Abel Barrera Hernández*
Los padres colgaron las fotos de sus hijos para obligar al Presidente a identificarlos y leer el texto de todos:
Con vida los queremosFoto José Antonio López
Con
lista en mano, personal del Estado Mayor Presidencial preguntaba por el
nombre de cada mamá y papá. Tenían que pasar por el detector de metales
y mostrar sus pertenencias para asegurarse de que no portaban algún
objeto que pusiera en riesgo la seguridad del Presidente. Lo más
peligroso que llevaban eran las fotos de sus hijos y su palabra
punzante. Verificaron que nadie pasara con grabadora o teléfono
celular, para no estropear la imagen presidencial y evitar infidencias
contra el gran poder, como sucedió en la primera reunión en Los Pinos.
Con 363 días a cuestas y 17 horas de ayuno, los papás y mamás
llegaron puntuales al Museo Tecnológico de la Comisión Federal de
Electricidad. Por varios minutos permanecieron varados en la explanada,
mientras los guardias realizaban la última revisión al salón. El
ambiente se distendió con la llegada de Ángela Buitrago, Francisco Cox,
Carlos Beristáin y Alejandro Valencia, cuatro de los cinco miembros del
Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), quienes con
gran atención saludaron de mano a todos los padres y madres. Caminaron
juntos al salón. La ubicación de los lugares marcó la distancia del
Presidente y los miembros de su gabinete con los familiares de los 43
estudiantes desaparecidos, de los tres compañeros caídos y los dos
lesionados. Al fondo y a los costados de una gran mesa cuadrangular
colocaron a los padres y madres en dos filas, quienes de inmediato
colgaron las fotos de sus hijos para obligar a que el Presidente los
identificara y leyera el texto de todos:
Con vida los queremos.
Fueron 20 minutos de espera. Los sacos y corbatas de los miembros
del gabinete contrastaban con los sombreros, gorras, huaraches y
playeras de los familiares. En la gran mesa era muy visible la
desigualdad que persiste entre las familias que no tienen nada y dan
todo con tal de encontrar a sus hijos y los funcionarios de este
régimen que viven en el confort y supuestamente velan por los derechos
de la población.
Un saludo seco del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong, marcó la pauta de la reunión: “Buenas tardes, en nombre del
presidente de la República, Enrique Peña Nieto, damos la bienvenida a
los familiares de las víctimas, al grupo de expertos de la CIDH, al
presidente de la CNDH y a sus representantes legales…” Explicó el
formato acordado para la reunión: en primer término sería la
participación de dos miembros del GIEI, en un segundo momento la
intervención de los padres y madres de los desaparecidos, caídos y
lesionados; enseguida participaría la procuradora, para dar paso a la
intervención final del Presidente de la República.
El mensaje de la experta Ángela Buitrago contrastó con la lectura
desangelada que realizó la procuradora, Arely Gómez, quien no tuvo
ninguna deferencia para los padres y madres de familia. Ángela saludó
de manera especial a los familiares de las víctimas. Reconoció que el
informe fue posible gracias al esfuerzo de los miembros del GIEI, a la
colaboración de las instituciones del Estado mexicano y a la confianza
depositada por los familiares de las víctimas. Comentó que el informe
expresa un compromiso con la verdad, muestra un gran respeto por las
víctimas y una lucha decidida contra la impunidad. Representa una gran
oportunidad para reorientar la investigación y la búsqueda de los
estudiantes desaparecidos. Sin ambages dijo que le preocupaba que
varias personas del gabinete trataran de tergiversar los hallazgos sin
leer ni analizar a fondo el contenido del informe. Con gran
contundencia dijo que México necesita transitar a la verdad, porque con
la verdad podemos transformar nuestra realidad. Recordó que como grupo
de expertos han solicitado entrevistarse con elementos del 27 batallón
de Iguala, quienes tienen mucho que informar sobre los hechos del 26 de
septiembre. Más allá del debate se tiene que pensar en el
esclarecimiento de los hechos; para ello hay que buscar fórmulas
adecuadas para que esta reunión pueda realizarse.
El
experto Carlos Beristáin resaltó que México se encuentra en una gran
oportunidad para arribar a un cambio de fondo. Como especialista en
atención a víctimas planteó la necesidad de construir la confianza con
éstas, porque es un gran indicador de la democracia y del respeto a los
derechos humanos. Manifestó que su papel como expertos también ha sido
facilitar espacios de encuentro. Establecer canales de diálogo para la
búsqueda de la verdad y la justicia.
La participación de las familias estuvo marcada por una posición de
dignidad. De hacer el justo reclamo por no saber nada sobre el paradero
de sus hijos, pero sobre todo de alzar la voz por la burla y la mentira
con que manejaron la versión del basurero de Cocula. Tuvieron que
espetarle a la procuradora el gran daño que les causó por no haber
escuchado a don Margarito y a sus representantes, quienes le pedían que
no hiciera pública la información sobre los resultados endebles
relacionados con los restos de Jhosivani Guerrero de la Cruz. Lo
inaudito fue el planteamiento de ocho puntos por parte de los mismos
padres y madres de familia. Supieron plasmar su reclamo puntualizando
propuestas concretas.
Esperaron la respuesta del Presidente; tenían la leve expectativa de
que modificara su postura y que comprendiera la necesidad de
rencontrarse con las víctimas. De cultivar la confianza, como bien dijo
Beristáin. El mismo Presidente reconoció que era reiterativo con sus
frases recurrentes de
estoy de su lado,
mi mayor preocupación es que se esclarezcan los hechos y dar con la verdad, tope donde tope. Lo que molestó a todos los familiares es que haya dicho que los resultados del informe de los expertos son sólo hipótesis. Es decir, que su verdad histórica continúa incólume, aunque ahora ya no tiene el estatus de verdad histórica, sino de hipótesis. Ante esta grosería, los padres y madres emplazaron al mandatario a dar respuesta puntual a sus ocho puntos. La salida elegante del Ejecutivo fue escabullirse, dejando en la procuradora y el secretario de Gobernación la responsabilidad de responderles. Con otro
buenas tardes, Osorio Chong dio por concluida la reunión. Los papás y mamás quedaron retenidos, porque de nueva cuenta los miembros del Estado Mayor vieron en ellos un peligro. Tuvo que haber jaloneo con los representantes para poder salir. El caminar pausado de los padres iba acompañado con sus sabios comentarios:
Esta segunda batalla también la ganamos.
(*) Director del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan
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