Este es un artículo de opinión de Shelby Quast, directora de la oficina para las Américas de la organización Igualdad Ya.
Las principales prioridades de la nueva agenda de desarrollo,
refrendada por la cumbre de tres días, son erradicar la pobreza y luchar
contra la injusticia y la desigualdad.
Uno de los objetivos, el 5, se concentra específicamente en “lograr
la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las
niñas”, lo que incluye poner fin a la violencia que sufre la población
femenina.
Esta promoción de la equidad de género debe ser el eje de todas las metas.
En el quinto objetivo también quedan incluidas prácticas dañinas como
la mutilación genital femenina. Pero se necesita un indicador para
impulsar esta meta.
Esa extrema violación de derechos humanos es un fenómeno que no solo
existe en África, sino también en Gran Bretaña y otros lugares de
Europa, en Estados Unidos y otros sitios del continente americano, en Asia, Medio Oriente y otras partes del mundo.
En los últimos 20 años, Igualdad Ya
contribuyó a crear un movimiento global para lograr la igualdad de
género. Hubo algunos avances con algunos gobiernos que enmendaron muchas
leyes contra las mujeres y las niñas. Más de la mitad de las normas
sexistas que destacamos cinco años después de la Conferencia de Beijing
ya se enmendaron o derogaron.
Se lograron avances en el acceso de las niñas a la educación, así
como la mortalidad materna se redujo a la mitad en las últimas dos
décadas, las mujeres tienen más probabilidades de ocupar cargos de
dirección y casi todas las nuevas constituciones redactadas después de
1995 contemplan la igualdad entre hombres y mujeres.
Sin embargo, los logros no han sido consistentes, y muchos países no
cumplieron los compromisos contraídos hace dos décadas. En Rusia,
existen 465 empleos vedados por ley para las mujeres.
Además, la violación marital es legal en decenas de países. Y en Malta, si un secuestrador “se casa con su víctima, evita el proceso judicial”.
Nuestra campaña
para enmendar todas las leyes discriminatorias del mundo es una forma
de impulsar a los gobiernos a tomar medidas que se correspondan con sus
compromisos, pues no hay razón para que las mujeres y las niñas sigan
esperando.
Todavía falta mucho para lograr la participación de las mujeres en
los procesos de decisión y, en sentido amplio, la violencia contra niñas
y mujeres no se redujo de forma significativa; una de cada tres mujeres
en el mundo sufrió violencia sexual, 30 millones de niñas están riesgo
de sufrir mutilación genital en la próxima década, el abuso sexual de menores bajo la forma de “matrimonio” afecta a 15 millones de niñas al año.
En algunos países, hemos visto retrocesos. Kenia aprobó la nueva Ley de Matrimonio en 2014 y legaliza la poligamia, aun sin el consentimiento de la primera esposa del hombre.
Todavía hay una brecha enorme entre lo que los gobiernos se
comprometieron a hacer y lo que hacen en la práctica. En muchos casos,
aun en los casos en que existen leyes contra la violencia y la
discriminación, estas no se implementan.
El último fin de semana de septiembre, los gobiernos (una vez más) se
comprometieron a lograr los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible,
pero luego no destinan suficiente tiempo, esfuerzo ni otros recursos
para garantizar un cambio tangible en sus propios países.
Las sociedades no pueden desarrollarse desde el punto de vista
social, económico, político o cultural sin asegurar la igualdad entre
los ciudadanos. No podemos tener seguridad y paz sostenibles sin
salvaguardar los derechos de una mitad de la sociedad. Tampoco podemos
poner fin a la pobreza sin atender los desequilibrios de género, cuando
la mayoría de los pobres del mundo son mujeres.
Las necesidades de las niñas y las mujeres son centrales para el
desarrollo sostenible. Cada niña debe tener la misma oportunidad de
acceder a la justicia, la educación, la salud y a vivir segura y en paz.
Las mujeres deben ser valoradas de la misma forma que los hombres.
El movimiento global en defensa de la igualdad de género crece todo
el tiempo. Las reuniones del último fin de semana de septiembre en Nueva
York permiten que esta vez los gobernantes de todo el mundo realmente
escuchen y traduzcan las palabras en mejoras para todas las personas. No
podemos estar en la misma situación actual dentro de 15 años.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del
autor y no representan necesariamente las de IPS – Inter Press Service,
ni pueden atribuírsele.
Traducido por Verónica Firme
No hay comentarios.:
Publicar un comentario