3/19/2016

La explotación capitalista siempre tiene una marca de género


Entrevistamos a Julia Monárrez y Lorena Cabnal, representantes del Feminismo en Latinoamérica


JPG - 85.3 KBMadrid, 17 marzo. 16. AmecoPress. Julia Monárrez y Lorena Cabnal han venido a Madrid a impartir un curso organizado por la Asociación de Mujeres de Guatemala sobre Feminicidio en el contexto del capitalismo y del colonialismo. Desde la Academia, Julia se ha convertido en una referente en el estudio y la conceptualización del asesinato sistemático de mujeres a manos de hombre, un fenómeno muy extendido en América Latina y específicamente, en Ciudad Juárez –México-. Lorena Cabnal es activista, indígena, impulsora del feminismo comunitario en Guatemala mediante la Asociación de Mujeres Indígenas Xincas de la Montaña Xalapán. Conversar con ellas es profundizar en las raíces del patriarcado y en la comprensión de la red de factores que generan y sustentan la violencia contra las mujeres, pero también en la memoria de los intentos, en las luchas de nuestras antepasadas y en las múltiples formas de conquistar la autonomía arrebatada.
Habéis venido a Madrid para impartir un curso sobre Feminicidio en el contexto del capitalismo y del colonialismo. ¿De qué manera el capitalismo es un factor de riesgo, un contexto que parece llevar implícita la violencia contra las mujeres?
Lorena: Como mujer indígena, feminista comunitaria, me parece que uno de los efectos estructurales del patriarcado, como sistema de dominación, tiene que ver con cómo se gesta un sistema de dominación capitalista que se basa en la expropiación territorial. El sistema patriarcal es milenario, es el fundante de todas las opresiones, por tanto, el capitalismo es patriarcal, una fase de este capitalismo es el neoliberalismo, que se constituye en una política de expolio y riesgo para los cuerpos de las mujeres. Su desarrollo tiene la consecuencia directa de la violencia territorial y en concreto el asesinato de mujeres por hacer defensa territorial, feminicidio territorial, como el caso reciente de Berta Cáceres. Es bien interesante colocar los cuerpos de las mujeres en la defensa territorial porque justamente están recibiendo una respuesta misógina del capitalismo en su fase neoliberal.
Pero la misoginia capitalista nos afecta a todas las mujeres, en todo el planeta.
Lorena: Sí, pero tiene una caracterización cuando haces la defensa territorial. Hay un permanente asedio y tiene una intención. El hecho de que haya sucedido esto con Berta es lanzar un mensaje a las mujeres de la región, de que regresemos al plano privado, y más a las mujeres indígenas que realizamos este tipo de acción político territorial. Creo que hay una intencionalidad de cómo se expresa la misoginia sobre los cuerpos de las mujeres defensoras de los territorios.
Julia: Hay diferencias en la forma en las que se presenta el capitalismo en los diferentes espacios. Yo hablo desde la posición de una mexicana transfronteriza de Ciudad Juárez. Cada crisis económica es producto de una acumulación de capital y de una acumulación de mano de obra desempleada y explotada. En este sentido, para mí el vivir en una ciudad con un proceso de industrialización transfronterizo ha hecho que lleguen las multinacionales, que ahora no responden a intereses de países en particular, sino a sus intereses, pero, contradictoriamente, representan a los países, que subordinan y explotan a las poblaciones. Pero esta explotación siempre tiene una marca de género. Si hay unos cuerpos explotados económicamente, hay unos cuerpos de las mujeres abusados sexualmente. El capitalismo viene y explota pero hace uso de las discriminaciones que hemos tenido a lo largo de años de colonialismo.
Julia, el concepto feminicidio ha ido evolucionando en los últimos años. ¿Qué ha cambiado desde que se acuñara el término? ¿Cuánto hemos avanzado en este tiempo?
Para mí es muy importante el aporte que hicieron las primeras teóricas, Diana Rusell, Jill Radford y Jane Caputi, cuando ellas definen ese asesinato de mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Sin embargo, ellas no hablan de impunidad. Para quienes vivimos en nuestros países la impunidad es un flagelo, junto a la corrupción. Porque si bien las mujeres son asesinadas en todos lados, en nuestros países, nos matan los compañeros íntimos y los extraños, y con una total impunidad, - quiero dejar claro que la impunidad existe no solo para los asesinatos de mujeres también de hombres-.
¿Por qué el término feminicidio se asienta en Latinoamérica y no se asienta en Estados Unidos? Para nosotras, la palabra Feminicidio es una palabra antisistémica, no solamente nombra la discriminación de género, las diferencias de poder, y el poder de matar a la otra, también nombra que la voluntad política de los Estados es la mayor fuente de exterminio de las mujeres, no es que les falte voluntad política –necropolítica que dice Ahim Member- . Por eso en Ciudad Juárez los grupos hegemónicos, políticos y económicos, estaban muy molestos cuando decían que las mujeres asesinadas eran mujeres pobres, porque en ese momento ponían a la luz las condiciones infrahumanas en las que se encontraban.
IMPUNIDAD
Efectivamente la impunidad es el pan diario de las mujeres en México y en el continente. ¿Quiénes son los responsables? ¿Cómo se materializa? ¿Con qué herramientas se lucha contra esta impunidad?
Julia: Hay alguna respuesta frente a la impunidad, pero mínima, y la que hay se debe a la labor de los movimientos de mujeres y feministas que empezaron a llevar a la discusión pública el tema de que lo que estaba pasando con las mujeres no era un asunto de pasión, ni debía ser resguardado en el ámbito privado, sino que era una cuestión en la que el Estado debía intervenir.
JPG - 85 KBCada crisis económica hace que haya una cantidad de seres humanos desechables, descartables, y como no tienen ningún valor económico y en nuestros países sobra la mano de obra, nadie los protege. ¿Quiénes son? Pues son…pero…son vidas nulas, desnudas, no han contado en la vida, sus vidas no han sido dignas de ser vividas, por tanto sus muertes tampoco son dignas de ser lloradas. Por tanto ¿por qué me voy a preocupar de quién las mató? Así es el sistema.
Lorena: En el caso de Guatemala que se empezara a hablar de la violencia contra las mujeres, que haya habido una voluntad política mínima al respecto, ha tenido que ver con la enorme lucha de los movimientos de mujeres. Hay una deuda histórica en el caso de los Estados en relación a la vida y los cuerpos de las mujeres y por otro lado, eso es un tipo de impunidad, porque si un Estado no asume la responsabilidad política del resguardo de las vidas de las mujeres, eso es impunidad. Por eso cuando miras países como México, Guatemala, Honduras, Salvador, somos países que ocupamos los primeros puestos de casos de feminicidio a nivel mundial, y te das cuenta de que tenemos características muy similares: la impunidad, la corrupción, el narcotráfico y la trata y además, la existencia de poblaciones diversas que no tienen políticas públicas específicas, por ejemplo, las mujeres indígenas. En un contexto de colonialismo, que es racista y patriarcal también, esa población no tiene garantizados sus derechos, por ejemplo, en el acceso a la justicia no tienen derecho a tener un traductor en su idioma y hay una interpretación de la justicia occidental. Son elementos que complican la erradicación de la impunidad.
FEMINISMO COMUNITARIO
Cuéntanos acerca del feminismo indígena y el feminismo comunitario.
Nosotras en principio no intencionamos construir una propuesta de feminismo comunitario. Surge a partir de cuerpos indignados, empobrecidos, de mujeres indígenas rurales que no teníamos la respuesta para el fortalecimiento de los acuerdos de paz y vivíamos un empobrecimiento y una desnutrición brutal y que nos hemos indignado mucho de ver mujeres con más de 14 hijos en una sequía. También el en caso de Guatemala, algo que tuvo que ver con el feminismo comunitario es que en el año 2005 empezamos a hacer seguimiento a los casos de violencia sexual y no sabíamos ni cómo nombrarla. Sentíamos que algo nos incomodaba, que nos daba miedo, que sucedían cosas dentro de la comunidad con niñas de 11 o 12 años que eran obligadas a llevar una vida marital, que quedaban embarazadas bien chiquitas, pero cuando queríamos hablar con las autoridades de la comunidad nos decían que “siempre ha sido así”. Empezamos a sentir mucha indignación, fuimos haciendo seguimiento y vamos aprendiendo a nombrar, recibimos la visita de algunas feministas que nos enseñaron algunos conceptos y cuando aprendimos a poner el nombre de violencia sexual ya no nos detuvieron, empezamos a denunciar.
Más tarde, con los años, fuimos haciendo la relación con la cosmonoguía de los pueblos originarios. Donde, por ejemplo, la territorialidad tiene un significado completamente diferente al establecido como interpretación geográfica, poblacional, las fronteras, sino que tiene que ver con una integralidad de la vida, que tiene un lugar determinado, en donde conviven los cuerpos. Empezamos a hablar de cómo nuestro cuerpo era un territorio, en las formas de pensamiento originario se sitúa con ese sentido.
Y fuimos hilando la defensa de territorio tierra –de la lucha contra la minería, petroleras, que en momentos tuvo mucho auge y entró muy fuerte-, pero sin postergar la lucha del territorio cuerpo. Es una incoherencia defender a la tierra y no a las mujeres. Y nace una consigna histórica que se recoge como postulado del feminismo comunitario que es la recuperación y defensa del territorio cuerpo tierra. Para nosotras existe la red de la vida y todo es energía vital para la vida y es importante la defensa del cuerpo. La categoría de género es una denuncia política y, cuando lo traducimos a la comunidad, empezamos a hablar de justicia cosmogónica. Acercarnos al código comunitario desde el feminismo ha sido todo un reto porque no existen palabras que nombren el patriarcado, la misoginia, pero sí tenemos palabras con las que nombramos por ejemplo la desarmonización de la vida. Hay una justicia cosmogónica de cuáles son las responsabilidades de tejer o romper la red de la vida y ahí empezamos con toda una simbología que permite acercar, traducir los enunciados feministas.
Hoy el feminismo comunitario en Guatemala tiene varios enunciados y desarrollos: la recuperación de la memoria de las mujeres, la epistemología originaria –las mujeres tenemos otras formas de hilar pensamientos-, la sanación como camino cósmico político –creemos que las múltiples opresiones se internalizan y se traducen en el cuerpo- , tejer alianzas territoriales –nosotras no hablamos de extranjerías, hablamos de pueblos- …y una de las contribuciones que hace el feminismo comunitario a la pluralidad feminista en el mundo es hacer una interpretación desde mujeres indígenas de los orígenes del patriarcado en el sustrato originario; nosotras postulamos que existen formas patriarcales antes de la colonización.
Julia, ¿en qué consiste el feminicidio sexual sistémico?
Cuando llegué a Ciudad Juárez empecé a construir una base de datos para recoger hechos, realidades, donde están todos los casos registrados desde 1993. Ahora tengo registrados 1570 casos. Y con todos los datos fui reconociendo que eran mujeres jóvenes, que son desaparecidas, torturadas, y la tortura es sexual, hay mutilación, violencia sexual y finalmente su cuerpo es abandonado en zona desértica, en los tiraderos de basura…si no tuvo valor en la vida, tampoco en la muerte, es una “basurización simbólica”. Además, hay familiares que piden justicia y las autoridades les van a decir cosas como que las víctimas eran de otra sociedad, que si no habían recibido la educación adecuada a una mujer…es decir, hay una descalificación de las víctimas. Por eso es importante que se nombre de un modo específico: feminicidio, porque hay una serie de características en estos casos. FEMINISMO EN LATINOAMÉRICA
En el caso de Latinoamérica, las mujeres están asumiendo un rol muy importante en la movilización social y en el impulso de cambios políticos. ¿Estamos en una nueva etapa? ¿Qué elementos de ese fenómeno cree que valdría la pena aprender y exportar a otras regiones del planeta?
JPG - 96.4 KBJulia: Creo que puede aportar una nueva teorización sustentada en los elementos que nos constituyen y en las experiencias económicas y políticas que tenemos. También podemos aportar cómo, a pesar de este sistema necropolítico que está en nuestros países, desde los grupos subalternos, principalmente de las mujeres, hay nuevas formas contra hegemónicas de posicionar la vida.
Lorena: Creo que un aporte de las mujeres del otro lado es poner sobre la mesa de los diálogos plurales feministas, interpretaciones que parten desde nuestros lugares de enunciación. Creo que una fortaleza es acercarnos, no solo a sentir las múltiples opresiones que se han ejercido sobre nuestros cuerpos como mujeres indígenas, sino también las emancipaciones. Creo que las emancipaciones son plurales, no se pueden estandarizar. Estamos en una crisis civilizatoria mundial -que para mí deviene del sistema patriarcal- y las mujeres hemos sido las que nos hemos organizado y luchado frente a esta crisis, tejiendo propuestas con otros movimientos, aunque también nos encontramos con el machismo adentro de los mismos movimientos sociales.
¿Pagaron mucho por definirse como feministas y abordar la lucha por los derechos humanos?
Lorena: Yo tengo el destierro comunitario. En la comunidad operan las formas del patriarcado comunitario y cuando nosotros las evidenciamos y combatimos ese machismo somos insultadas, degradadas, dicen que somos malos ejemplos, traidoras, que ya no pensamos como mujeres indígenas porque prensamos como las extranjeras y feministas. El hecho de nombrarme feminista en la comunidad conllevó una estigmatización muy fuerte, lutos, duelos, la ruptura con mi compañero en ese momento, acusaciones y presiones enormes cuando ayudaba a otras mujeres. Denunciar la violencia machista que ejercen líderes indígenas supuso superar límites, recibir amenazas, es enfrentarte al sistema y recibir un asedio continuo.
Julia: Yo soy académica, la academia siempre tiene protección y admiro mucho el trabajo que hacen compañeras como Lorena y tantas que se exponen mucho. Aunque recibo insultos, descalificaciones, pero no les hago caso.
Foto: Amecopress

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