Pedro Echeverría V.
1. Nunca el pueblo podrá ser beneficiado por los gobiernos porque
éstos siempre son producto o resultado de la clase dominante. Primero
fue la dominación despiadada de gobiernos Mayas, Teotihuacanos/Toltecas,
Mixtecas, Mexicas; luego 300 años de salvaje dominación colonial
española y desde 1821- con nuestra “independencia” el capitalismo
moderno sometió a nuestra nación de manera brutal y totalitaria. En este
contexto surgieron nuestra luchas de Independencia, Reforma, el
Porfiriato y la Revolución burguesa mexicana de 1910-17 y
aproximadamente 50 gobiernos nacionales que sólo han servido a la clase
social dominante y, obvio, al imperio yanqui por ser el policía mundial.
2. Si comparamos a todos los gobiernos mexicanos de “la revolución”,
que se inician con Carranza en 1917 y el actual de Peña Nieto (2012-18),
absolutamente entregados a las clases dominantes y al capitalismo
imperial, sólo Lázaro Cárdenas (1934-40) fue el menos peor obligado por
una serie de circunstancias agudas nacionales e internacionales. Que no
se piense que por bondadoso repartió tierras, creó la CTM, expropió el
petróleo, nacionalizó los ferrocarriles, creó el politécnico, apoyó a
los exiliados y habló de educación socialista; todo eso lo pudo hacer
porque estábamos saliendo de la profunda crisis económica de 1929, por
necesidad de crear un mercado interno y fortalecer su “nacionalismo”.
3. Subrayar que en México hubo una revolución en 1910-1917, así como
ha habido revoluciones en Inglaterra, Francia, Rusia, China, Cuba,
Nicaragua. Cada una con diferentes adjetivos por los resultados que
obtuvieron; sin embargo el factor dominante ha sido –quiéranlo o no- el
capitalismo que lleva más de cinco siglos dominando al mundo. Cada una
de esas revoluciones logró avances socioeconómicos indiscutibles, pero
ninguna pudo romper los poderosos muros de la reacción y el
conservadurismo del capitalismo privado y de Estado, del trabajo
asalariado y la desigualdad entre los seres humanos. Por ello las han
adjetivado como revoluciones traicionadas, interrumpidas, fracasadas,
desviadas, burguesas.
4. Los gobiernos del PRI han festejado cada 20 de noviembre el
aniversario de la revolución porque les sirve como propaganda política.
El presidente Echeverría dijo en los 70 que “la revolución sigue
adelante”, pero la población sabe que fue traicionada por Madero desde
la firma de los Tratado de Ciudad Juárez en 1911 y tratar de desarmar a
los campesinos zapatistas; que fue traicionada por Huerta al dar un
golpe de Estado en 1913; que fue traicionada por el presidente Carranza
al proclamar una constitución burguesa; por el presidente Obregón al
firmar con los yanquis los Tratados de Bucareli entregando el subsuelo a
cambio de ser reconocido y todos los demás mandatarios que aceptaron
que México sea el traspatio de los EEUU.
5. Las revoluciones van siempre adelante transformando todo; cuando
se cansan frenan los cambios profundos, reaccionan y se hacen
conservadoras que sufren estancamientos, llegando al grado de
convertirse en reaccionarias porque quieren regresar los avances de la
historia. Según algunos estudiosos, a pesar de las traiciones de la
reacción que buscaba regresar “el reloj de la historia”, la revolución
mexicana llegó hasta 1939 con Cárdenas, la expropiación petrolera y el
inicio de la guerra mundial; a partir de entonces se inició el
conservadurismo y la reacción. El agrarismo y la ruralidad fueron
frenados para convertir a México en un país urbano e insertarlo
plenamente a la economía y la vida capitalista dominado por los yanquis.
6. Con el gobierno de Cárdenas (1934-40) como señalé, que expropió a
terratenientes, nacionalizó los ferrocarriles y expropió petróleos,
buscando la creación de un mercado interno y cierta autonomía, concluyó
el ciclo de la revolución mexicana. Con la segunda guerra (1939-45), la
creación de la ONU (1945) y sus organizaciones, México se integró a la
economía de mercado mundial. Si han registrado largas polémicas en
aquellos años acerca del “cambio de destino” de nuestro país al no
desarrollar el camino agrario para seguir –sin condiciones económicas de
competencia- una industrialización forzada que ahora me recuerda la
entrada de México al GATT en 1985, al TLC en 1993 y ahora, 2015, el
Acuerdo Transpacífico (ATP)
7. Terminada la última etapa de revolución mexicana con la
expropiación petrolera de Cárdenas, vino la reacción de la burguesía,
sus rescates y devoluciones de tierra, de electricidad, de
ferrocarriles, petróleo; además de las grandes construcciones de
puentes, carreteras, aeropuertos, periféricos y enormes ciudades. México
dejó de ser un país agrario y “atrasado” convirtiéndose a la
“modernidad” al estilo norteamericano. Hoy se pueden admirar en muros de
la ciudad de México, cerca de los grandes hoteles del paseo de Reforma,
gigantescos carteles donde se observan los cambios en las avenidas,
calles, edificios, plazuelas de la ciudad. El México de la revolución
1910-1940 se transformó en el patio trasero del imperialismo, su imagen y
semejanza.
8. Hace unos meses se cerró en la ciudad de México el teatro popular o
populachero “Blanquita” porque “no podía competir con la televisión; no
sé lo que sucederá con el elitista teatro de “Bellas Artes” tampoco si
le pondrán traje, corbata y sombrero de “gentle man” a “los mariachis de
Garibaldi” o grandes luminarias a la “Villa de Guadalupe”. Lo que sé es
que para seguir el estilo de vida yanqui y no ser discriminado, hay que
imitar con creces lo que de allí viene. Es lo que llamaba en su clase
de la UNAM el profesor Abelardo Villegas: “la imitación extralógica” a
países desarrollados que México ha vivido a través de su historia y le
ha impedido ser auténtico. ¿Cuántas veces, por seguir ejemplos de países
“avanzados”, no hemos sido capaces de desarrollar lo que tenemos?
9. La revolución mexicana (1910-40) transformó a México de
semifeudal-capitalista a capitalista pleno; a partir de los 40 nuestra
nación fue entregada atada al imperio mundial. Ha sido tan profunda
mediatización ideológica que ha ejercido el imperio a través de los
medios de información a su servicio, que la población no se entera o ni
se da cuenta de lo que sucede a su derredor. La revolución mexicana pudo
ser benéfica para los trabajadores si hubiesen contando con la fuerza y
la organización necesaria; pero la fuerza de los Flores Magón, Zapata y
Villa, no estuvieron al nivel del aparado burgués con que contaron los
Madero, Carranza, Obregón, Calles y en imperio yanqui que los apoyo.
Necesitamos otra revolución, la de los productores, que barra el
capitalismo actual. (16/III/16)
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