan actos. El 28 de septiembre, previsiblemente, no ha recibido la misma acogida oficial.

¿Cómo marchar? No obstante que muchas de las integrantes de la descubierta sugerimos ocupar solamente dos carriles de Reforma, y de esa manera no bloquear la circulación de vehículos, se nos informó que la policía que nos acompañaba consideró que era peligroso. Como no había forma de “separar” a manifestantes de automovilistas, se nos dijo que ocupáramos toda la calle y avanzáramos más rápido. Al parecer se requiere más personal de vigilancia para que los automovilistas no embistan a las personas que marchan. Se frustró nuestro deseo de hacer una marcha “civilizada”, que no entorpeciera el tránsito. En vez, disfrutamos tomar la calle, una tarde soleada, protegidas por la policía, mientras los automovilistas nos maldecían.

¿Sirve marchar? Si no hubiera habido marcha, ¿habría habido noticia? Lo dudo. En la mañana del mismo lunes 28 hubo una conferencia de prensa en el Hotel Imperial, donde se dieron a conocer los resultados tanto de una encuesta hecha por el Population Council para medir la opinión de los habitantes del Distrito Federal sobre las reformas legales (¡el 73% aprueba y más de 80% dice que sería bueno que se extendieran a todo el país!) como de una investigación coordinada por Ana Amuchástegui acerca de la experiencia subjetiva de las mujeres que abortan (¡se atenúa la culpa cuando es legal!). Además, hubo un foro de debate en el Patio del Edificio Virreinal, donde se hizo un análisis sobre las reformas constitucionales en los 16 estados, y se presentaron experiencias de sectores y organizaciones de la sociedad en Guanajuato, Querétaro, Baja California Norte y Oaxaca. Pero, indudablemente, lo que causó “nota” fue la marcha.

El sentido de conmemorar el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina es poner en el centro de la atención ciudadana el tema. Lamentablemente ni la encuesta ni la investigación ni las opiniones de expertos en materia de derecho constitucional, y derechos humanos, resultan tan atractivas para los medios como un grupo de personas que salen a la calle, y más si van disfrazadas. En esta marcha, caracterizada por un tono festivo, totalmente ajeno a la triste situación que se vive en los 16 estados, varias organizaciones desplegaron su sentido del humor y armaron representaciones: un “corral” lleno de “borregos”, en alusión a los diputados que han votado las reformas, representaciones de figuras políticas (Manlio Beltrones vestido de obispo y Beatriz Paredes de monja), chicas luchadoras con máscaras, otras vestidas de obispos, pancartas y globos. Uno de los acuerdos era llevar una prenda morada y la mayoría de las personas lo cumplió.

Desde los edificios de Reforma se veía una mancha morada, y se escuchaban todo tipo de consignas, unas afortunadas (¡Aborto sí, aborto no, eso lo decido yo!) y otras muy desafortunadas, que no pienso repetir. Pese a todo, y tal vez por la gran afluencia de jóvenes, fue una marcha pacífica, incluso alegre.

Los grupos y personas que organizaron la marcha redactaron un documento manifestando su rechazo a las reformas, su repudio al intervencionismo de la jerarquía católica en las políticas públicas y la legislación y su indignación por la criminalización del aborto. Denise Dresser lo leyó, acompañándolo de una reflexión crítica sobre la agenda oculta de los opositores a la despenalización. Después hablaron tres oradores, jóvenes, dos de ellos varones, refrendando la idea central: el derecho a decidir y la defensa del Estado laico. El cierre estuvo a cargo de Denise Villuendas, una joven cantante, mientras cientos de globos morados se elevaban y muchas manifestantes se ponían a bailar.

Ahora bien, la veloz cobertura mediática en los noticiarios nocturnos y los comentarios en los diarios al día siguiente no dan cuenta de la reflexión que convocó a esa expresión ciudadana. El lema “Las mujeres deciden, la sociedad respeta; el Estado garantiza y la Iglesia no interviene”, ¿se perdió de vista? Si bien las feministas estamos convencidas de que sólo la movilización ciudadana logrará poner la interrupción del embarazo no deseado como uno de los puntos principales en la agenda política, ¿es esta la manera más eficaz de llamar la atención sobre la estrategia conservadora que PAN/PRI está desarrollando en nuestro país? Unas personas piensan que desde una perspectiva nacional NO es la manera más eficaz; y otras consideran que, dadas las condiciones de acoso y aislamiento, por lo pronto SÍ es la manera más eficaz.

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