De oportunismo en oportunismo
Tras la aprobación y
promulgación de la reforma política del Distrito Federal de México el 29
de enero del 2016, la “nueva” Ciudad de México contará con una
Constitución. Sin embargo, antes de que la “nueva” Constitución entre en
vigor debe ser votada y aprobada por la nueva Asamblea Constituyente de
la Ciudad de México. Esta Asamblea Constituyente estará conformada por
100 diputados, 40 de los cuales serán elegidos por los diferentes
poderes del Estado (cámara de senadores, cámara de diputados, el
presidente de la república y el actual jefe de gobierno del D.F) y 60
serán elegidos por voto popular.
En un proceso que ha sido
fuertemente criticado por los mismos partidos políticos del Estado, la
nueva Constitución que tendrá la CDMX, sostienen con acierto, no
alentará ni configurará instituciones más democráticas, ni tampoco
velará por los intereses de las grandes mayorías.
Oportunismo camaleónico y ética
Pese
a ello, como es costumbre en cierto sector de la “izquierda”
oportunista mexicana, han surgido grupos que pretenden aprovechar la
situación y reclaman su participación en dicho proceso pugnando por
llevar a dicha Asamblea a un integrante de sus filas para que se
convierta en diputado y “represente” las aspiraciones e intereses de la
“izquierda anticapitalista”. Este es el caso del “candidato
independiente” Sergio Abraham Méndez Moissen, integrante del MTS
(Movimiento de Trabajadores Socialistas), antigua LTS (Liga de
Trabajadores por el Socialismo), sucursal trotskista del argentino
Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).
La estrategia que
el MTS ha desplegado para promover a su candidato está construida, por
una parte, sobre la base de aprovechar su ínfima presencia en los
diferentes procesos sociales que han sucedido en los últimos 6 años en
la CDMX para, a partir de allí, alardear de su supuesto “liderazgo”
sobre dichos procesos, cuestión que, por lo demás, está fuera de la
realidad; por otra, sobre la base de crear una imagen mitologizada de su
candidato, haciendo de él un casi “profeta” de la clase trabajadora y,
aprovechando el martirologio afecto a este tipo de izquierda maniquea,
mostrándolo falsamente como ex “preso político”, por el hecho de haber
estado retenido apenas un par de horas en el MP.
Si bien no es
de extrañar que este tipo de organizaciones actúen de esta manera, nos
parece importante señalar y denunciar el oportunismo de las mismas, por
cuanto sistemáticamente han sido un obstáculo para la consecución de los
fines que los movimientos sociales se han propuesto, pues, debido a sus
formas de actuación política y a su obstinación por querer que las
diferentes luchas y procesos sociales se dirijan a los objetivos
irrealizables que plantean, han generado desgaste, la escisión, la
fractura e incluso la disolución de algunos procesos. Sus métodos han
ido reproduciendo las formas enajenadas de hacer política en espacios
como el estudiantil y el laboral, reactualizando los viejos vicios de
las organizaciones políticas no sólo de izquierda, sino incluso de
derecha. Ejemplo reciente de ello ha sido aprovechar su presencia en el
movimiento de las trabajadoras de limpieza despedidas del IEMS para
recabar alevosamente las firmas que requieren como requisito para llevar
a su candidato a la Asamblea Constituyente. De igual manera, puede
recordarse la participación que tuvieron en el movimiento YoSoy132
intentando imponer sus consignas a toda costa, inventando asambleas que
no existían para ganar legitimidad cuando, por proponer quimeras como
“Televisa bajo control obrero de sus trabajadores y de sus
televidentes”, perdían las discusiones en las asambleas de las
facultades o colegios. Esta falta de honestidad y el aprovechamiento
maniqueo, alevoso y perverso de las diferentes luchas del movimiento
social, para legitimarse y crearse una “buena” y “combativa” imagen,
muestra su oportunismo de manera evidente.
En este mismo
sentido, sorprende que una agrupación como el MTS, que en su discurso y
en sus diatribas condena la “democracia burguesa” y la falsa
representación de los intereses populares en el poder legislativo,
intente con tanto ahínco ser parte de eso que llaman a destruir y a
reemplazar por “organismos de democracia directa de los trabajadores,
campesinos, movimiento LGTTB y pueblo pobre.”; resultando así una
incoherencia entre lo que declaran y lo que efectivamente hacen.
No
obstante, más allá de estos cuestionamientos que podríamos llamar
éticos, debemos analizar las propuestas que el MTS pretende llevar a la
Asamblea Constituyente y la efectividad potencial de éstas.
Propuestas, realidad y fundamento
Las
propuestas del MTS constituyen, a decir por la variopinta lista de las
mismas, meras declaraciones y deseos que resultan inviables por la
desmesura de lo que proponen. Por ejemplo, puede leerse en el número 8
de su lista lo siguiente,
Proponemos nacionalizar todo el transporte de la Ciudad de México bajo control de sus trabajadores ,
incluidos los servicios privados que se le subrogan al Metrobus,
apertura de los libros de contabilidad del Metro, reparación inmediata
de la línea 12 y para enfrentar la corrupción, que el Metro sea
administrado bajo control de sus trabajadores y usuarios. [1]
En esta misma tónica, en el número 6 puede leerse también, “Renacionalizar,
sin indemnización, todos los servicios públicos que han sido entregados
a los grandes capitales en salud, telecomunicaciones, educación y
vivienda” [2]. Ambas propuestas, que más bien se asemejan a las
iniciativas que podría presentar la izquierda socialdemócrata de
siempre, no son desdeñables per se, sin embargo, el contexto
concreto, el lugar desde donde se plantean y la nula fuerza política de
quienes las proponen para llevarlas a cabo resultan, al final del día,
una broma de mal gusto. Por otra parte, una Asamblea Constituyente como
la que se formará en unos meses no tendrá la facultad de nacionalizar
nada, puesto que es una asamblea que no tendrá atribuciones federales de
esa índole.
La pregunta que salta a la vista es, entonces,
¿quién en su sano juicio podría pensar que estas propuestas serán
tenidas en cuenta y, aún más, votadas a favor, cuando, como el mismo MTS
señala, la Asamblea Constituyente y sus integrantes son personeros y
esbirros de los poderes fácticos? ¿Acaso el diputado del MTS tendrá la
posibilidad de ser escuchado y de ser tomado en serio al momento de
enunciar dichas propuestas? Convertirse en bufón de la corte haciendo
propuestas hilarantes no sirve de ninguna manera al movimiento social,
sino por el contrario, genera la imagen de que esa “izquierda
anticapitalista”, de la que se arrogan la representación, es un conjunto
de sujetos que pretenden hacer pasar sus deseos por realidad
diseminando ideas que no encuentran fundamento en ningún lugar y
buscando lugares incoherentes para su acción política.
Surgen
también las preguntas siguientes, ¿por qué el “anticapitalismo” que
pretende representar el MTS en la Asamblea Constituyente se reduce a la
enunciación de meras consignas que en ningún momento cuestionan lo
“capitalista”, no sólo de la gestión estatal de los servicios, sino lo
que hay de “capitalista” en la existencia misma de la forma política
cristalizada en el Estado a la que ellos pretenden ingresar? ¿En dónde
se halla el cuestionamiento anticapitalista de los fundamentos sobre los
que descansan el Estado, el capital y el trabajo asalariado, así como
del patrón de acumulación neoliberal implementado en México desde hace
más de 40 años?
Con base en lo anterior, puede decirse que el
MTS no representa una alternativa anticapitalista en la Asamblea
Constituyente. Ninguna de sus propuestas cuestiona ni altera la
producción mercantil capitalista ni pugna por la abolición de las
condiciones que posibilitan la existencia del trabajo asalariado y de la
forma capital. A lo sumo, según se observa en sus propuestas para la
Asamblea Constituyente, y en general en su proyecto político
“socialista”, se limitan a proponer una gestión estatal que permita a
los trabajadores su existencia y reproducción en tanto fuerza de
trabajo, más no la abolición de la forma misma. Esto nos conduce a una
pregunta fundamental, ¿qué tipo de anticapitalismo requieren los
movimientos sociales para cuestionar y superar prácticamente las
condiciones que posibilitan la existencia de la reproducción social bajo
la forma capitalista de reproducir la riqueza?
Las propuestas
anticapitalistas definen su contenido en función del cuestionamiento a
los fundamentos sobre los que descansa la totalidad de la sociedad
burguesa, no en el cuestionamiento de las formas de gestionar lo que
existe. Pues, de lo que se trata no es de cargar la balanza hacia alguno
de los dos polos que configuran la reproducción social capitalista (el
trabajo asalariado y el capital), sino de abolir las condiciones de su
existencia. Llamar a las cosas por su nombre y evitar la confusión de
los proyectos que se encuentran en el movimiento social con el proyecto
anticapitalista es de suma importancia, porque de esta manera puede
llevarse a cabo una praxis política que, en su claridad y radicalidad,
apunte hacia la construcción de un proceso unitario y revolucionario,
removiendo los lastres que impiden el avance hacia una sociedad
emancipada de la barbarie capitalista. Sirvan estas notas para continuar
la discusión dentro de la izquierda y de los movimientos sociales.
Notas:
1. Véase el siguiente artículo: http://www.laizquierdadiario. com.mx/Propuestas-de- aspirantes-anticapitalistas- rumbo-a-la-Constituyente?id_ rubrique=1714
2. Ibíd.
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